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Donbás, ¿un conflicto congelado?

  • Donetsk y Lugansk celebran elecciones validadas por Moscú

  • El líder independista Alexander Zajarchenko es el principal favorito

LUIS PÉREZ
5 min.

Hace unos días, el convoy que acompaña a Alexander Zajarchenko sacó músculo en un pueblo de la región de Donetsk. Los vehículos todoterreno irrumpieron en la plaza, con poca vida por el conflicto y por el frío que ha dado la bienvenida al invierno. Primero bajó parte de su equipo de seguridad.

Los milicianos prorrusos, armados hasta los dientes, despejaron el terreno. Luego, Zajarchenko y un grupo de escoltas pusieron pie a tierra. La comitiva acudió a una iglesia ortodoxa rusa en un acto de campaña electoral.

Nadie discute que Zajarchenko, de 38 años y natural de la zona del este de Ucrania que ahora busca la independencia, ganará las elecciones que se celebran este domingo en la región de Donetsk.

En el templo religioso, el hombre que desde agosto dirige a los rebeldes prorrusos en el frente militar, besó una imagen de Jesús y de la Virgen María. Luego salió de la iglesia y dio un mitin a unas cien personas concentradas en una fábrica cercana. El auditorio -la mayoría, jubilados- recibió promesas jamás escuchadas: tendrían pensiones más altas que en Polonia y ahorrarían tanto dinero que podrían viajar a vez al año a Australia para matar una docena de canguros en un safari.

Putin y su promesa a los prorrusos

Hace un mes, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, acudió a otro templo ortodoxo, esta vez en Moscú. Putin miró a la cámara fijamente, en un acto perfectamente programado. Todos los rusos que estaban frente al televisor le escucharon decir que había encendido varias velas en honor de aquellos que habían sufrido y que habían dado la vida defendiendo a la gente de Novorrusia.

Novorrusia es el término que utilizan los separatistas prorrusos (también Moscú) para definir el espacio que ocupan las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Esa región del este de Ucrania, conocida también como el Donbás, se levantó en armas y declaró unilateralmente su independencia el pasado mes de abril.

Como argumento alegaron la opresión del estado ucraniano y la defensa de la lengua y la cultura rusa. Siguieron la estela de lo que ocurrió en Crimea, pero con distinto guión. Kiev, que no plantó cara en la anexión rusa de la península, sí mandó tropas al frente en el este del país. Y siete meses y cuatro mil muertos después, Ucrania se desangra en un conflicto donde no se atisba ningún tipo de solución.

Con aquellas declaraciones en el templo ortodoxo, Putin confirmó que no abandonará a los prorrusos del Donbás, por muchas sanciones que le imponga Occidente. Por si había alguna duda, hace apenas un par de días, el Ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y el propio Putin, reafirmaban su compromiso. Rusia –dijeron- reconocerá los resultados de las elecciones de este domingo.

De nada sirvieron las llamadas telefónicas de los líderes europeos con los que más habla Putin: la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Francois Hollande. Ambos insistieron en que ni la Unión Europea ni Estados Unidos reconocerán los resultados de unos comicios que consideran ilegales. Palabras que pasarán de largo para el presidente ruso, al que los líderes occidentales acusan también de apoyar a los separatistas con armas y hombres.

Moscú y Occidente interpretan de diferente manera los acuerdos de alto el fuego firmados en Bielorrusia el pasado 5 de septiembre. El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, y sus aliados europeos, consideran que las elecciones de este domingo violan esos acuerdos.

Poroshenko, en su plan de paz, había ofrecido a los separatistas una autonomía limitada durante unos tres años y elecciones locales para el próximo 7 de diciembre. Moscú sostiene que hace falta diálogo, y que ese diálogo se tiene que dar entre las autoridades ucranianas y los líderes que se elijan este domingo en la zona de Ucrania que controlan los rebeldes.

Votar en medio de una guerra

¿En qué condiciones se va a votar? Básicamente en medio de una guerra, porque un día antes de los comicios ucranianos y prorrusos seguían gastando cartuchos y se batían a brazo partido por el control del aeropuerto de Donetsk. Las carreteras de la región están plagadas de controles militares, los rebeldes han militarizado los colegios electorales allí donde se pueda votar. Y nadie sabe cuántos ucranianos acudirán a las urnas.

Porque del censo electoral original se han caído los cientos de miles de desplazados que han abandonado la zona de conflicto desde que comenzara la guerra. En muchos carteles electorales, Alexánder Zajarchenko aparece con el traje verde oliva, como queriendo indicar que su primera labor como presidente de Donestk será que sus hombres controlen el territorio y que las tropas de Kiev no claven la bandera ucraniana en la zona rebelde.

Sin reconocimiento internacional

Para los separatistas, ganar la guerra significa también consolidar un Estado. El propio Zajarchenko ha reconocido que ese Estado, de momento, no aparecería en los mapas, porque el 99% de la comunidad internacional no lo va a reconocer. Y sin embargo en la zona que controlan los rebeldes cada vez se cortan más lazos con Ucrania.

A principios de octubre, los prorrusos anunciaron la creación de su propio Banco Central y de su Agencia Tributaria. Los residentes se han visto obligados a registrarse en la República Popular de Donetsk, y a pagar impuestos en su administración, en lugar de hacerlo en la de Kiev.

Hace unos días, los empresarios locales hacían cola para registrarse en una oficina. Unos lo hacían por lealtad, otros por miedo, por temor al castigo que conlleva el rechazo. Algunos se negaron a dar ese paso, convencidos de que, si Ucrania retomara el control del Donbás, los acusarían de colaboradores.

Los nuevos líderes de Donetsk y Lugansk están haciendo lo que ya hicieron otros territorios de la esfera soviética apoyados por Moscú. Ocurrió en Georgia, con Abjasia y Osetia del Sur. Y ocurrió también en Moldavia, con la región de Transdniéster. Territorios que hace ya un tiempo se declararon Estados independientes con el apoyo del oso ruso; territorios que no aparecen en los mapas oficiales de Occidente y que, años después, siguen siendo conflictos congelados. El mismo camino en el que se adentra el Donbás.

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