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¿Cambiará el coronavirus nuestros hábitos de consumo para siempre?

DIANA FRESNEDA
6 min.

El aislamiento social generado por el estado de alarma para frenar la expansión del coronavirus -que ya ha dejado más de 169.000 casos confirmados y más de 17.600 muertes en España- ha provocado que el consumo se modere, pero también que se adapte a las nuevas circunstancias.

Según un estudio de la consultora Kantar, en la primera semana completa desde que se iniciara el confinamiento en España -del 16 al 22 de marzo-, los españoles redujeron en un 15% sus actos de compra de gran consumo, pero llenaron más sus cestas y gastaron más en cada ocasión.

Durante estos días de cuarentena, picamos más entre horas y se venden más caprichos, chocolate, café o cerveza, porque parte del consumo que se hacía fuera del hogar, ahora se hace en casa. Además, compramos en el punto de venta más cercano para exponernos menos al exterior, dando así una oportunidad a las cadenas con más dispersión.

“Para las próximas semanas estimamos que se va a mantener el auge de la compra de proximidad, y que progresivamente los consumidores irán trasladando los incrementos de compra de categorías básicas a productos complementarios de placer”, indica Carlos Cotos, experto en paneles de consumidor de Kantar.

14 horas - Cambios en el consumo: la cerveza o el café se toman en casa - Escuchar ahora

Con los españoles sin salir de casa y la restauración cerrada al público, también se ha disparado la venta en plataformas online, no solo de alimentos, también de otros productos como las máquinas para hacer deporte en casa: la demanda de bicicletas estáticas ha aumentado más de un 450 % y la de elípticas más de un 200 % desde el inicio de la cuarentena.

Al cambiar la rutina, cambian también los patrones de compra y lo que hemos visto es que los productos que generan mayor interés son todos aquellos relacionados con el mundo del deporte”, explica a RTVE la responsable de comunicación de Idealo.es, Laura Sales.

Por su parte, la preferencia por el pijama o el chándal en estos días de confinamiento se ha traducido en una caída de ventas online del sector textil del 82 %, mientras la demanda de productos para la elaboración de ropa en casa, como las máquinas de coser, han experimentado un incremento de casi el 400 %.

El confinamiento ha disparado la venta en internet, no sólo de alimentos, también de otros productos. Lo más demandado, el material para hacer deporte en casa, los videojuegos y las máquinas de coser. Con las tiendas cerradas, las marcas de moda ofrecen grandes descuentos para paliar la caída de ventas.

¿Cambiarán nuestros hábitos de consumo?

Ante este contexto, ¿reconquistaremos cuando finalice el confinamiento los viejos hábitos de consumo en el punto en el que los dejamos? O, por el contrario, ¿habrán cambiado para siempre?

Para responder a esta pregunta hemos hablado con Mariano Urraco, doctor en Sociología y profesor de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), quien asegura que nos encontramos en una "fase de situación excepcional", es decir, en una especie de paréntesis que, más tarde o más temprano, pensamos que terminará.

Debido a esta temporalidad, el profesor no cree que esta tendencia al "consumo de excepción" se mantenga en el tiempo una vez que se hayan levantado las actuales restricciones.

La gente está deseando olvidar esta situación y retomar su vida en el mismo punto

Distinta sería la cuestión si esta situación se prolongase en el tiempo, o se cronificase o se hiciese periódica, nos explica, “pero creo que ese escenario no está presente en el imaginario colectivo, en el que la idea más extendida es la de que, al día siguiente del fin del confinamiento, pero al mismo día siguiente, sin desescalamiento, se pudiera retomar la vida en el punto exacto en el que lo dejamos”.

Urraco destaca que nuestra sociedad, entre otros rasgos, se define por su tremenda capacidad de olvidar. Y, en ese sentido, asegura el profesor, la gente sigue pensando que, cuando esto acabe, volveremos al bar, al cine, a las vacaciones en la playa, etc. “La gente está deseando olvidar esta situación y retomar su vida en el mismo punto que la dejaron cuando empezó la crisis”, recalca.

La confianza del consumidor se desploma

Un buen espejo en el que poder prever acontecimientos es China. El gigante asiático comienza a despertar de la pesadilla del coronavirus y ya hay estudios que vislumbran el resgreso del consumo a los hogares.

"Los consumidores chinos están recuperando gradualmente su confianza a medida que la COVID-19 disminuye, lo que sugiere que la mayoría recuperará sus niveles más altos de gasto en algunas categorías durante los próximos meses", señala un estudio de la consultora McKinsey, donde un 49 % de los encuestados se declara muy optimista u optimista acerca de la recuperación de la economía en dos o tres meses.

Mientras, los datos en España son, por el momento, desalentadores: el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se desplomaba hasta el 63,3 en marzo, lo que significa la mayor variación mensual del índice en la serie histórica y el nivel más bajo desde julio de 2013, lejos de los 100 que marcan una percepción positiva de los consumidores.

El CIS precisa en una nota aclaratoria que este indicador llega en un contexto "especial y atípico", ya que el trabajo de campo se realizó entre el 16 y el 20 de marzo, lo que ha alterado los patrones de consumo y ha introducido incertidumbre en las expectativas.

Aluvión de pedidos online en los supermercados

Consecuencias del impacto económico

Otro de los motivos que podría alterar nuestros hábitos de consumo será el impacto económico que el coronavirus va a dejar en nuestro país y que, aunque todavía es desconocido, todo apunta a que será de gran envergadura.

“Es obvio que el impacto económico de la crisis condicionará las pautas de consumo de la población, pero no así sus anhelos: puede que la gente no pueda permitirse ir al cine todo lo que le gustaría, pero no por ello perderá la idea de querer consumir ese tipo de ocio”, explica Urraco.

La falta de disponibilidad de recursos económicos, insiste el profesor, puede ser el lastre que evite que la gente vaya de vacaciones, más que cuestiones de salud pública o de temor a los contagios. Sin embargo, "el consumo es nuestra forma de vida y no es tan fácil que una sociedad esté dispuesta a renunciar a su manera de ser, después de haberla naturalizado como ‘la’ forma de vida, la manera natural de ser las cosas ‘para siempre’", concluye.

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