Tras más de dos semanas desde que se inició el procedimiento para constituir el jurado, el juicio contra el antiguo productor cinematográfico Harvey Weinstein ha dado comienzo con los argumentos de la Fiscalía de Nueva York.
Los abogados del magnate han propuesto recusar el caso por la falta de imparcialidad del juez que lo instruye, James Burke. Sin embargo, eso no ha impedido que Meghan Hast -también temida por la defensa, que ha intentado forzar su salida sin éxito- se haya centrado en esta primera sesión en perfilar el carácter del magnate de Hollywood, al que ha calificado de "depredador en serie" y de usar su poder para manipular y abusar sexualmente de al menos seis mujeres.
Por su parte, los letrados contratados por Weinstein han esgrimido que las supuestas víctimas mantenían férreas relaciones con el acusado y que los “ataques” habían sido consensuados previamente, de ahí que pidieran que no se tuvieran en cuenta.
En un gesto para intentar mejorar su imagen pública, el antiguo propietario de The Weinstein Company -empresa de la que fue despedido tras conocerse el escándalo-, de 67 años, dejó su inseparable andador en casa y se desplazó hasta el juzgado cojeando y con dificultades, hasta ocupar su lugar en la sala, donde se mantuvo en silencio. Mientras, cientos de periodistas se agolpaban en las inmediaciones siguiendo sus pasos de cerca.
Weinstein estuvo callado mientras Hast pedía al jurado –compuesto por siete hombres y cinco mujeres- que escuchara “con la mente abierta” a las testigos, entre ellas dos de las denunciantes del caso: la ayudante de producción británica Mimi Haleyi y una aspirante a actriz de la que hasta hace poco no se conocía su identidad, Jessica Mann.
Las experiencias de las dos denunciantes
En su relato, la fiscal Hast explicó que todas las actuaciones por parte de Weinstein generaron en las jóvenes vergüenza y humillación a partes iguales, además de originarles traumas de los que no ha sido fácil desligarse.
En el caso de Haleyi, Weinstein la manipuló de tal manera que le hizo creer que efectivamente mantenían una relación profesional para “que ella, que no tenía nada, sintiera que le debía algo”. Por ello, en 2006 sufrió en su propia piel dos ataques sexuales, con el consiguiente shock y las secuelas de ambos.
El caso de Jessica Mann fue similar. Arrastraba una “infancia de abusos” y cuando se topó con Weinstein en una fiesta en 2013 pensó que había obtenido una “oportunidad laboral” tras sus frustrados intentos de hacerse un hueco en Los Ángeles. Sin embargo, lo que ocurrió es que Weinstein siguió ejerciendo su poder sin parangón: le prometió un papel y acabando violándola en el hotel en el que ella se hospedaba.
Junto a estas dos mujeres testificará la actriz Annabella Sciorra. Su caso es particular, ya que los hechos que alega son demasiado antiguos como para ser juzgados. No obstante, se están teniendo en cuenta por parte de la Fiscalía para demostrar la existencia de un patrón de conducta que implica abusos a más mujeres. Entre ellas se encuentras otras tres testigos que tampoco habían sido identificadas hasta ahora: Dawn Dunning, Tarale Wulff y Lauren Young.
La defensa alega mensajes entre ambas partes para buscar la exoneración
Tras dos horas de intervenciones por parte de la acusación, uno de los abogados de la defensa, Damon Cheronis, intentó sembrar la desconfianza entre el jurado. Para ello, afirmaba contar con mensajes entre las víctimas y Weinstein para hacer ver que mantuvo con ellas relaciones sólidas, especialmente con Mann, la cual duró cinco años (2012-2017). “Tú no llamas a Harvey Weinstein violador en 2020 si en 2015 querías presentárselo a tu madre”, afirmaba Cheronis.
"Cuando escuchen los testimonios (de las testigos) serán emocionales, pero no queremos avergonzar a las víctimas: recuerden que estamos aquí para hacer preguntas que no se han preguntado", concluyó el abogado ante el jurado.
Ante esto, Hast advirtió al jurado de que las violaciones no se producen en “callejones sin salida” a manos de un extraño. Es más: prometió traer a un experto para escuchar de primera mano que es más habitual de lo que se cree que las víctimas sean agredidas por personas que conocen y que, precisamente por ese factor de conocimiento y de confianza, declinan denunciarlos.
No fue hasta el final de la jornada cuando la Fiscalía llamó al estrado al primer testigo, un ejecutivo de The Weinstein Company, Lance Maerov, que describió al productor como un hombre "extremadamente influyente y poderoso" que se comportaba de manera "diametralmente opuesta" en público y en privado.
2017, el año del movimiento #MeToo
Weinstein, que se ha declarado en todo momento no culpable, podría quedarse de por vida en prisión si se le juzga por abuso sexual, después de que en 2017 más de 80 mujeres, entre ellas muchas actrices famosas que han colaborado en alguna de sus películas, le acusaran de cientos de vejaciones sexuales.
Es innegable que este caso catapultó el movimiento #MeToo, y es por ello que la defensa ha pedido que el juicio no se convierte en un “referéndum” sobre él. Sin embargo, muchas voces han sido acalladas después de que Weinstein sellara con una treintena de víctimas acuerdos con valor de más de 22 millones de dólares para que sus denuncias no formaran parte del juicio.
El pleito, que se espera largo, dio comienzo el 6 de enero y podría durar al menos seis semanas más. Weinstein no solo se enfrenta a estos cargos en Nueva York, sino también en el estado de California.