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Max: "'El jardín de las delicias', de El Bosco, es un precedente del cómic"

  • El dibujante homenajea a El Bosco con el libro El tríptico de los encantados

  • Un volumen editado por el Museo del Prado, con motivo de la exposición por el V centenario del pintor

JESÚS JIMÉNEZ
7 min.

Desde 2005, el Museo del Louvre de París publica una colección de cómics en la que los mejores dibujantes del mundo rinden homenaje a los pintores del museo y a sus obras más representativas. Una iniciativa que ahora llega al Museo del Prado con motivo del V centenario de El Bosco.

A menos de un mes de la inauguración de El Bosco. La exposición del V centenario (31 de mayo - 11 de septiembre), que reunirá más del 75% del reducido catálogo de pinturas y dibujos conservados actualmente del maestro holandés, el Prado lanza la novela gráfica El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana) realizado por Max, uno de los grandes del cómic español y de los que más relación tiene con los grandes maestros de la pintura.

“Me he acercado al Bosco a través de sus cuadros -asegura Max- e intentando imaginar qué tenía en su cabeza cuando los pintaba. Yo soy ilustrador, y trabajo por encargo por lo que me siento muy cerca de ese desafío al que se enfrentaba El Bosco, que también pintaba por encargo. Eso nos provoca una cierta manera de afrontar el trabajo y estoy seguro de que en el Siglo XIV pasaba lo mismo. Te piden un tema y tú lo que intentas es meter el máximo de tu visión, independientemente de lo que te haya pedido el cliente. Por eso me interesa rastrear en las obras de El Bosco, qué parte pertenece a la petición del cliente y cúal a su propia iniciativa”.

Viñeta de 'El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana)'

Una historia en torno a tres obras maestras de El Bosco

Para este cómic Max (Premio Nacional de Cómic, 2007) asegura que se ha basado en tres obras de El Bosco: “Extracción de la piedra de la locura, El jardín de las delicias y Las tentaciones de San Antonio Abad. Tenía que elegir tres de las que están en el Prado y esas son las que más me llaman la atención”.

El jardín de las delicias era inevitable –añade Max- La extracción de la piedra de la locura es una de las obras no religiosas de El Bosco pero a cambio es como una viñeta de La Codorniz, costumbrista y bastante cruel, por lo que me daba pie para empezar el libro”.

“Y Las Tentaciones de San Antonio lo he escogido porque El Bosco pintó cinco o seis versiones distintas. Algunas son trípticos enormes que están en Lisboa, pero uno de los cuadros del Prado es un tríptico pequeñito muy especial porque es el único en el que los demonios son pequeñitos y ridículos. Y el único en el que el Santo está como en Paz. Por eso me daba pie a hacer de puente entre los otros dos cuadros y a imaginar la evolución personal del pensamiento del Bosco respecto a la religión, de uno a otro, porque creo que el Bosco tuvo un conflicto entre las creencias católicas y su imaginación absolutamente loca y desbordante”.

“Por eso me interesaba –continúa- imaginar cómo llego a hacer las paces en ese tema. Para mí eso está representado en el cuadro de las tentaciones. Y pienso que, al final de su vida, aunque quería creer en dios no podía. Esa es la sensación que me transmite El jardín de las delicias”.

Viñetas de 'El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana)'

Max, El Bosco y la religión

Y es que la religión es otro punto de coincidencia de Max con El Bosco: “Es otro punto en el que he notado que podría entender la cabecita de El Bosco. Él trabajó en un contexto católico y casi todas sus obras son religiosas. Yo fui a un colegio de curas y lo sé todo sobre el tema, aunque luego me apartase. Pero me sigue interesando mucho la vertiente que es comparable a las mitologías antiguas y la vertiente de que el hecho religioso condicione la vida de millones de personas en todo el mundo”.

“Me he hecho mis teorías sobre El Bosco -continúa- y creo que hacia el final de su vida era bastante descreído de todo; también pienso que eso se nota en El jardín de las delicias. Y algo de ese conflicto se desliza en mi libro de manera implícita, no explícita. Pero está ahí”.

Viñetas de 'El tríptico de los encantados'

¿Predecesor del cómic?

“También comparto con El Bosco el humor que hay en sus cuadros -asegura Max-, un tema al que yo cada vez doy más importancia en mi obra. Por ejemplo, a El jardín de las delicias mucha gente lo considera un precedente de las historietas, ya que reúne toda una serie de secuencias que forman una historia. Aunque, obviamente, sea un cuadro y esas imágenes no estén separadas por viñetas. Pero cada espectador hace su lectura de ese cuadro, que tiene algo de laberíntico y que también tiene algo de la narrativa del cómic”.

Max confiesa que, ya antes de este proyecto, El Bosco era una gran influencia para él: “Sin duda, yo he sido asiduo visitante del Museo del Prado, desde jovencito, y los pintores que más me han flipado son los del Renacimiento Flamenco y están todos en un par de salas, El Bosco, Bruegel… eso dejó un poso en mí y yo creo que por eso me han encargado este cómic, porque alguien del Museo ha visto claro que yo podía ser el dibujante adecuado”.

“Los personajes de El Bosco son muy fáciles de convertir en personajes de cómic y dan mucho de sí” –confiesa Max-.

“El libro también es un ensayo dibujado -asegura el arista-. Hay una lectura subyacente. No tiene nada ornamental o que no responda a algo, Cada imagen está muy medida, incluso la portada y la contraportada que también forman parte de la historia; de hecho funcionan como si fueran las puertas del tríptico”.

Bocetos de Max para 'El tríptico de los encantados'

"Habría sido un error intentar acercarse al estilo de El Bosco"

En cuanto al cómic en sí, Max asegura que: “Habría sido un error intentar acercarse al estilo de El Bosco –confiesa Max- porque hubiera sido una triste parodia. Yo no soy pintor y lo primero que quise dejar fuera de la composición fue el color y el abigarramiento compositivo. He ido a encontrar una confluencia entre lo que hizo El Bosco y lo que yo vengo haciendo en los últimos años. Y creo que he encontrado un camino válido para lo que quería contar en este libro”.

“En los últimos años he investigado el proceso de creación artística y lo que he hecho ha sido recoger la pequeña sabiduría que he adquirido con esos libros para aplicarla a este y, de paso, ir un poco más allá y aprender cosas que me sirvan para el siguiente. Cada libro es resultado de los que lo preceden y prefigura los que vienen”.

"Es un trabajo que parece sencillo pero es muy complejo, porque debajo de esta aparente sencillez hay toda una lectura subterránea para el lector atento" -asegura Max-.

Bocetos de Max para 'El tríptico de los encantados'

Bocetos de Max para 'El tríptico de los encantados'

“Hay poco diálogo -continúa el dibujante- porque soy partidario de editar mucho los diálogos para dejarlos en lo mínimo imprescindible. El cómic es una combinación de texto y dibujos pero, personalmente, cada vez tiendo más a condensar la narrativa en lo visual y limitar la parte de los textos. En este cómic hay diálogos pero he procurado sintetizarlos al máximo. Eso sí, el poco diálogo que hay lleva una gran carga de significado”.

En cuanto a la relación del cómic con los Museos Max asegura que: “Me parece genial que el cómic llegue a los museos de esta manera. No tanto que las páginas de cómic se cuelguen de las paredes de sus paredes, que tampoco está mal, como que lleguen en formato libro, lo que han sido siempre los cómics. Que te sientas y te los lees. Ojalá cunda el ejemplo”.

En cuanto a sus proyectos Max asegura: “Voy a retomar lo que estaba haciendo cuando surgió este proyecto, un cómic largo sin palabras. La temática tiene que ver con el acto de dibujar, desde las pinturas prehistóricas hasta la muerte de la pintura con Marcel Duchamp. Y digo la muerte de la pintura, porque el dibujo todavía está vivito y coleando”.

Por cierto que el cómic está a la venta en la tienda de el Museo del Prado.

Portada y página de 'El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana)'

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