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Romney inicia la remontada con el mapa electoral en contra a un mes de las elecciones

ALBERTO FERNÁNDEZ
8 min.

El renacer de la campaña de Mitt Romney con las 'brumas' de octubre lo marcaba el pasado viernes un cambio pequeño pero clave en la página web Real Clear Politics, la auténtica biblia de los encuestadores: el estado de Ohio, la clave tradicional para ganar las elecciones, pasaba del color azul de Obama al gris de los indecisos.

El cambio se producía después de que la empresa We Ask America colocase con un punto de ventaja al republicano tras su victoria arrolladora en el primer debate electoral, celebrado esta semana.

Era la primera encuesta de 18 que ponía por delante a Romney en este estado. La anterior se produjo a finales de agosto, cuando el leve rebote tras la convención republicana anticipaba un mes negro para el ex gobernador de Massachussetts.

El pasado septiembre la exitosa convención demócrata con un gran discurso del expresidente Bill Clinton, la mala reacción de Romney a la muerte del embajador de Estados Unidos en Libia, Chris Stevens, y, sobre todo, la grabación en la que descalificaba al 47% del electorado pusieron su campaña al borde del abismo.

Los datos de Real Clear Politics dan fe de ello: si el 2 de septiembre Obama apenas tenía una ventaja del 0,1% sobre su rival, el 30 del mismo mes el hueco se había ampliado hasta el 4,1%.

Con el mapa en contra

El sistema electoral estadounidense establece que el presidente es elegido por el llamado colegio electoral, compuestos por 537 representantes de los 50 estados.

Todos los electores de los estados van a parar al candidato ganador, aunque gane solo por un voto (excepto Nebraska y Maine que dividen sus electores en distritos).

Eso hace que, llegados a un determinado punto de la campaña, tanto republicanos como demócratas centren sus esfuerzos en aquellos estados donde la victoria está en el aire, aunque eso no tenga un efecto visible en los sondeos a nivel nacional.

Obama tiene ventajas cercanas a los diez puntos en dos estados considerados en otras ocasiones indecisos, como Pensilvania y Michigan (el estado natal de Romney) y cuenta con un suelo de 237 votos del colegio electoral que los analistas consideran muy difícil que se mueva en las próximas semanas.

Romney, por su parte, cuenta tan solo 191 votos seguros, lo que le sitúa con un déficit de casi 50 electores respecto a su rival y le obliga no solo a hacer una remontada en intención de voto a nivel nacional, sino dirigida a grupos específicos de votantes cuyos intereses varían e incluso pueden ser contradictorios.

A un mes vista de las elecciones presidenciales, esos estados se dividen en tres grupos: los tres imprescindibles para no perder  (Ohio, Florida y Virginia), los tres necesarios para ganar (Wisconsin,  Carolina del Norte y Colorado) y los tres complementarios para sellar la  victoria (Iowa, Nevada y Nuevo Hamsphire).

El problema para los republicanos es que su rival había conseguido en sepptiembre que Ohio, Wisconsin y Nuevo Hampshire pasasen a su contador al superar la media del 5% de ventaja, lo que suponía dejarle con 269 de los 270 votos necesarios.

Por este motivo, que Ohio vuelva a convertirse en un estado en juego marca el comienzo de la etapa decisiva de la campaña, en la que los dos debates presidenciales que quedan, los datos económicos y cualquier error de uno u otro candidato pueden desequilibrar la balanza en un sentido u otro.

Vuelve el Romney centrista

El debate del pasado miércoles marcó un giro hacia el centro del candidato republicano, después de escorar su discurso a la derecha para ganar las primarias y tratar de entusiasmar a los suyos.

Así, aseguró que no iba a recortar fondos en educación ni becas a estudiantes para ir a la universidad, que no apoyaría ninguna reducción de impuestos que supusiera más déficit y recordó incluso su balance centrista de gobernador, cuando trabajó bien con un congreso demócrata y aprobó una ley sanitaria que muchos consideran el modelo de la polémica reforma sanitaria de Obama. 

Estas posiciones, que muchos adjudicaban a Romney antes de la campaña pero que ahora habían dado por muertas por el giro derechista impuesto por su partido, buscan atraer a los votantes centristas e independientes, en un momento en que sus bases están dispuestas a 'tragarse' esos sapos con tal de acabar con la era Obama.

"Soy ciertamente partidista y un activista comprometido, pero librarse de Obama lo supera todo. No podemos preocuparnos de las posiciones irritantes de Romney en algunos aspectos", señalaba a Politico Tom Tancredo, antiguo congresista que apoyó al ultraconservador Rick Santorum en el proceso de primarias republicanas.

Estados como New Hampshire, donde Romney pasa sus veranos, con un importante peso de republicanos moderados, y los dos objetivos del sur de la campaña de Obama, Virginia y Carolina del Norte, en los que todo depende de unos pocos independientes que antes se inclinaron por Obama, pueden acabar en sus manos gracias a este giro.

La economía, de nuevo

El problema de Romney es que, más allá de las buenas palabras, poco o nada ha dicho hasta ahora cómo conseguirá reducir el déficit y bajar impuestos a la vez, tal y como le criticó Obama tras su derrota.

"Conocía a un tipo muy enérgico que aseguraba ser Mitt Romney pero no podía ser Mitt Romney porque el auténtico Mitt Romney ha estado dando vueltas por el país en el último año prometiendo reducciones de impuestos de cinco billones de dólares en favor de los más ricos", decía el candidato demócrata en un mitin el pasado jueves.

Al día siguiente, Obama recibía un capote de las estadísticas: el desempleo bajaba por primera vez del 8% desde enero de 2009, cuando empezó su mandato.

Romney reacciono rápidamente para recordar que la economía sigue débil y que el desempleo real estaría más cercano al 11% si se incluye a las personas que han dejado de buscar trabajo, algo que según algunos economistas ha hecho que baje el desempleo en los últimos meses de manera artificial.

Pero en septiembre ése no fue el caso: la población activa ha aumentado en septiembre y un dato en la misma línea en octubre (las cifras se hacen públicas el 2 de noviembre, a solo cuatro días de las elecciones) puede ser clave.

En el último mes, Obama ha conseguido superar a Romney en el área donde supuestamente era más fuerte, el manejo de la economía, y buena parte de los estadounidenses siguen creyendo que el máximo responsable de la situación actual no es él mismo, sino su predecesor, George W. Bush.

Además, el presidente cuenta con una ventaja: la economía de buena parte de los estados clave ha ido mejor que en el resto del país. Así, el paro en Iowa es del 5,5%, en Nuevo Hampshire del 5,7%, en Virginia del 5,9%, en Ohio del 7,2% y en Wisconsin del 7,5%.

Pese a sus diferencias, Ohio, Wisconsin y Iowa cuenta con electorados similares (blancos de clase trabajadora, con mayor peso agrícola en Iowa) y han resultado beneficiados junto a Michigan y Pensilvania de una de las medidas más arriesgadas de Obama: el rescate de los gigantes de automoción de Detroit, que fue firmemmente rechazada por Romney.

¿La esperanza latina?

Por eso, y al contrario de lo que ha ocurrido históricamente, Ohio tiene una mayor tendencia hacia los demócratas que el resto del país, lo cual complica aún más la vida a Romney, que si lo da por perdido tiene que meterse en otra ruta de victoria distinta: los estados con creciente población latina, Florida, Nevada y Colorado.

Poco antes del debate en este último estado, Romney sorprendía diciendo que respetaría la medida tomada por Obama en junio por la que frenaba la deportación de 1,7 millones de jóvenes inmigrantes que llegaron siendo niños a Estados Unidos y que les otorga un permiso temporal de trabajo.

Sorprendía porque durante la campaña de las primarias habló incluso de 'autodeportación', un conjunto de medidas dedicado a aislar de tal manera a los 'sin papeles' que ellos mismos accedan a volver a sus países de origen.

La respuesta a este cambio repentino está en datos como el de una reciente encuesta de Latino Decisions, dedicada al estudio demográfico de los latinos.

En Florida, donde a finales de septiembre fueron consultados 400 votantes hispanos registrados, el 56 % de los encuestados afirmó "estar seguro" de que votarán por Obama en las elecciones del 6 de noviembre próximo, frente al 27 % que aseguró que apostará por Romney.

En el estado de Nevada, el 69 % de los encuestados también dijo "estar seguro" de que votará por Obama, mientras que el 15 % expresó que sufragará por el candidato republicano.

En ambos casos, el apoyo demócrata se basa sobre todo en la política migratoria, que afecta a la población latina procedente de centroamérica y sudamérica, la más creciente frente a los cubanoamericanos de Florida, más cercanos a los demócratas.

"Si Obama mantiene ese nivel de apoyo en Florida, creo que tiene una buena oportunidad de ganar el estado y las elecciones", declaraba a Efe Frank Sharry, director ejecutivo de Latino Decisions.

Y es así, literalmente: con los 29 electores de Florida, unido a los seis de Nevada, Obama sellaría su reelección aunque perdiese en el resto.

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