Denunciar al maltratador es el camino para escapar de la violencia de género: ese es el mantra que se repite a las mujeres y que tanto las instituciones como las organizaciones feministas subrayan como fundamental para acceder al sistema de protección. Sin embargo, no es una responsabilidad exclusiva de quien sufre la violencia machista, sino que el entorno es fundamental, no solo para arroparlas, sino también para iniciar el proceso, es decir, que sean los familiares y allegados quienes den un paso que en muchas ocasiones es muy difícil para las propias mujeres.
"No podemos contabilizar cuántas mujeres han salvado la vida gracias a las órdenes de proteccion en los órganos judiciales, pero hemos conseguido que las mujeres se atrevan a denunciar. Era un delito silenciado, tolerado por la sociedad, y ahora hay más implicacion social y más familiares y allegados se implican y denuncian casos de violencia de género. Hay que seguir por este camino", señala la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género, Ángeles Carmona.
La necesidad de dar ese paso vuelve a saltar al primer plano después de que, en apenas 48 horas y tras la multitudinarias manifestaciones registradas con motivo del 8 de marzo, otras tres mujeres hayan pasado a engrosar la dolorosa lista de las víctimas de la violencia de género: Estrella en Madrid, Gloria en Estepona (Málaga) y María en Valga (Pontevedra). Ninguna había denunciado antes.
De hecho, la estadística de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género reconoce doce mujeres asesinadas en lo que va de año, y solo una de ellas había denunciado previamente a su asesino. El resto no lo habían hecho y tampoco nadie dio ese paso por ellas.
Miedo a no ser creídas
"Las denuncias interpuestas son la punta del iceberg. Hay mucha violencia soterrada que no se denuncia", explica a RNE Cristina Colom Vaquer, vicepresidenta de Themis, Asociación de Mujeres Juristas. Desde la Fundación Mujeres coinciden: "El hecho de que las víctimas no hubieran denunciado no representa más que la cara visible del problema que conocemos: la inmensa mayoría de la violencia contra las mujeres sigue sin denunciarse, tanto violencia dentro de la pareja o violencia sexual por parte de terceros".
La estabilidad de la familia, la dependencia económica y emocional del maltratador o el miedo al qué dirán; son muchas las razones que llevan a las mujeres a no denunciar. Persiste además el estigma de no ser creídas, muy grave según la directora de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto: "Son muchas las que nos relatan que no se sienten creídas por los poderes públicos cuando deciden denunciar, y es una de las principales razones por las que la violencia sigue sin ser denunciada".
La formación de las personas que atienden a las víctimas y la sensibilización social son cruciales: "Hay que creer a las mujeres, que cuando se acercan a denunciar es porque están en una situacion que merece protección. Ganar credibilidad frente a los poderes públicos y frente a las insituciones que pueden proteger a las mujeres es lo que va a ayudar a que se denuncie la violencia", recalca Soleto a TVE.
En 2018 se presentaron 166.961 denuncias por violencia de género, según la estadística del Consejo General del Poder Judicial, una cifra ligeramente superior a la del año anterior. Más del 70% de estas denuncias acabaron con una sentencia condenatoria. Y casi 160.000 mujeres fueron consideradas víctimas con derecho a medidas de protección.
Son cifras que no han dejado de crecer desde la aprobación de la Ley Integral contra la Violencia de Género. Sin embargo, el 70 % de las denuncias las presenta la propia víctima, venciendo el miedo al agresor y al rechazo de su entorno. Otro 15 % son intervenciones policiales directas, mientras que cerca del 10% llegan a los juzgados por los servicios médicos que atienden a las mujeres, y apenas el 4% son denuncias directas de familiares o allegados.
Hay que denunciar
Una cifra pequeña, pero que casi duplica la del año anterior. Una mano tendida para las víctimas que funciona, según le ha contado a RNE Miguel Méndez, fiscal adscrito a la Sección de Violencia sobre la Mujer de la Fiscalía Provincial de Madrid: "Tras el atestado abierto de la Policía por un testigo, alguien que lo haya visto en la calle, el proceso no se para. Son delitos perseguibles de oficio y pese a que la victima intente frenar el proceso, el proceso sigue adelante".
La psicóloga Victoria Noguerol también ha escuchado muchas veces las justificaciones de los testigos: "Dicen que lo han comentado en el portal, entre los vecinos, que a veces se escucha en una casa... Pero que es tan delicado que... Pues no es que sea delicado: es un peligro, un riesgo, y somos responsables y cómplices", afirma. "La denuncia es la puerta de entrada a la posibilidad de protección", abunda la directora de la Fundación Mujeres.
La presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género lo corrobora: "Hacemos un llamamiento a la denuncia. Es la única manera de intentar proteger a la mujer, a través de los recursos que existen. No queremos impunidad, hay que pedir ayuda, hay recursos cerca de sus domicilios, hay una comisaría, un cuartel de la Guardia Civil o un juzgado donde están dispuestos a ayudarlas", insiste Carmona.
En el camino, muchas organizaciones feministas apoyan a las víctimas para romper el vínculo con su maltratador y dar el paso de denunciar. Otras trabajan para mejorar la legislación que protege a las mujeres y se enfrentan a una corriente que intenta desprestigiarla:"La violencia contra las mujeres es desproporcionada y se justifica la especial protección y la especial penalidad. No hay desproporción, los hombres no quedan mal parados en absoluto", dice Carmona.
"España es un referente mundial en la lucha contra la violencia de género y no podemos dar marcha atrás", continúa. Y añade que hay que seguir poniendo en marcha las medidas del Pacto de Estado contra la Violencia de Género y destinando recursos para apoyar a las víctimas.