El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, afronta el segundo debate presidencial con su homóloga demócrata, Hillary Clinton, bajo un ambiente de tensión tanto fuera como dentro de su propio partido tras las últimas declaraciones machistas que han salido a la luz. , en las que aseguraba que con la fama se podía hacer con las mujeres lo que se quisiera.
Además de una batalla con la líder del Partido Demócrata para demostrar que él es el mejor candidato, tendrá que reforzar su liderazgo y credibilidad en el partido ante las voces críticas republicanas que le han dado la espalda y el riesgo de la pérdida de votos entre los propios republicanos.
Sin embargo, acostumbrados a las declaraciones machistas y racistas del polémico magnate, los potenciales votantes republicanos le apoyarán a pesar de las declaraciones de 2005 en las que hablaba de forma vejatoria y denigrante sobre las mujeres.
Así lo demuestra un sondeo elaborado por el diario Politico y la empresa demoscópica Morning Consult, que ha analizado a 1.549 votantes registrados, de los cuales el 74% de los entrevistados republicanos respalda a Trump.
Ha perdido importantes apoyos en su partido
No ocurre lo mismo con muchos senadores dentro de su partido, que ya le han retirado su apoyo, ni siquiera con su número dos y candidato a la vicepresidencia Mike Pence, quien se ha sentido "ofendido" y ha asegurado que Trump necesita mostrar un sincero arrepentimiento.
"Rezamos por su familia y esperamos que aproveche la oportunidad de mostrar qué hay en su corazón cuando se presente ante la nación mañana por la noche", dijo Pence en un comunicado la noche del sábado.
Las últimas declaraciones también han puesto en un aprieto al Comité Nacional Republicano en un aprieto a menos de un mes para las Elecciones Presidenciales, que se celebran el 8 de noviembre.
Mientras algunos se preguntan si aún es posible presentar a otro candidato, la respuesta reside en que para ello sería necesario que el candidato actual abandonara la carrera presidencial, algo que el mismo Trump ya ha dicho que no contempla: "Hay cero posibilidades de que vaya a renunciar", dijo el sábado.
"Los medios y el sistema me quieren fuera de la carrera. ¡Nunca renunciaré, nunca abandonaré a mis seguidores", tuiteó el magnate el sábado desde Nueva York.
Los republicanos esperan un Trump más ofensivo en el debate
Durante el primer debate televisado, Trump sufrió los ataques constantes de Clinton y dedicó su tiempo a rebatirlos todos. Sin embargo, según los expertos, perdió el valioso tiempo al no poner a la candidata demócrata entre las cuerdas mostrando sus debilidades.
Ahora, los republicanos consideran que Trump debería actuar de forma similar a su número dos, Pence, considerado como el ganador del debate que tvo la semana pasada con su rival demócrata Tim Kaine. Así lo considera el estratega republicano Ron Bonjean, insistiendo en la importancia de mantenerse a la ofensiva.
Sin embargo, y aunque Clinton ha aprovechado todas las ofensas de Trump a las mujeres para hacer campaña, debe hacer frente a sus propios problemas.
Wikileaks ha filtrado en las últimas horas supuestos extractos de discursos pagados que Clinton dio en Wall Street antes de anunciar su candidatura presidencial y que sus asesores consideran que pueden ser dañinos para su imagen.
Los extractos filtrados por Wikileaks revelan que a puertas cerradas, Clinton expresaba opiniones a favor de Wall Street y la banca menos progresistas de las que hoy sostiene en la campaña electoral.
El debate da voz a las preguntas de los ciudadanos
El debate que tiene lugar en la Universidad de Washington, en San Luis, durará 90 minutos, sin interrupciones publicitarias, y todas las preguntas provendrán bien de votantes indecisos de la zona metropolitana de San Luis que han sido seleccionados por la consultora Gallup, o bien de usuarios de distintas redes sociales.
"Habrá unas once o doce preguntas en total, algunas de ellas vendrán de las redes sociales, y otras de los ciudadanos" que estarán físicamente en el debate, ha explicado a Efe el asesor principal de la Comisión de Debates Presidenciales (CPD) que se encarga de organizar estos encuentros, Peter Eyre.
Ese formato contrasta con el del primer debate, celebrado a finales de septiembre en Nueva York, en el que los candidatos respondían a las preguntas de un único moderador.