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'Casacas azules', una de las series más longevas del cómic europeo

  • Se reedita en España la serie de Cauvin y Lambil, creada en 1968

  • Narra la vida de dos soldados de la Unión en la Guerra de Secesión

JESÚS JIMÉNEZ
4 min.

A la lista de clásicos del cómic europeo que está recuperando la editorial Dolmen (Johan y Pirluit, Quena y el Sacramús, Los Hombrecitos, Natacha...) se suma ahora Casacas azules, un cómic humorístico (pero de marcado carácter antibelicista), que narra las aventuras de del intrépido sargento Cornelius Chesterfield y su fiel (aunque a ratos rebelde) cabo Blutch durante la Guerra de Secesión Norteamericana (1861-1865).

Sus creadores fueron el guionista Raoul Cauvin (Spirou y Fantasio, Mujeres de blanco) y el dibujante Louis Salvérius, que se ocupó de los primeros álbumes hasta su fallecimiento prematuro (por un infarto a los 38 años) siendo sucedido por Willy Lambil.

La serie lleva ya 47 años de publicación ininterrumpida que la han convertido en uno de los grandes clásicos (y de los más longevos) del cómic francobelga habiendo protagonizado casi 60 álbumes desde su creación, en 1968.

Sin embargo, en España es casi desconocida porque se ha publicado muy poco material (y muy mal). Por eso esta recopilación en tomos es una oportunidad ideal para recuperaar una de las series más divertidas del cómic europeo que, sin embargo, no duda en mostrar y criticar los horrores de la guerra.

La Guerra de secesión

Casacas azules era el nombre que los indios daban a las tropas de caballería. La serie apareció por primera vez el 29 de agosto de 1968 en el número 1585 de Le Journal de Spirou y narraba las aventuras de los soldados de Fort Bow. Al principio a través de historias cortas (de 1, 4 y 6 páginas), de carácter exclusivamente cómico. Algo remarcado por la forma en que Salvérius dibujaba a los personajes achaparrados y con la nariz gruesa.

Los protagonistas principales son el sargento Cornelius Chesterfield (hijo de un condecorado veterano de la batalla de El álamo, cuya única obsesión es servir al ejército y que odia a los desertores. Su mayor aspiración es recibir cicatrices y medallas, consiguiendo habitualmente lo primero) y el cabo Blutch (que parece un cínico y un vago y que tiene un serio problema con la autoridad. Pero que en el fondo es un gran soldado). Ambos mantienen una relación de amor-odio que da lugar a situaciones muy cómicas, pero en el fondo son inseparables y dos grandes soldados.

Dos años después de su creación, en 1970, llegaron las primeras historias largas de la serie, que fueron un éxito. Pero la repentina muerte de Salvérius, hizo que tuviera que ser sustituido por Lambil en mitad de la cuarta aventura larga de los Casacas Azules (Sin ley).

El primer tomo de esta edición integral de Dolmen recoge las tres primeras aventuras completas ilustradas por Lambil: Los desertores, La prisión de Robertsonville y Los novatos de la marina.

Un gran dibujante

Lambil (Belgica, 1936) publicó su primer dibujo a los 10 años en la revista Spirou, donde entró a trabajar (a los 16 añlos) como rotulista. Sin embargo muy pronto empezaría a dibujar series románticas hasta que, en 1959 publicó Sandy, una serie ambientada en Australia y protagonizada por un jovencito y su fiel canguro (Hoppy) al que había adoptad tras salvarle de una jauría de Dingos. Un cómic que se adelantaría varios años a la popular teleserie australiana Skippy, el canguro, que triunfó en todo el mundo a partir de 1966.

Sandy se mantuvo durante 10 años entre las series más populares de la revista Spirou, pero, sin embargo, nunca consiguió su propia colección de álbumes, lo que fue frustrante para Lambil. Así que cuando le ofrecieron sustituir al fallecido Salvérius no se lo pensó dos veces.

Y eso que tuvo que cambiar radicalmente de estilo. "No creí ni un solo instante que lo lograría. Cultivaba el dibujo realista desde hacía más de diez años y, de la noche a la mañana, me pedían hacer dibujo humorístico" -aseguraba el autor-. Sin embargo, Lambil logró completar la aventura Sin Ley sin que apenas se notase el cambio de artista.

Desde entonces, Lambil fue adaptando la serie a su estilo, con personajes un poquito menos caricaturescos. Sólo Blutch y Cornelius Chesterfield conservaron sus narizotas y el resto de los personajes ganaron un aspecto más realista. Pero mantuvo lo esencial de la serie. Además, Raoul cauvin fue acentuando el carácter antibélico de la serie.

Y en 1973, cuando la revista Spirou hizo un referendum entre sus lectores para saber cuáles eran los personajes más populares de la revista, allí estaban los Casacas Azules.

Más de cuarenta años después Lambil sigue dibujando la serie, manteniendo un nivel altísimo que le ha valido la admiración de sus lectores y de muchos jóvenes dibujantes, que lo han tomado como modelo.

Por eso esta recopilación en tomos es una excelente oportunidad para rescatar una de las grandes series del cómic europeo que permanecía prácticamente inédita en España.

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