Galicia está entre las comunidades mejor situadas para avanzar en la desescalada. Los ingresos hospitalarios han bajado un 50% desde inicios de mes, y las UCI no superan el 30% de ocupación.
A pesar de que los test diarios se han multiplicado por tres a lo largo de la epidemia, ya se superan las 90.000 PCR, los positivos no alcanzan el 3%. Las víctimas mortales continúan su ritmo, en torno a las 10 diarias, pero ya no se concentran en las residencias.
La Xunta apuesta por hacer la reapertura por áreas sanitarias, y no por provincias. Si así fuera, Ourense y A Coruña estarían peor situadas, porque los nuevos casos se registran especialmente en esas zonas.
[Así son las cuatro fases del plan de desescalada en España]
Un total de 1.000 sanitarios infectados
La buena situación de la sanidad gallega se oscurece a la vista de un dato: mil trabajadores sanitarios han resultado infectados en esta crisis. Médicos y enfermeros advierten de que no se podrán reabrir los servicios ordinarios, ni derivar el control de los nuevos casos a atención primaria, si antes no se garantizan las medidas de protección, los test para el personal y la separación de pacientes sospechosos de coronavirus y ordinarios en dos circuitos.
Un millar de sanitarios gallegos se han contagiado de coronavirus
La seguridad preocupa también a la patronal del metal, que mantiene en expedientes de regulación de empleo al 40% de sus plantillas. Cumplir los requisitos de distancia y conseguir los equipos de protección les está resultando difícil.
Otros muchos sectores mantienen a sus plantillas en suspenso. Más de 230.000 trabajadores en ERTE están pendientes de la desescalada para volver al trabajo. Otros 13.000, según la EPA, saldrán del confinamiento para buscar un nuevo empleo.
El campo busca compradores
En medio de ninguna parte están los sectores que siguen trabajando, pero no consiguen vender su producción. La Xunta ha puesto en marcha 'Mercaproximidade', una iniciativa para ayudar a los pequeños productores a llevar a las grandes cadenas de distribución las patatas, quesos o carne que ya no se venden en restaurantes y mercados locales.
Es la esperanza de las explotaciones ovinas, en plena temporada de partos. No hay fiestas, bodas y eventos, las ventas caen en picado, y no saben qué harán con tanto cordero.
El campo busca compradores