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Joël Dicker: "Escribo por el placer de hacerlo, no es una catarsis"

  • RTVE.es entrevista al escritor suizo que presenta el thriller La desaparición de Stéphanie Mailer

  • Una novela coral con saltos en el tiempo que aborda la reparación y las reminiscencias del pasado

ANA BELÉN GARCÍA FLORES
5 min.

“Un lector hizo hora y media de cola para decirme que el libro de Harry Quebert era muy malo”. El escritor suizo Joël Dicker ejemplifica con esta anécdota que aunque tiene muy en cuenta las opiniones de sus lectores, se aleja de las presiones a la hora de crear.

El vértigo no aparece asomar en la actitud de Dicker, a pesar de las cifras mareantes que le rodean. Con 33 años recién cumplidos ha vendido cuatro millones de libros, está valorado como uno de los mejores autores en lengua francesa, y cuenta con miles de seguidores que se declaran dickeradictos de las obras alumbradas por el “niño prodigio de la intriga” como le han calificado algunos críticos.

Portada del libro noticias

El fenómeno se desató, precisamente, con La verdad sobre el caso Harry Quebert (2012), que le valió una lluvia de premios y el éxito planetario. Una aclamada novela que ahora se ha convertido en miniserie bajo la dirección de Jean-Jacques Annaud.

El autor se encuentra en España para presentar su último libro, La desaparición de Stéphanie Mailer (Alfaguara). Un thriller de más de 600 páginas, que casi se convierten en 1200, concebido para ser devorado en varios días para no perderse, como recomienda el escritor que luce sin asomo de cansancio ante una brutal vorágine promocional, “esto es lo más satisfactorio, me da energía y me motiva”, afirma.

En esta historia coral, Jesse Rosenberg y Derek Scott son dos policías de Nueva York que resuelven con éxito un caso de asesinato de toda una familia en un pueblo de los Hamptons. Veinte años después, la periodista Stephanie Mailer sostiene que se equivocaron de asesino. Dos días después, desaparece.

La intrincada trama que se desarrolla con continuos saltos temporales y más de 30 personajes, recorre la idea de la reparación y de cómo “las reminiscencias del pasado llegan al presente”.

“Yo escribo dándole trabajo al lector"

Un argumento con las guías básicas del “estilo” Dicker con el teatro como telón de fondo. No es novela negra, reitera, pero sus atmósferas complejas giran en torno a un misterio y a personajes de los que apenas sabemos nada en un juego con el lector.

“Yo escribo dándole trabajo al lector, es el momento de que cree su propia imagen de los personajes. Y el desafío es convencerle de que ese personaje es simpático sin palabras sino a través de sus acciones”, señala en una entrevista con RTVE.es en la que explica que los asesinos que le interesan no son los psicópatas sino las “personas normales que han traspasado la línea”. Y se pregunta, ¿qué bomba ha explotado en esa vida para que haya actuado así?.

Joël Dicker señala que no planifica su método de escritura en una especie de creación sobre la marcha, “me hace estar más tranquilo y plantearme mis dudas. Esto me dice si voy en la buena dirección o no”.

Y admite que para él “no es una catarsis ni una purificación donde sufro o cuento mis cosas es simplemente que me complace escribir”.

A esta distancia contribuye que a menudo sitúa sus tramas en Los Hamptons estadounidenses, un idílico paraje donde veraneó en su infancia pero que solo usa literariamente a modo de escenario para encontrar su voz como narrador, recuerda.

"La cultura está amenazada por la falta de responsabilidad"

Dicker es un defensor a ultranza del poder de la literatura para espolear la imaginación sobre todo en los más pequeños, a los que insta a iniciar en este disfrute. Entre sus referentes se encuentran Steinbeck y el recientemente fallecido Philip Roth.

En su último libro, desliza, además, temas de calado como la crisis de la prensa escrita o la pérdida de interés por la cultura, amenazada por las nuevas tecnologías y las redes sociales con las que se muestra muy crítico si se usan sin criterio.

“La cultura está en crisis no solo por culpa de Internet. Es por nuestra falta de responsabilidad. Internet permite un acceso ilimitado por ejemplo en youtube a documentales, ópera, fotos de la NASA…, pero tú decides si ves eso o fotos de gente que se cae en la calle”, relata, a la vez que también apela a la responsabilidad en el cuidado del planeta.

El novelista arrancó en la escritura con tan solo 19 años y acerca de la pregunta recurrente sobre la juventud y el éxito, el autor, que no se identifica con la generación millennial, se muestra contundente: tener legión de lectores le ha permitido dedicarse a lo que quiere pero es consciente de que su carrera está empezando y le queda mucho por aprender.

“También [el éxito] tiene aspectos más negativos. Me sitúa en una posición más complicada porque siento la necesidad de renovarme y hacer cada vez algo diferente”.

Su aparente aplomo parece emanar del aprendizaje obtenido por el fracaso, sus cuatro libros anteriores a Harry Quebert fueron sistemáticamente rechazados por las editoriales hasta el boom.

“Mi último libro es importante para mí porque por primera vez me siento escritor. Ahora sí entiendo lo que hago y domino lo que hago en relación con los otros. Así lo percibo yo sobre mí mismo”, concluye el autor con amabilidad mientras parte raudo a su próximo compromiso.

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