Las vacunas suponen uno de los grandes logros de la humanidad. Ningún otro avance de la medicina ha salvado tantas vidas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, evitan de dos a tres millones de muertes al año. Además de prevenir innumerables anomalías congénitas y discapacidades permanentes.
"No hay ninguna medida de prevención de enfermedades que haya sido tan efectiva como las vacunas", opina Roi Piñeiro, jefe del servicio de Pediatría del Hospital General de Villalba, "ni el lavado de manos, ni los antibióticos, ni los antisépticos son más efectivos que las vacunas para evitar estas enfermedades infecciosas que hoy se llaman precisamente inmunoprevenibles".
Sin embargo, pese a la aplastante unanimidad de la comunidad científica, existen grupos y personas que se oponen a este sistema de prevención. Aunque las razones que esgrimen son diversas, el terreno en el que se mueven los antivacunas suele ser un territorio abonado por los bulos y la desinformación, donde lo natural es indefectiblemente sinónimo de bueno y lo artificial, de malo. Las medias verdades se convierten en certezas inamovibles y las informaciones sesgadas crecen sin ningún tipo de control, inmersas en el delirio de una confabulación a escala planetaria en la que todos los médicos tendrían como única misión satisfacer a los intereses de la industria farmacéutica.
El doctor Piñeiro coordina una consulta pionera en España sobre asesoramiento en vacunas, dirigida principalmente a aquellos padres que, de forma voluntaria, han decidido no vacunar a sus hijos. "A mí me vienen los pacientes que son más reacios. O esos a los que su pediatra ya no sabe cómo convencer, porque en los cinco minutos que tiene asignados para cada uno de ellos no tiene tiempo suficiente para realizar este cometido", explica a RTVE.es.
Paciencia, respeto y empatía
Esta consulta es de pediatría general, y la receta que propone está compuesta por tres ingredientes principales: paciencia, respeto y empatía.
El primero de ellos, la paciencia, se expresa en una atención más personalizada, para lo que resulta indispensable asignar más tiempo a cada uno de los casos. "Cuando puse en marcha este proyecto, lo único que pedí es que dentro de la consulta yo pudiera dedicar veinte o treinta minutos a un paciente solo para hablar; sin pruebas, sin emitir un juicio clínico", describe Roi Piñeiro.
"Estas personas vienen de su casa con la decisión clara de no vacunar. Llevan muchos años pensando que no van a vacunar a sus hijos. En treinta minutos yo sé que no les voy a convencer, pero sí puedo hacer que su cabeza haga "click", que reconsideren esa opción, que decidan qué vacunas quieren utilizar y qué vacunas no quieren utilizar...".
Otra de las reglas fundamentales es evitar la confrontación. "El respeto es lo primero. Que además es lo que suelen perder los pediatras cuando un padre ha decidido no vacunar", explica Piñeiro, quien también es miembro del Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría (AEP). "Uno se enfada con la familia y ya está, no hay más que hablar. Pero esa crítica no es constructiva".
El tercer elemento clave es la empatía. "Yo, a lo mejor los treinta primeros minutos de la consulta solamente escucho. ¿Usted por qué ha decidido no vacunar a sus hijos? ¿Cuáles son sus motivos? Pero no solamente que me lo cuenten, yo estoy escuchando de verdad", prosigue. "Es lo que se llama 'escucha activa', porque solo así puede llegar a meterse en el cerebro de la otra persona, interiorizar ese miedo que tiene, y así de alguna manera ser capaz de responder".
"¿Cómo se convence? Pues una vez que se ha pasado la fase de la empatía, con transmisión de buena información, con muchísimo cariño y también con más paciencia", resume el pediatra.
Movimientos tan antiguos como las vacunas
Aunque internet y las redes sociales se han convertido en el caldo de cultivo idóneo para el discurso de los antivacunas, no se trata de un fenómeno reciente. En realidad, es tan antiguo como las propias vacunas. "Esto no es nuevo ni está de moda ahora. Los movimientos contra las vacunas ya existían cuando se inventó la primera vacuna contra la viruela", asegura Roi Piñeiro.
"Desde el momento en el que se puso la primera vacuna, surgió el movimiento contrario a la vacuna, y muchos de los argumentos que esgrimían son los mismos que se dicen ahora, o muy parecidos", añade.
PIñeiro concluye su explicación lanzando una pregunta y su respuesta, que resumen a la perfección el despropósito contra el que lucha a diario en su consulta: "¿Por qué no existen los antivacunas o vacunofóbicos en el centro de África? Porque están viendo todos los días cómo los niños caen como chinches por enfermedades que aquí tienen una mortalidad del 0%".
¿Eres vacunofóbico? Dime, te escucho
Fruto de su experiencia en esta consulta, cuyo porcentaje de éxito es muy alto, Piñeiro ha publicado su primer libro: ¿Eres vacunofóbico? Dime, te escucho. Esta publicación se ha escrito con una finalidad muy clara: seguir informando y asesorando a todas aquellas familias que presentan dudas o miedos con respecto a las vacunas.