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Zuloaga, un español en París

  • La Fundación Mapfre analiza la trayectoria del artista en el París de la Belle Époque

  • Fue uno de los artistas españoles más internacionales pero en España era mal visto

  • Combinó el sentido de la tradición española con la visión de la modernidad parisina

  • Émile Bernard lo consideraba como "el mejor pintor de nuestra época"

LAURA G. TORRES
6 min.

"Estamos de acuerdo en todos los puntos del arte y considero a Zulo [Zuloaga] como el mejor pintor de nuestra época". "Sus inicios fueron muy pobres, según vi yo mismo en Sevilla en 1896, cuando compraba cuadros antiguos en las ferias para revenderlos y ganarse así la vida. Todo ello lo sitúa a gran altura, pero en él valen todavía más el artista y el creyente que el hombre ejemplar. El artista no cree haber llegado a la cima. Se considera un estudiante, siempre en busca del perfección, cuando es el mejor de nuestra época".

El pintor francés Émile Bernard no se cansaba de repetir que Ignacio Zuloaga (1870-1945) era el mejor de todos los artistas de una generación no precisamente falta de referentes, como muestran las distintas misivas que en el verano de 1932 dirigió a Andrée Fort, la que se convertiría en la segunda mujer del postimpresionista.

Poner de relieve la trascendencia internacional del pintor vasco en el contexto del París de la Belle Époque es el objetivo de la nueva exposición de la Fundación Mapfre en Madrid, que desde este jueves 28 de septiembre hasta el 7 de enero mostrará a través de más de 90 obras el modo en el que Zuloaga fue capaz de combinar un profundo sentido de la tradición española con una visión plenamente moderna, acorde al París de la época.

"Lo interesante es descubrir que Zuloaga es un pintor prácticamente parisino y que tiene un tema español, como lo tienen muchos otros tanto pintores franceses como el propio Picasso, y cómo se entiende de una manera distinta en ese contexto de una pintura mucho más internacional", explica a RTVE.es el director del Área de Cultura de Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo, comisario de la exposición junto a Leyre Bozal, conservadora de colecciones.

Zuloaga en el París de la Belle Époque, 1889-1914 reúne obras del artista de Éibar que difícilmente podrán volver a verse de nuevo en España, cedidas por más de 40 instituciones y colecciones, y otras de artistas coetáneos como Picasso, Toulouse-Lautrec, Rodin o el propio Bernard.

La vida en París y la reconciliación con España

El artista de Éibar llegó a París por primera vez en 1889 y allí vivió de modo intermitente durante más de 25 años. "Va a París queriendo ser un pintor cosmopolita, pero es que no solo viaja a París, sino que se casa con una parisina y está perfectamente introducido en la mejor sociedad parisina, francesa e internacional y hará una gran carrera internacional", señala Jiménez Burillo, que subraya que, mientras expone por toda Europa, en España no lo hace porque "allí se le ve mal, porque se le ve como un español pintando españoladas".

Se da el caso de que su obra Víspera de la corrida (1898), de temática andaluza y con motivos taurinos, gitanas y mujeres con mantilla, y que Zuloaga quiere presentar a la Exposición Universal de París de 1900 es descartada por el jurado español ante la "enorme presión" del Gobierno para que sea seleccionada por presentar una imagen atrasada y estereotipada de España. El cuadro sería comprado posteriormente por el Estado belga y hoy en día pertenece a los fondos de los Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique y puede verse de manera excepcional en la exposición de la Fundación Mapfre.

Y es que son precisamente esas señas de identidad de la tradición española que exhibe Zuloaga las que seducen en Europa. "Para muchos artistas e intelectuales que viven muy mal una Europa industrializada de las grandes ciudades, esa llegada al mundo moderno, España es como un oasis en el que todavía se respira una espiritualidad sincera y donde encuentran una especie de exotismo dentro de Europa. Esos valores, esa idea que Gaugin había encontrado en Bretaña, es lo que aporta Zuloaga al mundo artístico francés", señala el comisario.

Como otros grandes pintores de la época, que atraviesan una gran crisis que de la que se liberan a través de un gran viaje, como Gaugin con Tahití, o Bernard con Italia, en el caso de Zuloaga su viaje, como no podía ser de otra manera, es desde Francia a España, para encontrar al Zuloaga más auténtico. "En esta exposición contamos esa historia y vemos a Zuloaga en su verdadera profundidad, en esa primero ruptura interior que tiene entre lo español y lo internacional y cómo vive ambas cosas hasta que los reconcilia al final", dice Jiménez Burillo.

El Zuloaga coleccionista y redescubridor de El Greco

La muestra incluye también varias obras de la propia colección personal de Zuloaga de los maestros españoles que él más admiraba como Zurbarán, Velázquez, Goya o El Greco, pues fue precisamente el vasco uno de los principales responsables del "redescubrimiento" del autor de El entierro del conde de Orgaz.

"Cuando Zuloaga llega a esa especie de reconciliación con lo que hay de español en él, decide que algo tiene que hacer con el patrimonio español y así es como él está en el origen del redescubrimiento del Greco. Es Zuloaga el que empieza a valorarlo y el que ayuda a que en París se conozca el Greco. Es muy interesante ver las cartas de Manet, que cuando viene al Prado le fascina Velázquez y 'un pintor muy raro que se llama el Greco que tiene algún retrato interesante', mientras que Bernand dirá 'Velázquez es un poco aburrido y sin embargo hay un pintor fascinante que no conocía que es El Greco, que tiene un mundo riquísismo'. En ese cambio de orientación está Zuloaga. El Zuloaga coleccionista es el que va a poner en valor eso y el que pone en valor por primera vez una tradición española que arrancaría de Zurbarán, Goya o El Greco… eso que se ha llamado también una España negra, de pintura más intensa, más dramática, realmente más profunda", ilustra el director del Área de Cultura de la Fundación Mapfre.

Y es que ya lo decía Émile Bernard: "¡Qué hombre tan extraordinario, Zuloaga! Ha hecho unas obras como no las hizo jamás ningún artista, por la gloria de su país, y como devoción a la gloria del arte. Ha revelado al Greco, olvidado desde el siglo XVI, y de este modo ha devuelto a Toledo una especie de gloria, porque se acude a ella para admirar El entierro del conde de Orgaz, la obra capital del pintor".

Ignacio Zuloaga. 'Retrato de Maurice Barrès', 1913 © RMN-Grand Palais (musée d'Orsay) / Stéphane Maréchalle © Ignacio Zuloaga, VEGAP, Madrid, 2017

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