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¿Qué tenemos hoy para comer? Salmón transgénico

  • EEUU aprueba el consumo humano de un salmón modificado genéticamente

  • En el ámbito de la biotecnología están convencidos de sus bondades

  • Consumidores y ecologistas miran con recelo a este producto

SAMUEL A. PILAR
6 min.

Se llama "AquAdvantage Salmon" pero sus detractores le apodan irónicamente "Frankenfish", que es un juego de palabras entre Frankenstein y "fish" (pez en inglés). Este salmón de rápido crecimiento, creado por la empresa estadounidense AquaBounty, se ha convertido en el primer animal transgénico legalizado para consumo humano. En un plazo estimado de dos años, ocupará las neveras y los platos de los estadounidenses. Pero mientras desde el ámbito de la biotecnología se muestran convencidos de sus bondades, consumidores y ecologistas miran con recelo a este producto.

Aquí podrás encontrar algunas de las claves sobre este animal transgénico:

¿Cómo se ha obtenido un salmón transgénico?

Básicamente, se trata de una modificación genética para que la hormona del crecimiento de este salmónido se active en condiciones frías. Esto se logra importándola de una variedad de salmón del Pacífico llamada "chinook" (Oncorhynchus tshawytscha) y el gen de un pez anguila. De esta manera, su tiempo de desarrollo antes de alcanzar el tamaño idóneo para ser vendido en el mercado pasa de 36 a 18 meses.

"El salmón natural crece en las dos estaciones cálidas: primavera y verano, que son las que coinciden con la abundancia de alimento. Durante el otoño y el invierno, su crecimiento se detiene. Mediante esta modificación genética, el "AquAdvantage Salmon" crece ininterrumpidamente durante todo el año, lo que acorta el tiempo de crecimiento aproximadamente a la mitad", explica Lluis Montoliú, investigador del Centro Nacional de Biotecnología, dependiente del CSIC.

El salmón "chinook", del Pacífico Norte, se ha empleado para conseguir en laboratorio el "AquAdvantage Salmon". THINKSTOCK

¿Qué diferencia a este salmón transgénico de uno normal?

Salvo su capacidad de crecimiento, nada. El peso final que alcanza el ejemplar es el mismo que el de un salmón natural. No hay aumento de tamaño, solo se altera el ritmo de crecimiento. Las propiedades nutritivas también son idénticas.

¿Existe algún riesgo para la salud?

Según los estudios científicos realizados, ninguno.

"La aprobación de su consumo en Estados Unidos llevaba pendiente desde 1989. Estos 26 años que han pasado hacen de este producto alimentario el más investigado y seguro del mundo. No hay de qué preocuparse", afirma con rotundidad Montoliú.

¿Y para el medio ambiente?

El mayor temor de las organizaciones ecologistas es que estos animales pudiesen entrar en contacto con los ecosistemas y alterarlos gravemente.

"Lo que más nos preocupa es que puedan producirse escapes de los peces, y que se dé una hibridación que afectara al resto del ecosistema. Por eso estas empresas deben ser muy cautelosas y extremar las precauciones", declara en este sentido Óscar Esparza, coordinador de Áreas Marinas Protegidas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Para prevenir este problema, todos los salmones transgénicos que criará la empresa AquaBounty son hembras estériles. Además, para aprobar su consumo, la entidad responsable de la regulación de alimentos en EEUU ha exigido que el pescado crezca en dos instalaciones terrestres en vez de en jaulas oceánicas, lejos de la costa y de cursos fluviales. Las piscifactorías estarán ubicadas en Panamá y Canadá.

"La esterilidad está garantizada al 100%. En el caso improbable de que un ejemplar se escapara a un mar o un río, algo que solo podría producirse de manera deliberada, tienen todas las de perder, no tendrían apenas posibilidades de sobrevivir. Necesitan un mayor aporte de comida y en épocas frías no podrían encontrarla. El efecto en el ecosistema sería neutro", opina Lluis Montoliú.

¿Se va a tratar de un cultivo a gran escala?

En absoluto. Al menos, en un primer momento. La producción estimada de salmones transgénicos de la empresa AquaBounty es de 100 toneladas anuales. Hay que tener en cuenta que los grandes criaderos del norte de Europa o de Alaska pueden llegar a las 300.000 toneladas anuales.

¿Hasta ahora, cómo se ha logrado mejorar las especies para consumo?

La mejora tradicional se logra mediante una selección genética controlada. Las razas y ejemplares de animales como salmones, pollos o cerdos, con mayor propensión a engordar son los que se utilizan para la cría. Un crecimiento tan rápido como el del salmón transgénico no se hubiera logrado con prácticas tradicionales.

¿Podrán consumirse estos salmones en España?

Difícilmente, ni en el medio ni en el largo plazo. España actúa en este sentido bajo la tutela de la Unión Europea, cuya Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en inglés) es muy estricta a la hora de admitir las solicitudes tanto de producción como de importación de animales transgénicos y sus derivados.

¿Hay otros animales para consumo humano en investigación?

Muchos. Para consumo de su carne y sus derivados. También con fines terapéuticos y otros usos. Un ejemplo puede ser el “enviropig” (traducido del inglés, algo así como "ecocerdo"), modificado genéticamente para reducir su impacto ambiental.

"Después de este salmón, lo siguiente que creo que se va a aprobar en Estados Unidos es el consumo de leche de una cabra transgénica que incluye un agente antibacteriano muy efectivo contra enfermedades como la diarrea", adelanta Lluis Montoliú.

¿Cuáles son los argumentos a favor y en contra?

Argumentos que lo defienden:

"Hay grupos sociales que son contrarios a los productos manipulados genéticamente. Su opinión es muy respetable, pero me gustaría que tuviesen razones científicas para justificar sus argumentos. Algunos de estos grupos contrarios al salmón transgénico están apoyados por grandes empresas productoras de salmón, que ven en este producto una amenaza para su negocio. Por ejemplo, la aprobación de su consumo en Estados Unidos se ha visto constantemente bloqueada por senadores de Alaska, cercanos a las grandes empresas acuícolas de este Estado norteamericano", sostiene Montoliú.

"Considero que los consumidores están mal informados, y aquí asumo mi parte de culpa porque los científicos no hemos sabido trasladarles el resultado de nuestras investigaciones", finaliza.

Argumentos que lo cuestionan:

"Nos preocupa que esto sea un banco de pruebas y luego se extienda al resto de la industria acuícola y otros sectores productivos, lo que seguramente acarreará problemas medioambientales", opina Óscar Esparza, de WWF. "En cuanto a su consumo, no tiene por qué representar un problema para las personas si los productos están certificados científicamente".

"La manipulación genética de los alimentos es una realidad, no podemos negarla. Y ante esa realidad hay que asegurarse de que no pongan en riesgo los ecosistemas, ni los individuos, ni las comunidades locales - añade-, no podemos olvidar que se trata de un beneficio para los productores, para las empresas; no es un beneficio para la sociedad".

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