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Petzold: "Los americanos han hecho más películas de la posguerra alemana que los alemanes"

  • El cineasta alemán estrena en España Phoenix

  • Una revisión, en forma de melodrama, del colectivo sentimiento de culpa alemán

ESTEBAN RAMÓN
3 min.

Las heridas más difíciles de sanar son las autoinfligidas. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial comenzó también en Alemania un silencio cultural hacia la guerra y postguerra de tamaño proporcional al de su sentimiento de culpa. Una omisión que prácticamente se alargó hasta los años 60 y, aunque pueda estar superado, tiene su eco ahora en la mirada de nietos nietos como el cineasta Christian Petzold (Hilden, 1960), que estrena esta semana en España Phoenix, revisión en clave de melodrama de la postguerra alemana.

“Cuando tenía 13 años pensaba: ¿por qué mis padres no me cuentan historias de su juventud? Ellos no fueron culpables de lo sucedido, tenían 3 años en la época de la guerra”, recuerda Petzold durante una entrevista a RTVE.es realizada en el último Festival de cine de San Sebastián. “Otros países tenían sus canciones, sus historias, sus leyendas. Nosotros no teníamos ni música, solo teníamos coches, casas, dinero. Los americanos hacen más películas sobre los alemanes tras la guerra que lo propios alemanes. Los alemanes no sacaron las cámaras fuera de los estudios. No miraron a las calles”.

Phoenix arranca con el metafórico rostro desfigurado y reconstruido de Nelly (Nina Hoss), una cantante de cabaret judía superviviente de Auschwitz. En un Berlín destruido, su marido Johnny (Ronald Zehrfeld), que la cree muerta, no solo no reconoce, sino que intenta hacerla pasar por su supuesta mujer fallecida para poder heredar sus pertenencias. Nelly, dolorosamente enamorada, entra en el juego para averiguar si su marido le traicionó.

“Ese amor apasionado es lo que le permitió sobrevivir el campo de Auschwitz y cuando sale de ahí tiene que recuperarlo como sea. Ocurre lo mismo con los soldados en el frente: se agarran a sus mujeres, sus hijos, esa idea paradisiaca de donde vivían”, explica Petzold.

Si en Barbara (2012) recreó la RDA de su juventud, Petzold arroja su mirada más atrás. “Mi abuelo formaba parte de las SS y estuvo en el búnker en Berlín hasta que murió disparado por los soviéticos en 1945”.

Con el cabaret berlinés de los años 30 proyectándose como un fantasma sobre los escombros de Berlín, Petzold construye un melodrama de aroma clásico entre Douglas Sirk y Vértigo, de convenciones narrativas en el límite de la verosimilitud para el espectador actual.

Cabaret es la película sobre el último club antes de la guerra y Phoenix es el primer club de después”, dice Petzold casi como eslogan antes de señalar que el mito del cabaret era buscado por los miles de americanos, ingleses y franceses que ocupaban la ciudad tras la contienda. “En la memoria alemana, la televisión había creado una imagen de ruinas romántica, pero la realidad es que estaba totalmente destruida. Era un desierto. Por eso es importante que ella no tenga cara: como Alemania está destruida y ha perdido su identidad”.

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