Con Hirokazu Kore-eda (Tokio, 1962) sucede un raro consenso. El cineasta japonés gusta a los festivales, crítica, y deja siempre un regusto agradable en el público. Es muy difícil encontrar un anti Kore-edano, tal vez por el amor que el director proyecta hacia sus propios personajes sin caer en cursilería y el merengue. Nuestra hermana pequeña, su última película, se estrena el 23 de marzo en España tras competir en la sección oficial de Cannes el año pasado.
La cinta es una adaptación de la novela gráfica manga Umimachi Diary, de Akimi Yoshida. “No buscaba un manga, simplemente soy fan de Akimi Yoshida, lo leí y me gustó. No quería que la hiciese otro y la compré”, dice el cineasta en una entrevista para RTVE.es durante el último Festival de San Sebastián.
Nuestra hermana pequeña comienza cuando tres hermanas pierden a su padre, divorciado hace tiempo de su madre, y conocen en el funeral a conocen a Suzu, su hermanastra adolescente, a la que invitan a vivir con ellas. Suena a ‘Mujercitas’ sobre tatami y futón, pero nada de eso. Nuestra hermana pequeña es una película sobre afectos, intimidad y ausencias narradas en el perfecto equilibrio de comedia y drama característico del director.
“No solamente quería enfocar la historia de cuatro hermanas que han perdido a sus padres, sino también la casa y la ciudad. Quería enfocar una visión más amplia, no solo la familia”, dice el director. Y aunque es cierto que es una película descriptiva y atmosférica, Kore-eda insiste en su especialidad: hijos abandonados y reunificación familiar.
Su cine gira en torno a las relaciones paterno-filiales y fraternales y él mismo creció rodeado de hermanas. “Tengo tres hermanas mayores. Soy el primer chico, que en Japón es algo muy importante y, por tanto, mimado. Las chicas no quieren casarse con un primer hermano porque estos piensan que todo el mundo tiene que ayudarles y no saben dar ni las gracias. Pero como mi padres eran un poco inútiles, yo pensaba siempre en madurar y en ser un buen chico, así que en ese sentido soy como la hermana mayor d l apelícula”.
Pero como el material no era original, Kore-eda huyó de su vida y se documentó entrevistando a familias de cuatro hermanas. “Quería aprender cómo son las relaciones: en qué orden entran al baño, cómo discuten”.
Eternamente emparejado con el legendario Yasujiro Ozu por su temática costumbrista y su pausa narrativa, Kore-eda reconoce que esta vez sí que existen los lazos. “Es verdad que como también muestro el transcurso del tiempo, el antes y el ahora, en ese sentido se parece más a Ozu. Si me lo dicen, ya no voy a defenderme”, afirma entre risas aunque recuerda que “sus eternos novios” siempre serán otros: Ken Loach y Hou Hsiao-Hsien.
Hace dos años Spielberg, que presidía el jurado de Cannes, quedó maravillado con De tal padre, tal hijo y le otorgo el Gran Premio del festival. El director estadounidense compró los derechos para producir un remake aunque todavía no hay fechas. “A veces Spileberg llama a la productora, pero todavía no sé”, reconoce. “En Cannes me dijo que es una historia que puede ocurrir en cualquier lugar del mundo”. Una afirmación que explica el éxito de las películas de Kore-eda.