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'Una familia de Tokio', homenaje a la maestría

  • El veterano Yoji Yamada se inspira en Cuentos de Tokio de Ozu

  • La película ganó la Espiga de Oro del Festival de Valladolid

ESTEBAN RAMÓN
3 min.

FICHA TÉCNICA

Nacionalidad: Japón

Duración: 146 m

Título original: Tokyo kazoku

Director: Yôji Yamada

Guión: Yôji Yamada, Emiko Hiramatsu

Intérpretes: Yû Aoi, Satoshi Tsumabuki, Kazuko Yoshiyuki

Mono no aware es el nombre de uno de los conceptos clave del arte japonés. Remite a una concepción de la vida como movimiento continuo en la que el ser humano es un punto intermedio.  Literalmente significa ‘la lástima de las cosas’ o ‘la compasión hacia las cosas’, y es también la piedra angular que corre por el cine de Yasujiro Ozu, uno de los grandes directores de la historia del cine.

De los tres cineastas que descubrieron el cine japonés a occidente en los 50, Kurosawa sigue siendo el más popular, Mizoguchi y su cine barroco han envejecido un poco, pero Ozu, sin embargo, es atemporal. La belleza y armonía de sus películas parecen incorruptibles.

Ozu no se casó ni tuvo hijos pero, desde la distancia, se especializó en retratar el universo familiar y la relación entre padres e hijos huyendo del sentimentalismo. La cita de Robert Bresson sobre la poesía cinematográfica  (“No corras tras ella, penetra por si sola a través de las junturas”) ilustra la maestría de su cine. Su punto de vista es célebre por la altura de la cámara, situada a la altura de la cintura. Cuentos de Tokio (1953) aparece periódicamente en todos los listados, ránkings y repasos de las mejores películas de la historia.

¿Alguien imagina un ‘remake’ de Casablanca, Centauros del desierto o Ciudadano Kane? Pues eso es precisamente lo que ha realizado Yoji Yamada en Una familia de Tokio, que el viernes 22 llega a la cartelera. La película es un doble y feliz aniversario: 60 años del clásico de Ozu y medio siglo del inicio de Yamada en la dirección. Una familia de Tokio se presentó en el último festival de Berlín y hace unas semanas ganaba la Espiga de Oro en el Festival de Valladolid. El Mono no aware tendrá su continuación en la cartelera la próxima semana  con la maravillosa De tal padre, tal hijo, de Koreda

Yamada, un clásico viviente del cine japonés

Yoji Yamada, 82 años, es conocido en Japón por sus populares películas sobre un personaje vagabundo llamado Tora-san. En occidente su despegue fue más tardío hasta que El ocaso del samurái (2002) se convirtió en un clásico.

Una familia de Tokio utiliza la excusa argumental de Cuentos de Tokio: unos ancianos rurales viajan a la capital para visitar a sus hijos. Sin embargo, pronto se percibe la desconexión generacional y los padres se convierten en una molestia. Sin desvelar el final, las dos películas difieren en su resolución y la película de Yamada tiene un regusto más dulce. El acierto que es que Yamada consigue rescatar a Ozu, desde sus encuadres bajos al tempo.

Ozu decía que “provocar la tristeza y alegría es fácil: atenúa la vedad última de la vida”. Lo importante no es la trama, sino el ritmo y las elipsis. 60 años después el choque entre generaciones y entre la ciudad y el campo sigue siendo el mismo. Tras casi dos horas y media de película, la sensación que no ha pasado el tiempo. Mono no aware.

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