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Erdogan sigue secando el tintero

  • Los ataques a la libertad de prensa se suceden, cada semana, en Turquía

  • Este jueves, dos periodistas han sido condenados a dos años de cárcel

  • Hay cerca de 2.000 procesos abiertos contra periodistas o internautas

JOSÉ CARLOS GALLARDO
4 min.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se ha convertido en el imprescindible amigo incómodo de Europa. Ahí está la crisis de los refugiados. Y, además, el interés particular de la potente Alemania, ahogada por la presión migratoria. La canciller, Angela Merkel -enfrentada, incluso, a sus ministros de Justicia y Exteriores-, ha desempolvado un anacrónico delito por "injurias a un mandatario extranjero" para procesar a Jan Böhmermann, un presentador de la televisión alemana que, de cuando en cuando, se burla del "califa" turco.

Este jueves, dos periodistas de Cumhuriyet, Hikmet Cetinkaya y Ceyda Karan, han sido condenados a dos años de cárcel, por reproducir en las páginas del diario, a principios del año pasado, una caricatura de Mahoma previamente publicada por la revista Charlie Hebdó.

Fue después del ataque terrorista al semanario francés: era un homenaje, un acto de solidaridad y también un desafío a un sistema que se está imponiendo cada vez más en la Turquía. El activismo periodístico se mantiene firme, pero la tinta corre el riesgo de secarse en el tintero. Porque el cansancio -a veces, el miedo- hace mella en la profesión.

Erdogan exige que se retire de internet un vídeo satírico de una televisión pública alemana sobre él.

Cumhuriyet, en la diana

Para el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, Cumhuriyet es "una provocación" y "la libertad de prensa no contempla insultos a la religión". En noviembre pasado, con motivo de las elecciones legislativas, visité Ankara y pude conocer a los compañeros de la redacción. Tenían continuamente un coche de la policía en la puerta. Supuestamente, para protegerles de los continuos avisos de bomba. Ellos estaban convencidos de que era una forma de amedrentarles.

El año pasado, se atrevieron a publicar que la Turquía de Erdogán colaboraba con el Estado Islámico o Daesh, dándoles armas a cambio, quizás, de petróleo. Y publicaron fotos que acreditaban la denuncia. Meses después, fueron detenidos Erdem Gul y Can Dundar, sus responsables editoriales de Ankara y Estambul, respectivamente.

Y, así, un sinfín de procesos contra la cabecera. Hay cerca de 2.000 casos abiertos contra periodistas o internautas en todo el territorio. En ocasiones, sólo por hacerse eco de alguno de esos mismos casos.

Un hombre se apoya sobre una imagen de Erdem Gül y Can Dündar en la sede del diario 'Huriyet' AFP

Ebrú Umar, el conflicto con Holanda

"El pasado sábado, a eso de las once de la noche, yo ya estaba durmiendo cuando alguien comenzó a golpear la puerta. [...] Dos policías piden que me vaya con ellos porque hay quejas sobre algunos de mis tuits. Pensé: 'Es una broma'. Pero no, no lo fue". Ebrú Umar, columnista holandesa de origen turco que estaba en su casa de Kusadasi, tuvo que salir de madrugada. Detenida.

Cuenta que, durante 17 horas, antes de quedar finalmente en libertad, la pasearon por hasta tres comisarías. Y que, antes de pasar a disposición judicial, la llevaron al hospital para que quedara constancia de que nadie le había hecho daño. El arresto tenía que ver con un par de tuits que había publicado sobre el presidente Erdogán: "Aunque lo único que me preguntaban es si había tuiteado o no lo que había tuiteado y desde qué aparato lo había tuiteado".

La periodista holandesa de origen turco Ebru Umar es liberada tras ser detenida por la policía en Kusadasi, Turquía

El juez la acusó de injurias contra el jefe de Estado, un delito que según el Código Penal Turco se castiga con hasta cuatro años de cárcel. "Todo es una estupidez. Es simple y llana intimidación", asegura ella, convencida. Considera que llamar a Erdogán "dictador" o lanzar hastags como "#QueLeDenAErdogán" no es insultarle, y que no se puede actuar así contra quien hace su trabajo. Pero, por el momento, no le está permitido salir del país y tiene que presentarse en comisaría dos veces por semana.

En el Parlamento holandés, días después, al primer ministro Mark Rutte le llovieron las críticas. Hubo diputados que le acusaron de no actuar con contundencia en este caso ante Turquía. Algunos alegaron que, quizás, el gobierno no quería poner en peligro el acuerdo de al Unión Europea con Turquía sobre los refugiados.

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