Al escritor, articulista, dramaturgo y activista Petros Márkaris (Estambul, Turquía, 1937) no le sorprende la respuesta “negativa” de Europa ante la devastadora crisis de los refugiados:
“Nadie quiere al extranjero, a nadie le gustan, no nadie, quizás es exagerado, pero la mayor parte de los europeos los ve como invasores, por eso no me sorprende [la reacción]. Lo sé porque crecí en una minoría, crecí en un país con una religión diferente que no era amistosa con los nuevos”, responde con vehemencia, y se muestra a sus casi ochenta años tan combativo y enérgico como acostumbra.
Nacido y criado en Turquía, de padre armenio y madre griega, formado en Alemania, y afincado en Grecia desde hace cuarenta años, Márkaris es el padre literario del célebre comisario Kostas Jaritos; un policía griego, perspicaz, entrañable y desengañado, en el más puro estilo de los detectives del sur de Europa creados por Manuel Vázquez Montalbán y Andrea Camilleri.
Jaritos resuelve crímenes, sí, pero también ama a su familia e idolatra la cultura gastronómica propia de estas tierras. Así lo creó Márkaris para contraponerle al “malcomer” de los inspectores de la novela nórdica, recuerda con sorna.
"La nostalgia por la patria nunca te abandona"
Pero de repente, la profundidad de la crisis en Grecia arrasó con todo. Cambió el rumbo del escritor y de su protagonista estrella. Petros Márkaris decidió utilizar el thriller cómo vehículo para gritar el abismo de una sociedad desesperada, además de denunciar la corrupción, la burocracia y el eterno clientelismo enraizado en el país.
Su tetralogía sobre la crisis (Con el agua al cuello, Liquidación final, Pan, educación,libertad, Hasta aquí hemos llegado), también protagonizada por Jaritos, convirtió al escritor en uno de los cronistas del hundimiento de Grecia en la pobreza.
“Lo que hace la novela de crimen es reinventar la novela social desde otro género”, apunta el autor sobre la línea de sus creaciones.
Tras la crudeza de unos libros que desbordaban sufrimiento, Márkaris admitió sentirse “exhausto” y declaró que durante un tiempo no escribiría más sobre la quiebra económica.
La muerte de Ulises (Editorial Tusquets, 176 páginas, 17,50 euros), su última obra, efectivamente, no se centra en la crisis pero no abandona la crítica social y se sumerge de lleno en el tema de la inmigración, los refugiados, el racismo, la xenofobia o el dolor de las personas que se ven obligadas a abandonar sus patrias forzosamente.
La novela es un compilado de cuentos breves que Márkaris publicó en revistas y periódicos. A excepción del relato Tres días, escrito ex profeso para este volumen y donde retorna a sus orígenes, guiado por sus recuerdos, en un texto plenamente personal y autobiográfico.
Tres días rescata de forma vívida y al detalle la represión a la que se vio sometida la minoría griega en Estambul (formada por unas 155.000 personas) en 1955.
Durante tres jornadas hubo graves disturbios, saqueos de viviendas y humillaciones a la población. El episodio desembocó en un gran movimiento migratorio de retornados a Grecia.
“No importa lo bien que te asientes en tu nuevo país, lo bien que te vaya económicamente o la cantidad de amigos que tengas, la nostalgia por la patria de origen permanecerá, no se marchará. No es fácil romper lazos”, rememora el escritor en una entrevista con RTVE.es, sobre el desarraigo de los migrantes.
"La situación en Grecia va de mal en peor"
Es imposible obviar el tema de la situación actual en Grecia conversando con el intelectual de izquierdas. Márkaris explica que todo va “de mal en peor”, y que los problemas se han agravado con la llegada de los refugiados.
El escritor, muy crítico con el Gobierno de Syriza, añade que los mandatarios son incapaces de lidiar con tantos frentes abiertos. El autor califica la reacción del pueblo griego ante el drama de los refugiados como “contradictoria”:
“Por un lado, ayudan a los refugiados, abren sus casas para acogerles si llueve y tienen niños pequeños, pero hay otra parte de la población que quiere que les expulsen. Esta contradicción siempre es característica en sociedades no muy bien organizadas”, analiza.
Al margen del retrato social, en La muerte de Ulises Márkaris también recupera en dos relatos netamente negros al comisario Jaritos. Una vuelta a la esencia del personaje con pinceladas de humor.
En las dos historias, que cierran y abren el libro, se narran crímenes vinculados al mundo del cine y la literatura helenos. Un guiño del autor a su pasado como guionista (trabajó durante años con el cineasta Theo Angelopoulos), y una caricatura de las miserias de este universo cerrado.
“Mi siguiente libro volverá a hablar sobre la crisis“
“Por un lado quería mirar a mi gente desde el punto de vista de la competición”, señala, “porque fui guionista y es el director el que decide absolutamente todo”. Márkaris confiesa que su otro objetivo era descolocar a Jaritos, ya que el policía “no tiene ni idea de cine o de literatura”, exclama entre risas estruendosas.
El novelista no puede ocultar el cariño por su criatura, que creó hace veinte años como un trasunto del ciudadano de a pie-dudó entre hacerle dentista o policía- para tomarle el pulso a la sociedad griega.
Las aventuras del comisario le han reportado reconocimiento internacional como escritor de policiaco, y una legión de seguidores en España, a los que ha atendido estos días a su paso por Madrid y que valoran el carácter mediterráneo del agente heleno, según apunta el autor, que confiesa que el personaje de Adrianí, la apañada mujer del policía, está inspirada en su propia madre.
Pero no hay que llevarse a confusión, Márkaris está más reivindicativo y crítico que nunca: muy pronto situará a Kostas Jaritos en una nueva encrucijada. El novelista avanza que su próximo libro retornará a la crisis griega con un nuevo enfoque:
“En cierto sentido, será una Grecia post crisis donde el dinero está entrando en el país, y la pregunta que plantea es de dónde está viniendo ese dinero. No sé cómo reaccionarán mis compatriotas pero lo voy a hacer”, concluye con seguridad.