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Festival de San Sebastián

'Antidisturbios': los humanos tras los cascos y las cloacas del sistema que los maneja

  • Sorogoyen brilla con una serie de seis episodios sobre la corrupción tras una carga policial

ESTEBAN RAMÓN (San Sebastián)
3 min.

Sea coincidencia o tendencia, las dos producciones españolas más esperadas del Festival de Cine de San Sebastián son dos series: Patria, que convenció, y Antidisturbios, donde Rodrigo Sorogoyen (El reino) muestra su estilo contundente y eleva –junto a la guionista Isabel Peña- su apuesta como referente del thriller pegado a la realidad y a la actualidad.

Raúl Arévalo, Álex García, Hovik Keuchkerian, Roberto Álamo, Patrick Criado y Raúl Prieto interpretan a un grupo de las llamadas Unidades de Intervención Policial (UIP), arietes de la ley y del monopolio de la violencia tras los que se encuentran circunstancias personales de todo tipo. La primera intención de Antidisturbios es derribar el cliché de que están cortados por el mismo patrón.

“No hace falta humanizarles, son humanos”, explica Sorogoyen. “Es verdad que la imagen que existe de ellos es la de un tío en un vídeo de Youtube dando una hostia detrás de una armadura, pero luego te tomas un café con ellos, te hablan de sus hijos, son tíos muy normales que te pueden caer mejor o peor como cualquiera”.

El detonante de Antidisturbios es la intervención del grupo en un desahucio en el que, tras una carga, un inmigrante senegalés muere al caer dentro del patio de una corrala. Una agente de asuntos internos (Vicky Luengo) investiga hasta qué punto fue un accidente y si existe responsabilidad policial.

La serie se llama Antidisturbios pero bien podría llamarse 'Asuntos Internos'. Entre tanto hombre, Laia es una mujer inteligente, determinada y ambiciosa que no tarda en olfatear que tras la decisión de agilizar el desahucio hay un hilo hacia altos cargos policiales, jueces, poderes económicos.

“Nos apetecía un personaje femenino”, reconoce Peña. “En el choque con los personajes de ese furgón había un montón de posibilidades que nos interesaban. Con Laia nos interesaba hacer una heroína que no fuera heroica, que no fuera perfecta y tuviera fallas”.

Sorogoyen y Peña pisan terreno ya caminado en parte. En Que Dios nos perdone ya habían retratado con cruda verosimilitud las actuaciones policiales y El reino era un ‘grandes éxitos’ de corrupción política en España. Las dos se fusionan en Antidisturbios para dibujar un panorama sombrío. ¿Es una visión pesimista?

“Puede ser, no sé si con la corrupción o con el sistema”, dice Sorogoyen. “La serie la hemos hecho porque son temas que nos interesan. Si te pones a escarbar un poco y leer las noticias, el que sea optimista con la situación está un poco desubicado".

Un trasunto indisimulado del inspector Villarejo –“dramáticamente es un personaje fascinante”, reconoce Sorogoyen- conecta directamente a la serie con tramas de informativos y periódicos nada ajenos al espectador y que deja en un diálogo (“los huesos duelen al crecer”) la clave del acercamiento del cineasta al tema: la corrupción siempre encuentra el camino para vencer.

Dice Sorogoyen que la serie le ha permitido trabajar el desarrollo de personajes y escenas como siempre hubiera querido. Lo que permanece es su absorbente estilo de planos secuencias y grandes angulares, aunque promete mudar de piel. “Es verdad que me siento cómodo en el plano secuencia, pero, si no tienes cuidado, el estilo suele ser tus limitaciones. Hemos llegado a un punto muy extremo. Isabel sabe que no miento: el próximo guion tiene otro estilo porque la historia lo requiere y quiero encontrar otras formas”.

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