La ex primera ministra ucraniana, Yulia Timoshenko, que cautivó al mundo en 2004 al liderar la Revolución Naranja, ha salido en libertad este sábado tras pasar varios años en prisión. Esta "princesa" de la política ucraniana fue destronada en octubre del 2011 al ser condenada por abuso de poder.
En abril de 2013, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a Ucrania por esta detención "arbitraria e ilegal" de la ex primera ministra, criticada desde el principio por organizaciones internacionales y representantes de UE y EE.UU.
Un año antes de la sentencia de Estrasburgo, la líder opositora ucraniana fue trasladada de la prisión a una clínica especializada en Jarkóv para someterse a un tratamiento médico por una hernia discal y continuar allí su pena. Se hizo en contra de su voluntad, lo que la llevó a iniciar una huelga de hambre.
La vida de esta economista ucraniana, cuya trenza rubia en forma de corona se ha convertido en su principal signo de identidad, ha sido una auténtica montaña rusa desde que fuera elegida diputada en 1998. Ahora, tras su puesta en libertad, autorizada este sábado por el Parlamento, ha anunciado que se presentará a las próximas elecciones.
Acusaciones constantes
Cuando presidía el comité de presupuestos de la Rada Suprema (Parlamento) el entonces primer ministro reformista Víctor Yúschenko (diciembre 1999-abril 2001) la nombró viceprimer ministra a cargo de la cartera de Energía.
Durante el año y medio que ejerció ese cargo intentó "poner orden" en un terreno minado por la corrupción y el robo de materias primas, y también solventar el problema de la deuda con Rusia, lo que le valió el apodo de 'princesa del gas'.
No obstante, la gestión de Timoshenko no fue vista con buenos ojos por el presidente Leonid Kuchma y la gran empresa, que lograron su destitución en enero de 2001 con acusaciones de "fraude, contrabando y evasión de impuestos". Los detractores de la oligarca dicen que es una política que solo sirve a sus intereses personales
Fue detenida hasta en dos ocasiones y cumplió varias semanas de prisión preventiva bajo sospecha de presuntos delitos económicos, pero en ambas oportunidades la Justicia desestimó los cargos sin que siquiera se llegara a juicio.
Desde ese momento, la carismática política dedicó todas sus energías a criticar a Kuchma y a su delfín, el primer ministro Víctor Yanukóvich.
Tras las elecciones presidenciales de noviembre de 2004, Timoshenko arengó a las masas en las calles de Kiev a apoyar a Yúschenko y denunciar el fraude, movimiento popular de protesta conocido como Revolución Naranja.
Su revolución
Tras la victoria final de Yúschenko en los nuevos comicios el 26 de diciembre de ese año, Timoshenko se convirtió en la principal candidata a dirigir al nuevo gobierno prooccidental.
No obstante, ésta solo ocupó el cargo de primera ministra durante unos meses de 2005, entre el 4 de febrero y el 7 de septiembre, cuando fue destituida por Yúschenko y reemplazada por Yuri Yejanúrov.
Timoshenko fue defenestrada después de que varios de los colaboradores de Yúschenko fueran acusados de corrupción y tráfico de influencias, y de que su gestión al frente del gobierno fuera duramente criticada por la gran empresa y los inversores.
La incansable labor opositora de Timoshenko dio sus frutos en las elecciones legislativas anticipadas del septiembre de 2007 cuando fue la segunda fuerza más votada con más del 30 % de los votos.
Tras varias semanas de consultas, su partido forjó una nueva mayoría parlamentaria naranja con la formación presidencialista Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular, que le permitió ser aprobada como primera ministra.
Tras varios meses de gestión, Timoshenko rompió definitivamente relaciones con Yúschenko, entonces presidente, que le acusó de mala gestión económica durante la crisis.
No obstante, su ambición era convertirse en presidenta, por lo que decidió presentar su candidatura a las elecciones presidenciales de 2010, en cuya segunda vuelta fue derrotada por Yanukóvich, quien se vengó así de la líder naranja.
Rivalidad evidente
Desde entonces comenzaron los problemas para Timoshenko, que intentó aglutinar a las fuerzas opositoras para poner en dificultades al Gobierno del primer ministro prorruso Nikolái Azárov.
En mayo de 2010 la fiscalía abrió un expediente penal a Timoshenko por malversación de miles de millones de euros en fondos públicos y un año después fue acusada de excederse en sus funciones al firmar en 2009 un contrato de gas con Rusia.
El proceso judicial contra Timoshenko comenzó en mayo de 2011 y durante estos meses la ex primera ministra acusó a Yanukóvich de orquestar una "campaña de persecución política" de su persona.
El 5 de agosto Timoshenko agotó la paciencia del juez y fue enviada a prisión preventiva por desacato al tribunal, decisión que fue condenada unánimemente por la comunidad internacional.
Según sus allegados, la salud de Timoshenko empeoró considerablemente durante su tiempo entre rejas, pero esto no ablandó al juez, que dictó una sentencia condenatoria. Timoshenko se casó en 1979 con Alexandr Timoshenko, con quien tiene una hija, Yevgenia (nacida en 1985).