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Una tercera ola de récord: la factura dos semanas después de celebrar la Navidad sin doblegar la curva

ANA MARTÍN PLAZA
6 min.

La de la tercera ola de la pandemia es la crónica de un empeoramiento anunciado y pronosticado por todos los epidemiólogos, que reclamaron sin éxito medidas más restrictivas durante la Navidad. Esa relajación en las fiestas cuando la incidencia aún de la segunda ola no había bajado lo suficiente ha resultado ser una mezcla que -según los expertos consultados- está llevando a España a cifras récord. Una tercera ola, en definitiva, que se ha "solapado" con una incidencia todavía alta de la segunda.

De esta manera, la incidencia acumulada se disparó este martes -cuando ya habían pasado casi dos semanas de Reyes- hasta los 714 casos de COVID-19 por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, muy por encima del pico alcanzado en la segunda ola (528,75 el 4 de noviembre). Hasta tres comunidades -Extremadura, Murcia y Castilla-La Mancha- están por encima de los mil casos. Además, el lunes se batió también el récord de casos diagnosticados en un fin de semana -84.287 contagios- mientras no deja de crecer la presión asistencial con más de un tercio de las UCI ocupadas por pacientes COVID-19.

Actualmente hay 24.185 personas ingresadas en hospitales, más del doble que en Nochebuena, cuando se registró el número más bajo (10.744) tras el pico de la segunda ola. De todos estos pacientes, 3.416 están en la UCI, un 79 % más que al inicio de la Navidad, cuando las unidades de cuidados intensivos atendían a poco más de 1.900 personas.

Los pacientes de COVID-19 ocupan ya el 19,3 % de todas las camas hospitalarias y más de un tercio (33,7 %) de las unidades de cuidados intensivos, su saturación máxima desde que se utiliza esta medida. Por encima del 15 y 25 % -respectivamente- se considera una presión asistencial de riesgo extremo. Las UCI se encuentran en esta situación desde el pasado 11 de enero a nivel nacional, aunque en algunas comunidades el porcentaje de alerta se rebasa ampliamente, como en la Comunidad Valenciana (53,8 %) y Cataluña (46,8 %).

Desde el 22 de diciembre han muerto más de 4.000 personas por COVID-19 hasta alcanzar los 54.173 fallecidos.

"Uno de los problemas fundamentales no fue solo lo que dejamos hacer o no en Navidad, la relajación y permisividad que tuvimos, sino la línea basal de la que arrancamos. A diferencia del verano cuando habíamos de verdad doblegado la curva con incidencias por debajo de los 25 casos por 100.000, la segunda ola nunca se doblegó plenamente (...) Esa transmisión comunitaria, al abrir las compuertas de las celebraciones navideñas, se desboca y genera más probabilidad de contagios", explica a RTVE.es Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública.

La incidencia más baja alcanzada tras el pico de la segunda ola se registró el 10 de diciembre con 188,62 casos por 100.000 habitantes. Apenas dos semanas después y tras el puente de la Constitución -el día 23- volvió a superar de nuevo los 250 casos, umbral del riesgo extremo con el que se afrontan las fechas navideñas. Desde entonces no ha dejado de crecer disparándose especialmente a partir de Reyes (un 122 %).

Los expertos pronostican todavía un aumento de casos

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, consideró este lunes -en su rueda de prensa habitual- que la llamada tercera ola estaría ya en su "pico máximo" de forma que en los próximos días podría entrar en fase de "meseta" o incluso de "bajada".

Bajamos la guardia enormemente y eso tiene una factura que estamos todavía pagando

López-Acuña cree que esta predicción es "demasiado optimista" y pronostica que en lo que queda de enero probablemente seguirá aumentando la incidencia y la presión asistencial porque las interacciones se han prolongado más allá de Reyes. "La gente que se contagió durante estos periodos [de Navidad] contagia a más personas y lo hace en el ámbito domiciliario y en las reuniones de amigos", explica.

"Bajamos la guardia enormemente y eso tiene una factura que estamos todavía pagando", añade. Si no se toman medidas drásticas, pronostica que en las próximas tres o cuatro semanas se seguirán observando cifras altas en presión asistencial, ingresos en las UCI y fallecimientos.

La incógnita de la cepa británica

En el mismo sentido, se pronuncia la inmunóloga del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Matilde Cañelles, que subraya que "no hay ningún indicio" de que se esté aplanando la curva de esta tercera ola. "Ya ha pasado bastante tiempo desde Reyes y está subiendo", señala a RTVE.es. "Puede deberse a dos fenómenos: que realmente estemos alcanzando el pico, todavía no se ve pero es posible, podría suceder en los próximos días; o que se esté solapando el tema de las Navidades con la variante inglesa".

La realidad es que [con las medidas actuales] no estamos ayudando ni a la salud ni a la economía

Cañelles cree que el patrón observado es compatible con que esta variante del virus -hasta un 70 % más contagioso- esté circulando mucho más de lo que se piensa y pide que se hagan más secuenciaciones para comprobar cuál es su prevalencia. Serán clave, añade, los datos que se registren esta semana. Si los contagios no se estabilizan o incluso vuelven a bajar podría estar detrás la nueva cepa.

Joan Caylà, doctor de la Sociedad Española de Epidemiología y miembro de la Fundación de la Unidad de Investigación de la Tuberculosis de Barcelona, señala que la evolución de la COVID-19 en España "es preocupante" y llama la atención sobre lo que llama "historia natural" de la pandemia: "Si se infecta mucha gente, algunos de estos tienen que ingresar en hospitales y algunos van mal y tienen que ingresar en la UCI y un porcentaje importante de los que ingresan en las UCI fallece".

Un primer objetivo: bajar la incidencia hasta los 100 casos

El objetivo -señala- debería ser rebajar la incidencia a menos de 100 casos por 100.000 habitantes en toda España y pide mirar a países que antes de la Navidad estaban peor que España pero que han conseguido mantenerse en incidencias que rondan los 200 casos tras aplicar medidas más restrictivas como Alemania, Francia e Italia.

"La realidad es que [con las medidas actuales] no estamos ayudando ni a la salud ni a la economía", subraya este experto partidario de un confinamiento "corto, quizá de tres semanas".

En el mismo sentido se pronuncia Daniel López-Acuña, quien apuesta por un "confinamiento corto y rotundo, más flexible que el de marzo a mayo" con franjas horarias para pasear como en la fase 1 de la desescalada, manteniendo abiertos los colegios y fomentando el teletrabajo.

Matilde Cañelles, por su parte, cree que si el incremento de la incidencia se debe a la Navidad se podrá doblegar la curva con medidas similares a las de la segunda ola. Sin embargo, si lo que está provocando el incremento de contagios es la cepa británica, cree que el confinamiento será inevitable.

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