El regreso de Mary Poppins es quizás una de las secuelas, en estos tiempos de reeboots y nuevas versiones, que más se ha demorado en regresar a las pantallas.
Han transcurrido 54 años desde que Julie Andrews y Dick Van Dyke cantaban aquello de Supercalifragilisticoespialidoso: el resultado un clásico súbito de Disney que ha marcado a varias generaciones y ganó cinco Oscar de trece nominaciones, entre ellos el de mejor actriz para Andrews.
Mary Poppins (1964) es una de esas cintas iniciáticas que muchos niños recuerdan como la elegida en su primera vez en el cine. El reto de superar o al menos igualar esta montaña sentimental- el icónico personaje y sus pegadizas melodías- era mayúsculo.
El retorno de la niñera más célebre de todos los tiempos se sitúa a una digna altura de su predecesora. Aterriza en las salas españolas este 21 de diciembre como previsible éxito de estas navidades.
El regreso de Mary Poppins es una alegre y tierna historia acompasada a un vibrante ritmo musical más acorde con los gustos actuales: a los mayores les traerá muchos recuerdos- con numerosos guiños- y a los pequeños les fascinará este mundo mágico donde la realidad cotidiana se transforma en fantasía a cada paso.
Rob Marshall, con experiencia en la dirección de musicales como Chicago, se situó a la cabeza de este barco entusiasmado con un rodaje basado en una de las películas favoritas de su niñez. Marshall convenció personalmente a Emily Blunt con la que había coincidido en Into the woods y se produjo un epifánico momento: “Tenía que ser ella o nada”. Y no se equivocó.
La británica Blunt (La chica del tren) brilla y encarna a una maravillosa Poppins a la que aporta su toque personal en canciones, bailes y actitud. Nada más y nada menos. La actriz confiesa que sintió “mucho vértigo” ante el desafío del papel más “empático” al que se ha enfrentado. Lo llevó a su terreno a través de los libros infantiles de la escritora PL Travers (Pamela Lyndon Travers), en los que se basa el filme Mary Poppins.
“[Poppins] es presumida y estilosa, la imagino sarcástica pero a la vez tranquilizadora. Puede volar, hacerlo todo bien y no se atribuye el mérito”, asegura Emily Blunt sobre la sensatísima institutriz.
A la niñera le acompaña su viejo amigo y cómplice Jack, en un trasunto del deshollinador que interpretaba Van Dyke (Chitty, Chitty Bang, Bang). Lin-Manuel Miranda es el simpático farolero al que este actor, escritor (atesora un premio Pulitzer), cantante y bailarín curtido en Broadway aporta todo el ritmo.
Rob Marshall intuía que no podía imitar lo inimitable y ha creado algo nuevo con un compendio del estilo de los ocho libros de PL Travers, cribados por un tamiz contemporáneo al que se añaden toques sociales como el desempleo y los desahucios durante la Gran Depresión.
El guión de David Magee recoge muchas de las perlas que desgranó la escritora como: “ahora o nunca” o “hacer posible lo imposible”. Una filosofía de contagioso optimismo.
“Nos centramos en el tema principal qué era que cuando nos convertimos en adultos nos volvemos más cínicos. Nos olvidamos de ver la vida a través de los ojos de un niño”, señala Marshall en las notas de producción.
Como anécdota, la rocosa Travers le negó el pan y la sal a Walt Disney, empecinado en trasladar el personaje a la pantalla. Finalmente, consiguió convencer a la autora que, genio y figura, siempre echó pestes de la versión cinematográfica.
Un canto de amor a Londres
Hay varias conexiones entre el filme original y la secuela: El regreso recupera a los niños Michael (Ben Whishaw) y Jane (Emily Mortimer), ya adultos y a los tres hijos del primero, Annabel, John y el pequeño Georgie, que han sufrido la muerte de su madre.
Para mayor desgracia, los Banks están a punto de perder su casa en plena Gran Depresión de los años 30, que es la época real en la que la escritora alumbró sus narraciones. Para resolver este desaguisado y enseñar como plantarle una sonrisa a un drama peliagudo aparecerá desde el cielo con su clásico paraguas la niñera prodigiosa.
Y arranca el baile con un musical de estilo clásico sostenido por nueve canciones originales con letras cuajadas de juegos de palabras. Inspiradas en las legendarias partituras de los 60 y en coreografías como las de Bailando bajo la lluvia.
También destaca la preciosa escenografía casi artesanal y el vestuario colorista. El sello Disney se halla en cada plano en el vitalista empaste de animación y acción real. Para no perder el espíritu original tiraron de dibujos a mano en los que trabajaron animadores ya jubilados.
Firman una carta de amor estilística a Londres. La ciudad es un personaje más en la que se evoca sin reparos el poder de la esperanza.“El mundo atraviesa un momento muy delicado. Las personas se sienten inseguras y vulnerables, así que es importante tener algo que nos saque de nuestra existencia cotidiana y que nos recuerde que en el mundo todavía hay magia y cosas con las que maravillarse”, afirma Rob Marshall.
Los cameos y homenajes a la primera Mary Poppins merecen capítulo aparte. Como la escena del espejo, calcada de la original o la presencia de la cometa que también une ambas versiones.
En la película participan leyendas como Angela Lansbury como la entrañable señora de los globos. Lansbury paradójicamente se quedó fuera del casting de 1964. Mientras que Meryl Streep encarna a la extravagante prima de la niñera con un curioso acento en un descacharrante papel. A Colin Firth le ha tocado bailar con la más fea en el papel del avaricioso banquero que quiere desahuciar al pintoresco clan.
Asimismo, aparece fugazmente Karen Dotrice, que interpretó a la Jane Banks niña con una frase que los fans reconocerán. Pero es Dick Van Dyke el que a sus 92 años interpreta el cameo más sonado como Mr Dawes, el director del banco donde trabajó la familia Banks. Junto con Dotrice, el veterano actor es el único miembro del reparto original que repite en la secuela.
Van Dyke fue el alegre deshollinador Bert y aprendió a bailar para la cinta. Su célebre número ‘Al compás’ se convertiría en uno de los hits con permiso del Supercalifragilistico… y obligó a Disney a ampliar esta secuencia.
La continuación no cuenta con la presencia de Julie Andrews que rechazó participar, aunque es muy amiga de Marshall que le dirigió en ¿Víctor o Victoria? en 1995. La actriz, de 83 años, no quiso restar protagonismo a Emily Blunt.
Andrews alcanzó el estrellato con la niñera casi perfecta que nos recuerda que nunca debemos dejar atrás el niño que llevamos dentro.