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Omaira, el rostro de una tragedia que se pudo evitar

  • Se cumplen 30 años de la tragedia de Armero, que dejó unos 25.000 muertos

  • Evaristo Canete, el reportero que grabó las simbólicas imágenes, recuerda aquel día

  • Todavía hoy Armero sigue buscando a sus hijos desaparecidos después de la tragedia

TVE / RTVE.es
4 min.

El Nevado del Ruiz llevaba meses alertando del riesgo pero su actividad volcánica se ignoró. Hasta que el león dormido, como le llamaban, rugió con furia. Y una avalancha de unos 100 millones de metros cúbicos de lodo sepultó el pueblo de Armero. Una tragedia que simboliza un rostro: el de la niña Omaira, captada por un equipo de Televisión Española.

"Quiero cuando salga, cuando salga, me tomen una con la cámara que salga yo, triunfante", decía ante la mirada impotente de los periodistas.

Evaristo Canete fue el reportero que rodó esas imágenes que han dado la vuelta al mundo. "No se la puedo sacar porque fue un desastre natural. Hubo más de 25 mil muertos y no era un caso aislado. Al lado de ella había una mujer que dio a luz, que lo pudimos grabar, un señor que le amputaron una pierna...", recuerda el reportero de TVE.

En lo que fue la capital blanca de Colombia por sus cultivos de algodón hoy sólo hay ruinas. Unas 4.000 personas sobrevivieron al desastre.

"Cuando abrí los ojos lo que vi era una playa", dice Rosalba Rodríguez, una de esas supervivientes.

Una tragedia que se pudo evitar

La pregunta hoy sigue siendo por qué no se evitó. Como sucede en muchos casos, la peor tragedia natural de la historia de Colombia estaba anunciada pero las autoridades no hicieron nada para evitar el desastre.

"El presidente y el gobernador, que eran sabedores de que eso se acababa, debieron habernos avisado con tiempo para haber salido y no dejar que el pueblo sufriera una tragedia tan grande", dice a la agencia Efe, otra Omaira, de apellido Rivera Amézquita, una mujer de unos 80 años que sobrevivió junto con su familia

Lo que más les duele a los supervivientes es la indiferencia del Gobierno del entonces presidente Belisario Betancur (1982-1986), y del gobernador del departamento del Tolima, en el centro del país, donde estaba Armero, Eduardo Alzate, que no hicieron nada para proteger a la población de una catástrofe inminente.

Una playa de escombros

Científicos de Suiza e Italia que habían investigado la reciente actividad del volcán también alertaron meses antes del riesgo, pero no hubo ni atención ni presupuesto para comprar los sismógrafos recomendados por los expertos para vigilar al Nevado del Ruiz.

"¿Por qué antes del 13 de noviembre no se produjo ninguna acción ante la advertencia expresa de que en caso de una erupción, Armero sería borrado por una avalancha?", se pregunta en un artículo el especialista en geotecnia y geofísica Gonzalo Duque Escobar, profesor de la Universidad Nacional de Manizales, que participó en varias investigaciones científicas del Nevado del Ruiz.

En el Gobierno se ignoraron las advertencias y el mismo día de la tragedia, cuando comenzaron a caer cenizas y un penetrante olor a azufre inundó el ambiente, las autoridades, en vez de ordenar una evacuación de Armero, recomendaron a la gente mantener la calma y permanecer en sus casas.

Pero a las 11.30 de la noche se produjo el apocalipsis para los armeritas cuando, en medio de la oscuridad total, el aterrador ruido de una avalancha de unos 100 millones de metros cúbicos de lodo avanzó rápidamente sobre la "Ciudad Blanca", así llamada por sus cultivos de algodón, que quedó convertida en una explanada gris llena de cadáveres y escombros.

Armero sigue buscando a sus hijos 30 años después

Visitantes observan fotografías de niños desaparecidos hace treinta años durante un alud, en Armero. Mauricio Dueñas Castañeda

Los supervivientes, muchos de ellos todavía enterrados en el lodo y rodeados de sus muertos, vieron cómo algunas personas, incluso socorristas, les arrancaban las joyas que llevaban al cuello a cambio de ayuda.

"Los socorristas de la Defensa Civil nos pedían cosas y nos dejaban ahí botados, eso nos pasó a muchos de los que estábamos enterrados", cuenta Edilma Loaiza, quien vio morir a su esposo de 33 años, dos hijos gemelos de nueve y una niña de siete.

Pero el alud que hace treinta años borró del mapa la localidad colombiana de Armero causó otras víctimas: los centenares de niños separados de sus familias y entregados en adopción y cuyos padres ahora buscan su pista en vídeos y fotos de la época.

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