Los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en la atmósfera se redujeron un 58% de media en toda España entre el 14 de marzo y el 30 de abril, como resultado de las medidas de confinamiento social y limitación de la movilidad derivadas del estado de alarma, con datos históricos en Madrid y Barcelona.
Así se desprende de un estudio de Ecologistas en Acción, cuyos resultados han sido hechos públicos este lunes en una rueda de prensa en la que se ha puesto de manifiesto la “reducción drástica” de todos compuestos contaminantes en la atmósfera en las 26 ciudades españolas analizadas con respecto a los niveles de la última década.
También se aprecia en el estudio "una rebaja muy significativa" de los niveles de partículas PM10 y PM2,5, excepto en el episodio de intrusión de polvo africano, entre los días 18 y 21 de marzo, y niveles de ozono "inusualmente bajos para el inicio de la primavera, tanto en las zonas urbanas como en las rurales.
Niveles más bajos de la última década en marzo y abril
Miguel Ángel Ceballos, coordinador del informe, ha comentado que los datos “ratifican las conclusiones del informe referido a la segunda quincena de marzo” y ha adelantado que las medidas propuestas por la ONG para la desescalada apuntan a la necesidad de “no alejarnos totalmente de lo que hemos conseguido durante el estado de alarma”.
El informe incide en que los niveles de contaminación registrados son los más bajos para los meses de marzo y abril de la última década en todas las ciudades analizadas y se mantienen muy por debajo del valor límite y la guía anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
No se aprecian diferencias significativas entre las diversas prórrogas del estado de alarma, en que se han aplicado restricciones de diversa intensidad, mientras que la caída de la contaminación es más intensa en abril que durante la segunda quincena de marzo, en lo que puede haber influido un tiempo extremadamente lluvioso.
El informe refleja una menor reducción de la contaminación en las ciudades de la cornisa cantábrica “debida quizá a factores meteorológicos”, mientras que las ciudades del litoral mediterráneo son las que más han rebajado los niveles de NO2, “en lo que puede haber influido la cancelación de la temporada turística”, ha indicado Ceballos.
En cuanto a las dos mayores ciudades de España, Barcelona y Madrid, “con un problema crónico de incumplimiento del estándar legal de este contaminante”, por primera vez desde 2010 ninguna estación ha rebasado el valor límite anual.
El informe recomienda una serie de medidas para la desescalada con objeto de evitar que el progresivo aumento de la movilidad ciudadana dispare la contaminación atmosférica a niveles equivalentes o superiores a los de partida.
Racionalización de la movilidad urbana en la fase de desescalada
"Diversos estudios apuntan a la influencia de la contaminación atmosférica crónica en la gravedad de las patologías respiratorias asociadas a la COVID-19”, ha recordado el coordinador del informe, por lo que “la idea es conseguir que el nivel de NO2 se sitúe durante la desescalada por debajo del límite legal, que incumplen de manera sistemática ciudades como Madrid, Barcelona, Murcia, Valencia o Bilbao”.
Para Ecologistas en Acción, este escenario pasa por una racionalización de la movilidad urbana, con el impulso de los desplazamientos a pie o en bicicleta, la reducción del límite de velocidad en las ciudades y una apuesta por el transporte público.
En este sentido, el coordinador de la ONG, Paco Segura, ha abogado por una ley de financiación del transporte público que garantice su viabilidad, así como por la implantación en las ciudades de zonas de bajas emisiones “ambiciosas”.
“Se puede mejorar mucho el transporte público con sólo una mejora en su gestión”, ha apuntado Segura, quien ha advertido de no caer en un uso masivo de vehículo privado; "desvestiríamos un santo para vestir otro”.
El NO2 es el contaminante típico emitido por los tubos de escape de los automóviles (además de por las calderas industriales y domésticas) y es el responsable de 7.000 muertes prematuras en España, según el Instituto de Salud Carlos III y la Agencia Europea de Medio Ambiente.