Desde primera hora de la mañana, los voluntarios del Open Arms intentan mantener el ánimo de las 134 personas rescatadas que siguen a bordo.
Cada día pesa más que el anterior y después de la jornada más tensa en estos 16 días, este sábado se respira cierta calma, teñida de cansancio y resignación. "No tienes elección, sólo tener paciencia y ya veremos qué sucede. Esperemos que sea cuanto antes", ha dicho Abderrahman.
Intentan matar el tiempo de espera como pueden. Unos encuentran en un trozo de madera su tabla de salvación y juegan a las damas africanas, mientras esperan a que los políticos muevan ficha.
Otros juegan al parchís en un móvil. Intentan así controlar la ansiedad y la tensión que les produce no saber cuándo acabará por fin este encierro en el mar.
"Esperas olvidar esos pensamientos sobre cuándo iremos a tierra, pero no puedes. Busco algo para pasar el tiempo. Me gusta mucho escribir y leer. Por eso vi que alguien tenía este libro y desde la mañana lo estoy leyendo y estoy mejor", ha confesado Abderrahman. Es de Sudán, tiene 24 años y está leyendo El peregrino.
Lampedusa solo queda a 800 metros, una quimera que solo la voluntad política puede convertir en realidad.