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Cannes 2018: El reino del cine mundial en peligro

  • El festival de cine arranca con una histórica crisis de identidad

  • No proyectar películas de plataformas digitales puede desplazarle como referente

ESTEBAN RAMÓN
7 min.

En 1938, los cineastas franceses se marcharon airados del Festival de cine de Venecia. El año anterior, la pacifista cinta francesa La gran ilusión, de Jean Renoir, había sido derrotada, mientras que ese año triunfaban (ex aequo) dos cintas de corte fascista: Luciano Serra pilota y Olympia, la obra maestra de Leni Riefenstahl. Con la guerra llamando a las fronteras, reclamaron al gobierno francés un certamen similar en Francia, ya fuera en Biarritz o en Cannes.

Y vaya si lo lograron. La edición de 1939 duró lo que tardó Alemania en invadir Polonia, pero desde 1946 y hasta nuestros días no hay dudas: la gloria del lenguaje audiovisual aspira a proyectarse en Cannes: la perfecta conjunción de vanguardia y glamour, arte e industria. La hermosa contradicción del séptimo arte es la lujosa alfombra roja de La Croisette que precede a arriesgados experimentos visuales.

Las nuevas películas de Asghar Farhadi, Lars Von Trier, Jean-Luc Godard o Pawel Pawlikowski comparten este año doce días de cine con, por ejemplo, el estreno de Solo, una historia de Star Wars, de Ron Howard. Cannes 2018 no puede quejarse de alineación titular, pero mira al medio plazo con inquietud. Hasta el siglo XXI, el festival ha reinado desde una posición de poder que este año se ha tambaleado.

Primero, la aparición de la edad de oro de las series, y más tarde, el progresivo cambio de los hábitos de consumo, acotaban la exclusiva parcela de excelencia cinéfila de Cannes en los últimos años. Pero la definitiva irrupción de largometrajes para consumo en plataformas de streaming desembocó en el gran encontronazo escenificado en 2017.

Cannes vs. Netflix: en capítulos anteriores

El año pasado el festival aceptó en competición dos películas de Netflix pensadas para su plataforma y no para ser distribuidos en los cines. No era la primera vez que algo similar ocurría, pero ya no se podía posponer más el debate. Aceptar obras de autores como Bon Joon Ho o Noah Baumbach, por muy Netflix que fueran, era un paso natural: si Cannes aspiraba a seguir reinando en la evolución del lenguaje audiovisual, ¿cómo iba a renunciar a la creciente pléyade de cineastas que ingresaban en el bando del streaming?

Pero también era un paso contradictorio con la esencia de un festival de cine, que no deja de ser un escaparate de ventas para el tradicional mercado de distribución. Ante las presiones de la industria francesa, el festival resolvió durante el mismo festival: sería la última vez que proyectase películas no destinadas a salas. El marrón del cisma salpicó a Pedro Almodóvar, presidente del jurado, que en rueda de prensa se posicionó con el malestar del festival.

La neofilia dominante en la sociedad situaba además al certamen en el lado sucio de la opinión pública: su política, que tiene todo el sentido para su supervivencia, se percibe como ponerle palos a la rueda del progreso, a lo que no ayuda medidas estériles como prohibir este año los selfies en la alfombra roja.

En el ojo del huracán, el delegado general de Cannes, Thierry Frémaux. En una entrevista para RTVE.es en el pasado Festival de San Sebastián, no ocultaba un choque, casi moral, con Netflix. “Reed Hastings (fundador y director ejecutivo de Netflix) es siempre muy irónico con las salas de cine de París y eso no me gusta. Para mí, una sala de cine es tan importante como La Scala de Milán para la ópera”, afirmaba.

Frémaux apelaba a la supuesta ductilidad de Cannes para contestar a la pregunta clave: ¿está en peligro Cannes como centro del lenguaje cinematográfico? “Cannes es un laboratorio. 2017 fue una forma de decir a Netflix: Bienvenidos. Pero era también un ensayo. Si Cannes quiere seguir siendo el festival más importante del mundo tiene que ser abierto. El conflicto fue fuerte y poderoso, pero positivo”, sostenía.

Cannes vs. Netflix. Capítulo 2

Pero Netflix ha exhibido músculo y posición de fuerza. Porque la tiene: hasta Martin Scorsese, una de las personas que más ha porfiado por la conservación del celuloide y que en 2014 escribía una amarga carta abierta sobre la desaparición de la gran pantalla, estrenará directamente para Netflix su nueva obra, The irishman.

Para este año, Cannes invitó a las películas de Netflix al festival con una condición: no podrían optar a la Palma de Oro. La plataforma respondió con una negativa tajante, acusando a Frèmaux de una normativa anti-Netflix e invitando irónicamente a Cannes a “unirse a la comunidad cinematográfica mundial” y “dar la bienvenida a lo nuevo”. La decisión dejaba fuera de Cannes a los nuevos largometrajes de -casi nada- Alfonso Cuarón (Roma) y Paul Greengrass (Norway).

Guerra abierta con Netflix al margen, la marea para Cannes es preocupante. ¿Qué ocurrirá con antigua primicia de los festivales cuando, no ya Netflix, sino algunas empresas más poderosas del mundo como Amazon o Apple se han convertido en jugadores del mercado? ¿Qué incentivo tendrán para acudir a Cannes? ¿Qué significará Cannes, templo del cine de autor, cuando la mayoría de ellos acudan a la financiación fácil, ilimitada y con garantía de absoluta libertad que les ofertan los gigantes de Internet?

Nadie duda de que Cannes es todavía un escaparate fabuloso. Y Frèmaux apunta a otros motivos para la resistencia. “Hay otra realidad en el mundo que viene, pero quizá la solución no sea un futuro deshumanizado, en el que tengamos todo en la puerta de casa. Sí, queremos conocer, pero también luchar contra los excesos del nuevo mundo. La conciencia de las salas de cine debe volver a las nuevas generaciones. Es como la comida: a todo el mundo le gusta una comida original, diferente e inventiva. No me gustan las hamburguesas: soy francés”.

El cine español vuelve (con matices)

Antes de partir para Cannes, Jaime Rosales, da una explicación sobre la tradicional marginación de cine español en el festival. “Lo que le interesa a los franceses es lo francés, lo exótico, lo políticamente relevante y lo formalmente radical. Los españoles solo podemos entrar en la última categoría. ¿Cuál es el drama? Que en España no hay un espectador hacia el cine radical que sí que hay en Francia. Cuesta levantar proyectos para un espectador muy minoritario. Ahí está el nudo gordiano”.

Pero lo cierto es que el cine español nada menos que inaugura y clausura el festival de 2018. Aunque ninguna de las dos cintas estén firmadas por autores españoles. Todos lo saben, dirigida por el iraní Asghar Farhadi y protagonizada por Javier Bardem, Penélope Cruz Ricardo Darín, inaugurará la competición por la Palma de Oro. La esperada cinta cuanta con la coproducción de Morena Films y, además del reparto, la fotografía corre a cargo de José Luis Alcaine, la música de Alberto Iglesias y el vestuario es de Sonia Grande.

Más española es aún El hombre que mató a Don QuixoteTerry Gilliam al fin ha podido materializar su sueño gracias a la producción de Gerardo Herrero Mariela Besuievsky (Tornasol films) y un equipo técnico básicamente español. La película, que cuenta con la participación de RTVE, clausura fuera de competición.

Tráiler subtitulado en español de 'El hombre que mató a Don Quijote', de Terry Gilliam

También participada por RTVE y también en sección oficial fuera de concurso podrá verse Un día más con vida, cinta de animación sobre el reportero Ryszard Kapuscinski codirigida por Raúl de la Fuente y Damian Nenow.

RTVE.es estrena el tráiler de 'Un día más con vida', una película de animación de Raúl de la Fuente y Damian Nenow que ha sido seleccionada para competir en la sección oficial, fuera de concurso, del Festival de Cannes. Se trata de una coproducción entre España, Polonia, Alemania, Bélgica y Hungria, participada por TVE, que es una adaptación de la novela homónima del periodista y escritor Ryszard Kapu¿ci¿ski, que vivió los últimos días de Angola como colonia portuguesa, en 1975, y las terribles consecuencias de su descolonización. Se estrena en 2018.

Jaime Rosales, uno de los pocos cineastas españoles mimados por Cannes (Almodóvar aparte), participa en la Quincena de Realizadores con Petra, un drama protagonizado por Bárbara Lennie y Álex Brendemühl.

RTVE.es te ofrece en primicia el tráiler de 'Petra' de Jaime Rosales, que se estrena en Cannes

Por último, Carmen y Lola, ópera prima de Arantxa Echevarría, que aborda la historia de amor entre dos adolescentes gitanas también se presenta en la Quincena. Y la coproducción hispano-argentina El ángel, dirigida por Luis Ortega y participada por El Deseo, estará presente en la sección Una cierta mirada.

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