Alemania, Finlandia y Holanda se han puesto a recortar los flecos de los acuerdos de la cumbre europea del pasado junio y han puesto negro sobre blanco su postura sobre un asunto clave para España: la recapitalización directa de la banca. Y concluyen que la factura de rescatar al sector financiero la tendrá que pagar el Estado y no la zona euro.
El compromiso del Consejo Europeo y del Eurogrupo posterior del 9 de julio fue claro: romper el círculo vicioso entre deuda soberana y bancaria. Y para ello acordaron que “cuando haya un mecanismo eficaz de supervisión bancaria, con participación del BCE, el MEDE (fondo permanente de rescate), tendría la posibilidad de recapitalizar directamente los bancos de la zona euro”.
Para España este acuerdo era esencial, ya que si el BCE asume el control de los bancos que hayan tenido que ser rescatados, estos podrían pedir directamente dinero a los fondos de rescate, sin necesidad de que los programas de ayuda se carguen a cuenta del Estado y engorden su ya abultada deuda. En consecuencia, el MEDE sería quien asumiría las posibles pérdidas y no el Gobierno español.
Pero todos los documentos publicados por la eurozona desde el 29 de junio se limitan a expresar lo mencionado arriba la "posibilidad" de recapitalizar los bancos de la zona euro cuando el BCE supervise todo el sector financiero. Y añaden "discusiones técnicas sobre el futuro instrumento de recapitalización directa de los bancos comenzarán en septiembre".
Las exigencias de los triples A
Pues bien, septiembre ha llegado y el núcleo duro del euro ve agujeros a esta interpretación. Por ello, ha dejado clara su posición en una declaración conjunta: la recapitalización directa de la banca no tendrá carácter retroactivo y cada país deberá pagar los costes de futuras pérdidas.
"El MEDE puede asumir la responsabilidad de los problemas que ocurran bajo su nueva supervisión, pero los activos heredados deben permanecer bajo la responsabilidad de las autoridades nacionales", aseguran los ministros de Finanzas de Alemania, Holanda y Finlandia.
Las exigencias de Alemania y los países del norte no terminan ahí. También plantean que los Gobiernos que se acojan a este instrumento suscriban otro Memorando de Entendimiento, y que las recapitalizaciones se basen en valoraciones económicas razonables. Asimismo, antes de ejecutar una recapitalización directa, recomienda que se hayan agotado otras vías, como el capital privado o inyecciones por parte del Estado miembro.
Esta vuelta de turca traiciona, de algún modo, el espíritu de la cumbre europea, donde los líderes apostaron por avanzar en la unión bancaria y fiscal, y apoyar a España e Italia frente al acoso de los mercados.
La Comisión Europea ha respaldado este miércoles que España se beneficie de la recapitalización directa para sus bancos con carácter retroactivo, pero ha reconocido que "la discusión sobre el diseño final del MEDE está en marcha". "Hay algunos elementos que ha sido definidos por los jefes de Estado y de Gobierno. El resto debe ser definido por el grupo de trabajo del Eurogrupo", ha señalado el portavoz de Asuntos Económicos, Oliver Bailly.
La clave está en que en ningún documento se especifica si la recapitalización tendría o no carácter retroactivo, aunque Bruselas, entre otros, lo den por supuesto. De ahí, los constantes cruces de declaraciones entre los líderes europeos.
¿Cuánto coste asume España?
En la rueda de prensa posterior al Consejo, Angela Merkel puso en duda la recapitalización. "No habrá ninguna prestación sin contraprestación", aseguró la canciller alemana el mismo 29 de junio. Dos días después su ministro Wolfgang Schäuble, dejó caer que la ayuda contabilizaría como deuda. El ministro francés defendió una recapitalización "rápida y directa porque es lo que los mercados esperan de nosotros”.
Días más tarde, tras una reunión interminable con los ministros de Finanzas de la eurozona, el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, preguntado al respecto, contestó que España “no” tendría que garantizar las pérdidas una vez entre en vigor el supervisor bancario único. ¿Pero qué hay de las ayudas inyectadas antes?
Si se impone la tesis de los halcones triple A, el coste del rescate bancario -entre 40.000 y 60.000 millones de euros, según las previsiones y a la espera del informe de Oliver Wyman de este viernes- recaerá sobre los contribuyentes españoles. Al menos, los tramos de ayuda liberados antes de que el BCE tome el control de la supervisión, algo sobre lo que tampoco hay consenso.
Mientras la Comisión Europea y el propio BCE esperan que el mecanismo esté listo a partir del 1 de enero de 2013, Alemania y sus socios creen que esta fecha no es realista. De hecho, Berlín aboga porque el supervisor solo controle las entidades sistémicas y con problemas, y no las 6.000 entidades financieras de la zona euro, una intención que arroja dudas sobre los balances de los bancos regionales alemanes.
El calendario no es baladí. Si el supervisor empieza a funcionar de forma efectiva a primeros de enero, España solo tendrá que responder por la ayuda recibida hasta entonces, probablemente unos 30.000 millones de euros.
Los mercados contraatacan
Al final, que la recapitalización directa no tenga carácter retroactivo contribuye perpetuar el círculo vicioso entre bancos y Estado. Mientras el Gobierno sigue finánciandose a intereses elevadísimos en los mercados, el crédito a los bancos computará como deuda del Estado y los intereses engordarán el déficit, como ya aclaró Eurostat.
Los inversores así han entendido el comunicado de Alemania y sus socios. De ahí, que la prima de riesgo haya escalado más de 30 puntos esta mañana, por encima de los 450, y que el bono a diez años ya supere el 6%. Más presión para que España siga pensándose si necesita o no solicitar a los fondos de rescate que compren deuda.
Pero pese a las intenciones alemanas, el traje de la recapitalización directa aún no se ha terminado de confeccionar. Los siguientes flecos se cortarán (o no) el próximo 8 de octubre, cuando se celebrará la primera reunión del Mecanismo Europeo de Estabilidad y un encuentro del Eurogrupo. Hasta entonces, queda espacio para nuevas reinterpretaciones y jornadas de tensión en los mercados.