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Los refugiados, en situación crítica en las islas griegas

  • Casi 42.000 personas están en condiciones de hacinamiento e inseguridad en los centros de identificación de Lesbos, Samos, Quíos, Leros y Kos

  • "Cada vez son más los niños que tienen pesadillas y temen salir de sus tiendas", explica el responsable de las actividades de salud mental de MSF en Lesbos

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2020 ha comenzado con cifras récord de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo confinados en las islas griegas. Mujeres, hombres, niños y niñas están atrapados en condiciones de hacinamiento e inseguridad, sin acceso a la atención médica, en los centros de identificación y registro, los conocidos como hotspots en la jerga de la UE, de Lesbos, Samos, Quíos, Leros y Kos. La situación en las islas griegas del Egeo es comparable a la que Médicos Sin Fronteras (MSF) ve en partes del mundo afectadas por desastres naturales o en zonas de guerra.

En Moria son muchas las familias que comparten tienda de campaña Anna Pantelia/MSF

Las consecuencias del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, firmado en marzo de 2016, son una tragedia. La contención y la disuasión han tenido un impacto devastador. Así lo constatan, cada día, los equipos de MSF en las islas griegas. La situación en estos centros, en los asentamientos informales y en las extensiones surgidas por el hacinamiento es terrible.

El campo de Moria, un infierno en el paraíso

Lesbos es una de las islas con más encanto del Egeo, pero también alberga el campo de Moria, un infierno en el paraíso. Este centro es ya tristemente famoso por constituir el mayor campo de refugiados en suelo europeo. Más de 19.000 personas se aglomeran dentro y fuera de unas instalaciones concebidas para 3.000. En Samos, la situación de hacinamiento del campo de Vathi es insostenible, el centro acoge 11 veces más personas que la capacidad para la que fue diseñado.

La familia de Jawad ha cubierto con una lona de plástico su tienda para intentar que el agua no entre Anna Pantelia/MSF

En Olive Grove, la extensión informal surgida junto a Moria por la falta de espacio del campo oficial, los apenas 16 metros cuadrados de una tienda de campaña se comparten entre cuatro familias.

Todas las mañanas, en la sala de espera de la clínica pediátrica de MSF instalada frente al centro de recepción de Moria en la isla de Lesbos, docenas de familias esperan a que un miembro del equipo pase consulta a sus hijos.

Niños juegan en un columpio en un olivar a las afueras de Moria Anna Pantelia / MSF

“Como ciudadana europea, lo que he visto en Lesbos me apena, me avergüenza, y, sobre todo, me indigna dado que lo que sucede allí responde a las consecuencias de una elección consciente de los Gobiernos de la UE de dejar que las personas vivan en estas circunstancias”, afirma Caroline Willemen, que ha pasado un año en Lesbos como coordinadora de MSF en la isla.

Cifras que no se veían desde 2016

A medida que en verano de 2019 las llegadas por mar alcanzaban cifras no vistas desde 2016, los equipos de salud mental pediátrica de MSF que trabajan en Lesbos veían cómo se duplicaban las derivaciones de niños respecto a los meses anteriores.

Zeynab tiene 12 años y es de Afganistán. Vive en una tienda de campaña en Moria. Zeynab fue derivada por un médico de MSF al hospital local para pasar un examen, ya que en Turquía le diagnosticaron un tumor cerebral. Ella y los seis miembros de su familia tienen que compartir una tienda de campaña con otras cuatro familias. La carpa se divide en cuatro partes de unos 4-5 metros cuadrados cada una. "Cuando intentamos dormir, ni siquiera tenemos espacio para estirar las piernas. Zeynab sufre recurrentes crisis epilépticas”, dice su hermano.

Los equipos atienden a niños que presentan cambios en el comportamiento como agresividad, pesadillas, pánico y ansiedad Anna Pantelia/MSF

"Cada vez son más y más los niños que dejan de jugar, tienen pesadillas, temen salir de sus tiendas y comienzan a retirarse de la vida cotidiana", explica Katrin Brubakk, responsable de las actividades de salud mental de MSF en Lesbos. “Algunos dejan de hablar por completo.

La situación de los niños se deteriora día a día a causa del hacinamiento, la violencia y la falta de seguridad en el campo. Para evitar daños permanentes, estos niños deben ser evacuados del campo de Moria de inmediato", alerta la psicóloga de MSF.

Vista de Olive Grove, la extensión informal erigida del campo de Moria Anna Pantelia/MSF

Víctimas de torturas y violencia sexual

En los últimos seis meses, el 17% de los nuevos pacientes de salud mental de MSF en la clínica de Mitilene habían intentado suicidarse. La mitad de los pacientes del programa han sido víctima de tortura; tres de cada diez han sufrido violencia sexual. En el caso de los niños, más del 25% de los atendidos se había autolesionado, hasta el punto de que hay quienes han intentado suicidarse. Algunos tienen menos de 10 años.

George, un joven de África occidental, ha estado viendo a un psicólogo y un psiquiatra de MSF desde abril. Su familia fue asesinada en un ataque terrorista en 2015 y fue capturado y torturado hasta que logró escapar. “Cuando llegó por primera vez a nuestra clínica, George tenía pensamientos suicidas, alucinaciones y a menudo se disociaba de la realidad. Tenemos un gran volumen de pacientes con síntomas psicóticos como los que padece George, pero el tratamiento que brindamos a menudo es en vano porque, después de ser estabilizados, los pacientes tienen que regresar a Moria donde se enfrentan a muchos factores que les recuerdan horribles experiencias pasadas. Para alguien que ha sufrido tortura, incluso ver el alambre de espino o de soldados puede provocar paranoia”, explica el psicólogo de MSF Greg Kavarnos.

Basura en la puerta del centro de identificación y registro de Moria Anna Pantelia/MSF

Caroline, la coordinadora de MSF, incide en esta idea: “tratamos a niños con infecciones respiratorias y los enviamos de vuelta a vivir en una tienda de campaña; asistimos a supervivientes de tortura con trastorno por estrés postraumático y los mandamos otra vez a un contenedor que comparten con 15 extraños, ayudamos a mujeres embarazadas y sabemos que esa mujer y su bebé vivirán en una tienda de campaña solo tres días después de dar a luz”, se lamenta.

Y la situación se podría deteriorar aún más si, según el plan anunciado por el Gobierno griego, se sustituyen los campos para sustituirlos por nuevos “centros cerrados” aún más restrictivos.

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