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Los alérgicos al polen sufrirán más esta primavera

  • Será una primavera de intensidad moderada en el centro y suroeste peninsular

  • Las gramíneas incidirán en Extremadura, Toledo, Ciudad Real, Madrid, Jaén y Sevilla

  • Tras un invierno frío, unas temperaturas suaves forman un mal cóctel para las alergias

AGENCIAS
5 min.

Los alérgicos al polen se enfrentan a una primavera de intensidad moderada en el centro peninsular y en la zona suroeste, una previsión similar a la que los alergólogos hicieron el año pasado y que acabó siendo más leve por el calor que hizo en abril y mayo.

Esta es la previsión que han hecho pública este lunes los responsables del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), un día antes de que entre la primavera, una estación en la que la sensibilización al polen de gramíneas generará más problemas en Extremadura, Toledo, Ciudad Real, Madrid, Jaén y Sevilla.

El frío y las precipitaciones registradas en invierno serán los que propicien esta situación. "Nunca llueve a gusto de todos. Los agricultores estarán muy contentos porque van a tener buena cosecha de cereales, pero los alérgicos a gramíneas no tanto porque va a haber niveles de polen muy importantes", ha destacado el presidente del Comité de Aerobiología de esta sociedad científica, Ángel Moral.

Mapa primaveral de la alergia

En concreto, en la zona peninsular, en Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid, la primavera será moderada (con entre 4.000 y 6.000 granos de polen recolectados por metro cúbico de aire) y los niveles máximos de polen se registrarán en Toledo, con la previsión de 4.874.

En la zona suroeste peninsular se prevén también unos niveles moderados altos: en Extremadura y, sobre todo, en Sevilla, donde se esperan 5.606 granos por metro cúbico de aire.

En las islas Canarias, la primavera será muy leve (cuando se recogen hasta 2.000 granos), con valores máximos de hasta 500 granos por metro cúbico de aire.

Y será leve también en el litoral mediterráneo (cuando las concentraciones son de 2.000 a 4.000 granos), con el nivel más alto en Barcelona (1.231 granos), al igual que en la cornisa cantábrica, donde el valor más alto se espera en Vitoria con 2.761 granos.

Por lo tanto, casi todos los días de la primavera, los alérgicos al polen de gramíneas tendrán síntomas, según el presidente de la SEAIC, Joaquín Sastre, ya que por lo general se manifiestan por encima de los 50 granos recolectados.

Un invierno frío que ha fortalecido a los cereales

El invierno ha sido muy frío, ha señalado Moral, con unas temperaturas medias en febrero por debajo de años anteriores, lo que es muy importante para el enraizamiento de los cereales que se siembran esos meses, como el trigo, la cebada, la avena o el centeno; o para las gramíneas salvajes que crecen solas al borde de los caminos. "Y eso hace que las raíces sean más profundas y favorece un crecimiento más vigoroso", ha señalado.

Además, el frío ha retrasado el crecimiento de todas las plantas -los almendros han empezado a florecer muy tarde, a principios de marzo, cuando lo normal es que lo hagan a finales de enero-, y esto también ha sucedido con los cipreses y las arizónicas, que han retrasado su polinización, por lo que los alérgicos a estas plantas también van a tener síntomas cuando se retiren las lluvias.

Las predicciones son similares a las que hicieron el año pasado, con la diferencia de que en 2017 los meses de abril y mayo fueron muy calurosos y poco lluviosos, lo que "hizo que las gramíneas se secaran rápido, aunque empezaron mucho antes, pero en general fue muy benigna para los alérgicos".

Temperaturas suaves y días sin lluvia, mal para los alérgicos

"Lo peor para los alérgicos es que las temperaturas sean suaves y no llueva, porque las lluvias en primavera hacen que el polen se humedezca y caiga al suelo. Y cuando la temperatura es muy alta se secan las gramíneas, pero de lo contrario la polinización puede durar dos meses y dar más problemas.

Lo ideal para los alérgicos es que llueva todos los días y haga calor para que lo poco que crezca, se seque", ha destacado.

Ante esta situación, Moral, aconseja a los pacientes alérgicos usar mascarillas para que el polen no entre en las vías respiratorias, lavarse la cara o cambiarse de ropa al llegar a casa y usar purificadores de aire en los interiores.

En 2030, uno de cada cuatro españoles será alérgico al polen

La Sociedad Española de Alergología ha destacado el aumento de alérgicos al polen en los últimos años, que en el caso de las gramíneas ha pasado del 35 al 74%, y calcula que en 2030 uno de cada cuatro españoles serán alérgicos al polen, como consecuencia de la contaminación y el cambio climático.

La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y los motores diésel son muy irritantes para las vías respiratorias pero también afectan a las plantas, alterando la estructura del polen y propiciando que genera proteínas de estrés como mecanismo de defensa, lo que hace que aumente su capacidad para inducir una respuesta alérgica a personas susceptibles.

"Esto explica que en las ciudades haya más alergias que en zonas rurales, pese a haber más plantas y más concentraciones de pólenes", ha lamentado Moral, que también asegura que el cambio climático está alterando los ciclos de polinización y favoreciendo una mayor exposición de la población.

"Necesitamos más alergólogos para lo que se nos viene encima", ha añadido el presidente de SEAIC, Joaquín Sastre, quien argumenta que ahora en España solo hay "los justos" y cada vez hay más casos tanto en población pediátrica como adulta, con pacientes que acaban desarrollando alergias después de 50 años.

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