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La OMS descarta la inmunidad de grupo en 2021 y advierte del peligro de nuevas mutaciones

RTVE.es
4 min.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) rebaja el optimismo sobre el inicio de las vacunaciones masivas, y cree que estas campañas no serán suficientes para garantizar la inmunidad colectiva en 2021. Una situación que además se verá agravada por el actual avance desbocado de la COVID-19 en gran parte del mundo. En este escenario, más de 1.750 científicos de 124 países, reunidos en un encuentro organizado por el organismo sanitario internacional, han avisado de que el aumento de la transmisión del coronavirus incrementará también la aparición de nuevas cepas.

Hasta ahora, las variantes más significativas descubiertas -como la de Reino Unido, Sudáfrica o Japón- están asociadas con aumentos en la transmisibilidad, pero no con la gravedad de la enfermedad. No obstante, se están realizando investigaciones para determinar si los cambios afectan las herramientas y medidas de salud pública disponibles para luchar contra la pandemia. Los expertos destacan la importancia de integrar el estudio de las mutaciones en la agenda global de investigación e innovación.

Insisten en la importancia de investigar para detectar de manera temprana el impacto potencial de las variantes emergentes en los diagnósticos, tratamientos y vacunas. "Nuestro objetivo colectivo es adelantarnos en el juego y tener un mecanismo global para identificar y estudiar rápidamente las variantes de interés y comprender sus implicaciones para los esfuerzos de control de enfermedades", ha dicho la jefa del Plan de Investigación y Desarrollo de la OMS, Ana Maria Henao Restrepo.

No se prevé inmunización colectiva en 2021

Las estimaciones indican que más de 1.900 millones de personas, casi un cuarto de la población mundial, no tendrá acceso a las vacunas COVID al menos hasta 2022. Con esta cobertura insuficiente, alcanzar la inmunidad colectiva en 2021 se convierte en un objetivo muy lejano.

La Organización Mundial de la Salud, en colaboración con la Alianza para la Vacunación (GAVI) y la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), han puesto en marcha un mecanismo denominado COVAX, creado específicamente para asegurar que los países más pobres también tengan acceso a las vacunas contra el coronavirus. Su objetivo mas inmediato es disponer de 2.000 millones de dosis para cubrir el 20% de la población de cada país.

Pero COVAX se está enfrentando a graves problemas ya desde su nacimiento. Solo ha conseguido una parte de esas dosis que espera comprar en 2021, aún no ha confirmado contratos concretos para distribuir vacunas y también ha anunciado que no cuenta con financiación suficiente.

Secuenciación genómica del virus

El director general del organismo internacional, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha recordado que evitar el contagio de COVID-19 limita la posibilidad de que aparezcan variantes "más peligrosas" del virus. "Estas cepas se está viendo que provocan un mayor contagio, por lo que pueden originar un aumento de los casos y de las hospitalizaciones. Esto es algo muy problemático que ya muchos hospitales están al límite y porque puede tener un efecto dominó en los servicios sanitarios esenciales", ha avisado, aunque ha insistido en que de momento las que han aparecido no parecen agravar la enfermedad.

Ante este panorama en el que el virus seguirá circulando sin el freno de las vacunas al menos durante 2021, los expertos han recordado que su secuenciación genómica es fundamental para identificar y responder a nuevas variantes. "Hasta ahora se han compartido públicamente 350.000 secuencias asombrosas, pero la mayoría provienen de un puñado de países. Mejorar la cobertura geográfica de la secuenciación es fundamental para que el mundo tenga ojos y oídos en los cambios en el virus", ha comentado la líder técnica de la OMS sobre COVID-19, Maria Van Kerkhove.

Las actuales vacunas disponibles parecen ser eficaces contra las nuevas cepas, si bien los expertos avisan de que en el futuro podrían tener que modificarse, ya que el virus puede seguir mutando. Algo que, en el caso de las dos vacunas aprobadas de momento en la Unión Europea -Pfizer y Moderna-, basadas ambas en ARN mensajero, se podría hacer con relativa rapidez. "Técnicamente se podría diseñar una nueva vacuna en unas seis semanas", calculan sus creadores, aunque dejan claro que para ello es muy importante detectar lo antes posible las posibles variantes que puedan surgir.

A juicio de los científicos de la OMS, una mejor vigilancia y capacidad de laboratorio para monitorear las cepas de interés debe ir acompañada de un intercambio inmediato de muestras de virus y suero a través de mecanismos acordados a nivel mundial, con el fin de que el estudio pueda iniciarse "rápidamente" en cada ocasión.

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