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Grandes novelas en busca de adaptación

  • Walter Salles estrena en Cannes la primera adaptación de En el camino

  • Un puñado de obras maestras de la literatura todavía no han sido adaptadas

ESTEBAN RAMÓN
5 min.

El temor al fracaso es paralizante. Que se lo digan a Francis Ford Coppola que, desde que en 1979 compró los derechos de En el camino,  no ha encontrado el modo de adaptar el rollo de télex de 36 metros en el que Jack Kerouac estampó letra a letra la biblia de la generación ‘beat’. El director brasileño Walter Salles estrena, hoy y por fin en Cannes, el encargo delegado de Coppola en una de las citas más esperadas del festival de cine.

En general, los grandes directores han huido de la gran literatura en la misma medida que los grandes productores la han perseguido. Los primeros, por no compartir autoría; los segundos, en busca de gloria y taquilla. A Hitchcock le repugnaba adaptar buenas novelas pues consideraba que a Crimen y castigo, por ejemplo, no le sobraba una coma y trasladarla a lenguaje cinematográfico exigiría una película de 6 o 10 horas.

Pero comos sea que los productores mandan, la industria cinematográfica ha esquilmado la literatura del XIX y XX. ¿Toda? No, un puñado de obras maestras resisten como aldea gala por distintos motivos. Novelas inadaptables al margen, tipo Faulkner, Joyce o Perec, repasamos algunas obras maestras que todavía no tiene quien las filme. Por centrarnos, hablamos de autores del siglo XX, al fin y al cabo, el siglo del cine.

El guardián entre el centeno, o la adaptación prohibida

“Si hay algo que odio son las películas, ni me las menciones”, dice Holden Cauldfield, protagonista de la otra novela generacional americana,  en la primera página de la novela, herido por la prostitución (era guionista) de su hermano en Los Ángeles. J.D Salinger, que dijo no a seguir escribiendo, también tuvo un no para Billy Wilder, Steven Spielberg, Jerry Lewis y Elia Kazan, y hasta para su equivalente cinematográfico, Terrence Malick.

En una carta, publicada tras su muerte, Salinger revela que preservar los derechos era una especie de seguro de vida para su mujer e hijos. Los derechos de la novela no se liberan hasta 2046. Si la inercia continúa y la familia y la editorial no venden, el actor que finalmente interprete a Holden Caulfield estaría por nacer.

La conjura de los necios, o la adaptación maldita

Publicada 11 años después del suicidio de su autor, John Kennedy Tool, el éxito inmediato de las andanzas de Ignatius J. Reilley por Nueva Orleans era una apuesta segura. Harold Ramis lo intentó con sucesivas generaciones del Saturday Night Live, pero las muertes de John Belushi, John Candy y Crish Farley le quitaron las ganas. 

En 2005, la Paramount levantó un proyecto en firme centrado en Will Ferrer como Ignatius. El guion adaptado era de Steven Soderbergh y el reparto estaba cerrado, pero el estudio reculó indeciso y la destrucción de Nueva Orleans por el huracán Katrina, terminó por resolverle las dudas.

La condición humana o la adaptación cara

Los franceses no se han atrevido, tal vez por el respeto que genera André Malraux, el novelista-ministro creador del ‘estado cultural’. Pero la historia sobre la fallida revolución comunista de Shangai en 1927 pide una película a gritos (y a muchos dólares). El guionista William Goldman dice que la novela es una de las pocas obras de gran nivel "que comienza a toda pastilla”. Desde el principio, la novela atrajo a directores “más grandes que la vida”, es decir, revienta-presupuestos. Einsestein, Bertoluci y Cimino (¡con Malkovich, Daniel Day-Lewis, Uma Thurman y Johnny Deep en el reparto!) proyectaron y abandonaron por distintas razones.

A punto estuvo de cristalizar el intento de Fred Zimermman en 1966. Con el Oscar de Un hombre para la eternidad aún calentito, convenció a la Metro Goldwyn Mayer para adaptar, en sus propias palabras, “la biblia de su generación”. Con David Niven, Liv Ullmann y Max Von Sydow en plena preproducción, la MGM se echó atrás pero los actores continuaron ensayando sin salario hasta tener la película preparada.

Viaje al fin de la noche o la adaptación tabú

Louis-Ferdinand Céline  aúna ese respeto a la literatura maldita con el tabú de su filonazismo. Es verdad que los filosóficos pasajes finales no son fáciles de trasladar a la pantalla pero el propio Céline, en una entrevista de 1964 imaginaba un comienzo y un final en imágenes, en un guiño para compradores potenciales.

Sergio Leone solía llevar un ejemplar de la novela con él y fantaseaba con adaptarla en los años 60, si bien muchos de sus colaboradores sospechaban que nunca la había leído y solo quería ser aceptado como ‘intelectual’. ¿Qué música habría creado Morriconne para el hipotético filme?

Archipélago Gulag o la adaptación descomunal

En marzo de 1974 se anunciaba que Aleksandr Solzhenitsyn iba a vender los derechos al productor italiano Carlo Ponti para que Richard Burton protagonizara su novela sobre la represión estalinista. El productor italiano quería repetir su fórmula de éxito de la adaptación de Pasternak en Doctor Zhivago (superproducción + premio Nobel + Unión Soviética).

La propia génesis de la novela, con fragmentos custodiados secretamente por el círculo de Solzhenitsyn, la KGB acechando y suicidios/asesinatos sin aclarar, podría dar lugar a otra película de intriga que dejaría a La vida de los otros en un juego de niños.

Aunque nunca más se supo del proyecto de Ponti, según la fórmula de Hitchcock, la adaptación de las más de 1000 páginas de los siete volúmenes parece más apropiada para una serie de televisión. Al tiempo.

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