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Médicos Sin Fronteras denuncia el "silencio vergonzoso" de los gobiernos tras el bombardeo de sus hospitales

  • El hospital bombardeado de Kunduf atendía a una población de un millón de personas

  • MSF ha pedido a 76 gobiernos apoyo para iniciar una investigación independiente

  • Hasta ahora, salvo la investigación unilateral de EE.UU., no ha habido respuesta

Reuters
3 min.

“El silencio es vergonzoso”. Así ha calificado la doctora Joanne Liu, presidenta de Médicos Sin Fronterass (MSF), la ausencia de respuesta por parte de 76 gobiernos a los que su organización ha pedido respaldo para investigar el ataque aéreo estadounidense contra un hospital de esa organización en Kunduz (Afganistán).

En el bombardeo murieron 30 personas, entre ellos 13 miembros de MSF. Liu, de nacionalidad canadiense, cree que el acto podría constituir un crimen de guerra en el que el hospital fue atacado de forma deliberada y sostenida.

"En cierto modo, somos una víctima ultrajada. Es comprensible que queramos entender lo que pasó", insiste la responsable en una entrevista a Reuters

La presidenta de la organización reclama una investigación imparcial y exhaustiva que clarifique una agresión que ha acabado por ser ignorada, señala. Liu también reivindica el estatus de los hospitales en las guerras, protegidos por leyes humanitarias internacionales cuyo fin es impedir el daño a civiles y heridos.

Un equipo de Médicos Sin Fronteras trata a un grupo de civiles heridos en su hospital de Kunduz. MSF

El ataque a las instalaciones de MSF tuvo lugar el 3 de octubre durante una ofensiva contra los talibanes del ejército Afgano, con cobertura aérea estadounidense.

"Tenían (los militares) nuestras coordenadas, sabían lo que Médicos Sin Fronteras estaba haciendo, llevábamos allí cuatro años. La única estructura iluminada en medio de la noche era nuestro hospital", aclara Jeanne Liu y recalca que sobre el tejado había dibujado un logotipo de MSF claramente visible.

"Todos los bandos tenían nuestras coordenadas -insiste Liu- que fueron reconfirmadas directamente tras el primer bombardeo. A pesar de ello, el ataque continuó", relata.

Disculparse no es suficiente

Liu descarta la posibilidad de considerar la agresión como un "daño colateral", en tanto que ningún otro objetivo fue atacado esa noche, o la excusa de que hubiera soldados talibanes combatiendo desde las instalaciones del hospital.

Pocos días despuiés del ataque el presidente Barack Obama, pidió perdón. La casa Blanca anunció que pondría en marcha una investigación, pero MSF exige que una comisión humanitaria independiente, conforme a la Convención de Ginebra, se haga cargo de las pesquisas en primer lugar.

Suiza, responsable de facilitar los instrumentos necesarios para tal desempeño, ha iniciado el procedimiento. Sin embargo, el proceso solo puede avanzar con el consentimiento de Estados Unidos y Afganistán.

La defensa de un hospital en la guerra

Hace una semana, un ataque con misiles dirigido por Arabia Saudí destruyó un hospital tutelado por MSF en Yemen. En Sudán del Sur, combatientes tirotearon a pacientes en sus propias camas.

"Hemos asistido en estos años a una erosión de las leyes humanitarias internacionales. Ya es suficiente, no podemos seguir así", clama la doctora Liu.

El hospital de Kunduf era como "una pequeña clínica entre matorrales", pero también un centro especializado en traumatología que atendía a una población de un millón de personas. "Yo lo llamaba la joya del noroeste de Afganistán, porque era un lugar donde todos se sentían seguros, todos sabían que allí tendrían una asistencia de calidad", añade.

Obama: "Cuando EE.UU. comete un error, asume la responsabilidad"

Tras su disculpa, Obama se comprometió a estudiar las "reformas" necesarias para que este tipo de "tragedias" sean "menos probables" en el futuro.

"Cuando Estados Unidos comete un error, asumimos la responsabilidad y nos disculpamos cuando es necesario", remarcó su portavoz, Josh Earnest.

La última versión ofrecida por las autoridades militares estadounidenses apunta a que lo sucedido fue un "error", tal y como aseguró el jefe de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, general John Campbell, durante una comparecencia en el Senado, en la que admitió, además, que la decisión se tomó dentro de la cadena de mando estadounidense, no de la afgana.

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