La congregación de cardenales ha decidido que el cónclave para elegir al nuevo papa comenzará el próximo martes 12 de marzo, según ha confirmado el portavoz vaticano, Federico Lombardi, esta tarde.
Tras casi una semana de deliberaciones, en la octava Congregación General, los cardenales han desvelado la fecha que todo el mundo estaba esperando desde que comenzara el pasado 28 de febrero la sede vacante, tras la renuncia de Benedicto XVI. Tal y como advirtió el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, los purpurados no han elegido la fecha del que será el segundo cónclave del tercer milenio hasta que no han llegado los 115 electores al Vaticano.
De esta forma, los cardenales se han acogido al motu proprio hecho público por Benedicto XVI días antes de que se hiciera efectiva su renuncia, por el que permitía al Colegio Cardenalicio adelantar el comienzo del cónclave -que, según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, debe celebrarse entre 15 y 20 días después de la muerte del Pontífice o de que la sede quede vacante-.
Misa 'pro eligendo papa'
Por la mañana de ese día se celebrará en la basílica de San Pedro la Santa Misa Pro eligendo Romano Pontífice, a la que podrán asistir todos los fieles que lo deseen, así como el cuerpo diplomático.
Por la tarde, los cardenales se reunirán en la capilla Paulina y se dirigirán hacia la capilla Sixtina, lugar de celebración del cónclave, recitando las letanías y cantando el "Veni Creator Spiritus", con el que invocarán la ayuda del Espíritu Santo.
Una vez dentro, se procederá al juramento, por el que se comprometerán a mantener el secreto de todo lo que se diga o haga.
Para garantizar el secreto, los especialistas han hecho severos controles para que no sean instalados medios audiovisuales de grabación y trasmisión exterior.
Después, el Maestro de Ceremonias Pontificias pronunciará la frase "extra omnes" y todos los ajenos al cónclave saldrán de la Capilla.
Compromisos y capitulaciones, prohibidos
La Constitución Apostólica "Universi Dominici Gregis" prevé que los cardenales electores deberán abstenerse de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género que les puedan obligar a dar o negar el voto, del mismo modo que no podrán hacer capitulaciones antes de la elección.
Si eso sucediera, el compromiso adquirido sería nulo y nadie estará obligado a observarlo.
Abolidos los modos de aclamación y por compromiso, la elección se hará por escrutinio secreto. Para que sea válida se requieren los dos tercios de los votos, calculados sobre la totalidad de los electores presentes. Al ser 115, el elegido necesitará al menos 77 votos.
Primera fumata y orden de votaciones
Por la tarde los 115 cardenales electores entrarán en la capilla Sixtina para comenzar el cónclave. Esa misma tarde habrá una primera votación, con la consiguiente fumata.
Si la elección no se produce, el humo será negro y, en los tres días siguientes, se celebrarán cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y otras dos por la tarde.
Si se repitiese el resultado negativo a lo largo de esas tres jornadas, habrá un día de descanso, una pausa para la oración y coloquio entre los votantes.
Tras ese receso, volverán a celebrarse otros siete escrutinios y, si se sigue sin elegir papa, se efectuará otro descanso y se volverán a hacer otros siete más. Este proceso podría repetirse una vez más, y así hasta alcanzar el trigésimo tercer o trigésimo cuarto escrutinio (dependiendo si el primer día se vota o no).
Llegada esta situación, el nuevo papa se elige entre los cardenales que hubieran obtenido mayor número de votos en el último escrutinio, quedando éstos sin poder participar.
La normativa exigía que, a partir de esta votación, el elegido lo fuera por mayoría absoluta (la mitad más uno). Pero Benedicto XVI estableció que fueran necesarios los dos tercios de los votos en todos los escrutinios del cónclave, llevándose a cabo a partir del actual.