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Caillebotte, el impresionista menos conocido y más moderno

  • El Museo Thyssen de Madrid inaugura la primera exposición del pintor en España

  • Sus composiciones y perspectivas, casi fotográficas, no fueron apreciadas hasta finales del siglo XX

  • Su obra, esencialmente en manos privadas, es menos visible que la de sus compañeros de movimiento

ESTEBAN RAMÓN
3 min.

Si Gustave Caillebotte hubiera sido pobre, sería el impresionista maldito. No vendió cuadros, su obra no fue valorada más que por sus compañeros y murió con 45 años. Sin embargo, Caillebotte (1848 - 1894) no conoció penurias: fue un rico heredero que financió al grupo de Monet, Renoir y compañía. Su reconocimiento no llegó hasta finales del siglo XX, cuando su obra, escasa en comparación con la de sus amigos se reveló como una de las más originales y más modernas del impresionismo.

El Museo Thyssen de Madrid acoge (del 19 de julio al 30 de octubre) la primera exposición monográfica del pintor en España. Una tarea compleja, ya que la mayoría de sus obras pertenece a sus herederos y a colecciones privadas.

“Nunca necesitó vender cuadros para vivir, pero en su época fue muy criticado”, explica Paula Luengo, conservadora de Exposiciones Museo Thyssen-Bornemisza. “Tenía un punto muy chocante para la época con unas composiciones tan particulares, siempre diferentes y muy orginales”.

Hasta finales del siglo XX, Caillebotte era conocido sobre todo por dos razones: ser el sostén económico de los impresionistas, financiando en muchas ocasiones los gastos de los menos acaudalados (Monet, Renoir o Pisarro) y, en segundo lugar, al adquirir muchas de los obras del grupo, su colección, que legó al estado en su testamento, es la base de lo que hoy es el mayor templo impresionista: el Museo d'Orsay de París.

Pero, de pronto, lo que en el siglo XIX era chocante, tenía unas perspectivas contemporáneas prácticamente fotográficas. El debate siempre ha sido si conocía la técnica de la incipiente fotografía o fue una especie fotógrafo avant la lettre.

'Boceto para Calle de París, tiempo lluvioso'. 1877. Gustave Caillebotte.Musée Marmottan Monet, París. noticias

“Tiene un visión muy fotográfica, pero no se sabe con certeza que le influyera”, dice la comisaria. “Parece que no, porque muchos de sus cuadros son anteriores. Tiene una composición muy estudiada en la que se ve su formación de Bellas Artes”.

El pintor de la ampliación de París

El nuevo París diseñado por el barón Haussmann tuvo su mejor retratista en Caillebotte. Sus juegos de perspectivas y composiciones mostraban tanto a la alta burguesía en balcones, como a los trabajadores y obreros (como sus célebres acuchilladores).

'Balcón, Boulevard Haussmann' (1880) Gustave Caillebotte. Colección privada. noticias

Su fascinante biografía paradójicamente explica su omisión en el imaginario colectivo. Métodico y disciplinado alcanzó un nivel profesional en todo lo que se propuso. “Tenía diferentes intereses que lleva casi a la profesionalidad. Cuando se dedica a coleccionar sellos, reúne una de las mejores colecciones de Europa; cuando colecciona arte, compra obas muy buenas de Pisarro, Monet o Cézanne; cuando se dedicar a construir barcos de vela y regatear, gana muchos permios; y cuando se dedica a la jardinería, logra una maravilla”.

Esa maravilla es Petit Gennevilliers, la residencia (ya desaparecida) que diseñó minuciosamente para cultivar y pintar. “Tenía tres o cuatro jardineros trabajando, cada árbol y maceta tenían su exacto lugar asignado”.

'Los girasoles, jardín de Petit Gennevilliers', c. 1885. Gustave Caillebotte. Colección privada noticias

Gran amigo de Monet, Renoir y Sisley, enemistado a veces con Degas por su papel de líder en las exposiciones, Caillebotte se impregnó del estilo de algunos de sus compañeros. Aunque su pincel y trazo no siempre eran impresionistas, compartía los temas y el gusto por los colores.

“El morir tan joven, y no pintar tanto por su interés en la navegación y jardinería, afecta a que haya tan poco en mercado y colección. Los herederos, además, suelen pujar si un cuadro suyo sale a subasta. Por eso tampoco ha sido tan conocido y estudiado”, apunta la comisaria. “Pero su valor es que ha mantenido la atemporalidad”

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