Un problema global exige soluciones globales. Y una pandemia no es una excepción. Asegurar la distribución equitativa de las vacunas entre todos los países del mundo se antoja obligatorio para frenar la COVID-19. Pero el mundo está descompensado y no todos los países tienen la misma capacidad para conseguir vacunas y proteger a sus ciudadanos, así que los que más tienen tendrán que arrimar el hombro. Actuar por solidaridad o por el egoísmo de querer volver cuanto antes a los antiguos estilos de vida. Por la razón que sea, pero actuar.
“No recuperaremos la normalidad si la vacuna no se distribuye globalmente”, ha explicado Rafael Vilasanjuan, director del Departamento de Análisis y Desarrollo Global del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) en Las Mañanas de RNE con Íñigo Alfonso. Vilasanjuan, que forma parte del Comité de Dirección de Sociedad Civil de GAVI (Alianza para la Vacunación), propone que el 20% de toda la población mundial se vacune en el primer año para, de esta forma, conseguir bajar la curva de una manera tan sustancial que podamos recuperar cierta normalidad. “O vamos todos o es muy difícil que salgamos bien y rápido”, pronostica Vilasanjuan.
Un plan para garantizar las vacunas a los más pobres
La Organización Mundial de la Salud ha puesto en marcha junto con otras instituciones un mecanismo para garantizar que las vacunas lleguen a los países más pobres. Este instrumento (COVAX) está financiado, parcialmente, por algunas de las economías más poderosas del mundo. Vilasanjuan cifra en unos 7.000 millones de euros la cantidad que se necesita en un primer momento para iniciar ese proceso de vacunación en los territorios con menos recursos. La complicada situación que atraviesan las economías, incluso las de los países más fuertes, puede hacer peligrar la llegada de esa financiación. Vilasanjuan alerta que esa renuncia sería muy equivocada: “Pensar en una estrategia estatal, en el nacionalismo de las vacunas es una mala jugada. Este virus no entiende de fronteras; se necesita una solución global”, ha insistido.
“Pensar en una estrategia estatal, en el nacionalismo de las vacunas es una mala jugada“
Vilasanjuan cree que el dinero púbico con el que algunos países han financiado los proyectos de vacunas“El interés legítimo de la empresa hay que conservarlo, pero no puede funcionar únicamente por mecanismos de mercado porque, entre otras cosas ninguna de las vacunas avanzadas tiene más del 50 % de capital privado. […] Si hacemos vacunas muy caras sólo las podremos poner en países ricos”, ha concluido.