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Mitt Romney, el verso suelto en las filas republicanas que no se doblegó al estilo de Trump

RTVE.es
6 min.

Donald Trump se ha visto absuelto por el Senado en el juicio político o 'impeachment' en el que se le acusaba de los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso. Era lo previsible, pero no ha logrado salir sin mácula por el voto díscolo de uno de los senadores de su partido, y no uno cualquiera: Mitt Romney, que fue candidato a la Casa Blanca en 2012, volvió a la arena política como senador con el objetivo de no entregarle el Partido Republicano a Trump y pasará a la historia por ser el único republicano en votar a favor de la destitución del presidente de su propio partido.

Tras dos semanas de juicio y cierre de filas entre los republicanos, el senador por Utah, veterano político de 72 años, se salió de la grey y, inspirado por su sentido de la ética y sus convicciones religiosas, pronunció un emotivo discurso, solemne, interrumpido para refrenar el llanto, en el que se aferró a su fe para sostener sus principios por encima de la disciplina de voto.

Corromper unas elecciones para mantenerse en el cargo es quizás la violación más abusiva y destructiva del juramento de un cargo que puedo imaginar

"Lo que (Trump) hizo no fue perfecto. No, fue un asalto flagrante a nuestros derechos electorales, nuestra seguridad nacional y nuestros valores fundamentales. Corromper unas elecciones para mantenerse en el cargo es quizás la violación más abusiva y destructiva del juramento de un cargo que puedo imaginar", afirmó Romney en el Senado.

De esta forma, Romney votó 'culpable' por el primer cargo contra Trump, el de abuso de poder, alineándose con los 45 demócratas del Senado y otros dos independientes (insuficiente frente a los 52 votos republicanos a favor del presidente) y votó "no culpable" en el segundo cargo, el de obstrucción al Congreso, por 53 votos absolutorios de los republicanos.

Un gesto de desafío a Trump solo comparable con el del fallecido senador John McCain, quien en 2018 salvó la ley de salud estadounidense conocida como "Obamacare" frente a los intentos de la Casa Blanca de derogarla.

"Como senador-jurado, pronuncié un juramento ante Dios para ejercer justicia imparcial", explicó Romney en su declaración ante los medios en el Senado, antes de la votación definitiva." Soy profundamente religioso. Mi fe está en el centro de lo que soy. Hacer un juramento ante Dios es tremendamente serio. Sabía desde el principio que juzgar al presidente, al líder de mi propio partido, sería la decisión más difícil que nunca iba a tener que tomar. No me equivoqué".

Fue para esto para lo que se presentó como senador por el Estado de Utah en las elecciones de 2018, y lo que le ha convertido en un enemigo a ojos de Trump, que publicó después de su absolución un vídeo en el que afirmó que Romney actúa como "activo secreto de los demócratas" y denunció que tras su elección como presidente en 2016 "trató de infiltrarse en la Casa Blanca".

Choques anteriores con Trump

No es la primera vez que se produce un encontronazo político entre Trump y Romney. El año pasado, en uno de sus habituales invectivas en Twitter, el presidente calificó al senador de Utah de "pomposo" después de que este criticara a Trump por instar a Ucrania a investigar a Joe Biden, la cuestión que arrancó el 'Ucraniagate' y motivó el 'impeachment'.

Durante las primarias republicanas de 2016, Romney se opuso de manera activa a Trump, al que consideraba un "farsante y un fraude" y pidió al resto de candidatos que unieran fuerzas en su contra, lo que le costó los insultos y el desprecio del entonces magnate inmobiliario.

Sin embargo, rectificó cuando Trump ganó las elecciones a Hillary Clinton, se reunió con Trump cuando este buscaba ocupar los cargos de su administración, e incluso llegó a sonar como secretario de Estado del nuevo Gobierno. Sin embargo, Trump terminó por no contar con Romney para ningún puesto.

Ahora, Donald Trump lo menosprecia y su hijo Donald Trump Jr. dijo que Romney debería ser expulsado del Partido Republicano.

Fotografía fechada el 2 de febrero de 2012 que muestra al candidato presidencial del Partido Republicano en las elecciones de 2012 en EEUU, Mitt Romney, junto al magnate Donald Trump

Romney, otro hombre de negocios metido a político

Mitt Romney nació en 1947 en Detroit (Michigan), hijo de una familia mormona. Su padre fue George Romney, que fue gobernador de Michigan en la década de los sesenta, y nacido en Dublán, una de las colonias mormonas de México, país al que sus antepasados habían huido por la persecución de la poligamia en Estados Unidos.

La familia regresó a Estados Unidos huyendo esta vez de la Revolución mexicana, y George Romney ocupó posiciones directivas en la industria automotor y después llegó a ser gobernador de Michigan (1963-1969) y secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano (1969-1973) de Richard Nixon.

Mitt Romney también empezó su carrera profesional en el sector privado como consultor y ejecutivo, una trayectoria en la que se dedicó a asesorar a empresas y fue cofundador de una compañía de inversión de capital de riesgo, pero en 2003 dio el salto a la política convirtiéndose en gobernador de Massachusetts, cargo que ocupó durante un mandato.

En 2008 hizo su primer intento a la Casa Blanca, pero John McCain le ganó las primarias demócratas, una contienda a la que se volvió a presentar en 2012, esta vez imponiéndose al exsenador Rick Santorum. La alegría de Romney sin embargo duró hasta el día de las elecciones, cuando Obama logró su reelección con una holgada victoria frente a su oponente republicano.

Seremos juzgados por cómo cumplimos con nuestro deber. Si ignorase las pruebas por motivos partidistas, la historia castigaría a mi personaje

Estos sendos fracasos electorales fueron objeto de mofa por parte de Donald Trump cuando Romney se opuso a su candidatura. La venganza de Romney llegó este miércoles, cuando votó a favor de sacarle de la Casa Blanca.

"Seremos juzgados por cómo cumplimos con nuestro deber. Si ignorase las pruebas por motivos partidistas, la historia castigaría a mi personaje", argumentó para defender su postura.

Cuando era joven, fue misionero durante dos años en Francia, y más tarde sirvió como líder de la iglesia mormona cuando vivía en Boston. Una fe arraigada en lo personal, aunque generalmente minimizada en el ejercicio de su carrera política.

Ahora se aferró de nuevo ella para defender un compromiso moral con lo que consideraba justo. A costa de convertirse ya no en verso suelto, sino en enemigo público de Donald Trump, desatado ahora hacia la carrera por la reelección.

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