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Eduard Fernández: "Como actor, necesito mucha libertad para crear"

  • El actor catalán encarna en Madrid a un empresario sin escrúpulos

  • Quitt se representa hasta el 1 de abril en el Teatro Valle-Inclán

LUISA SEGURA ALBERT
3 min.

Con más de 20 años de carrera a sus espaldas representando toda clase de personajes, Eduard Fernández (Barcelona, 1964) llega a Madrid este miércoles dispuesto a realizar una de las interpretaciones más difíciles de su vida.

Sobre el escenario del Teatro Valle-Inclán (Centro Dramático Nacional), dará vida a Hermann Quitt, un gran empresario que encarna el capitalismo más feroz y que está dispuesto a aplastar a todo el que encuentre en su camino con tal de sacar provecho a lo que él quiere, que es prácticamente todo.

Quitt (Las personas no razonables están en vías de extinción) bien podría ser un acertado retrato de nuestros días, a pesar de estar escrita hace 38 años. De hecho, según su director, Lluís Pasqual, “la obra es rabiosamente actual aunque hay que sumarle un giro de 180 grados”.

Según afirma el también director del Teatre Lliure, Peter Handke es “un poeta políticamente incorrecto que lo fue mucho antes de que existiera esta expresión”.

La mirada poco amable de Peter Handke

Pasqual –impresionado por el texto desde que lo conoció en París en 1976– ha querido traer a Madrid esa mirada poco amable del mundo del polémico Handke a través de esta obra difícil de dirigir, según él, y de ver.

Sobre la dificultad de interpretarla o no, Eduard Fernández, asegura a RTVE.ES lo que nos temíamos: que sí, que es muy compleja también para los actores.

“La verdad es que es un texto muy poco habitual. No solemos ver a muchos empresarios como éste sobre el escenario siendo, a ratos, francamente desagradable y, otros, buscando que le quieran, aunque no haya manera”, reconoce este actor catalán ganador de 2 Premios Goya.

“Una dificultad que entraña el personaje es que el actor se mezcla con él, y a veces no sabes quién de los dos está hablando. Hermann Quitt es un hombre de clase humilde que ha ido subiendo y quiere sacar de todo en un provecho. Y al final se convierte en su propio prostituto”, añade.

Fernández se va a Brasil a ponerse el hábito

Fernández –todo hay que decirlo– también es actual y lo demuestra contándonos otros de sus proyectos. “Aparte del capítulo que tengo que rodar para la nueva película de Cesc Gay, Una pistola en cada mano, estoy a punto de irme a Brasil para encarnar a un obispo de la Teología de la Iluminación, para TV3, y la verdad es que estoy encantado”.

Pero su implicación permanente en el mundo del cine, del teatro y de la televisión no acaba ahí: “Ahora voy a hacer una serie en televisión, Los banqueros, que me ilusiona también”, explica emocionado, a pesar de una amigdalitis que, por lo menos a primera vista, aguanta bien.

Sobre su eterna relación profesional con Lluís Pasqual –con quien lleva más de 10 años trabajando, aunque no continuamente–, Fernández dice tajante: “Bueno, ¡es que me sigue contratado!”.

Después, concreta: “No, pero además de eso, él tiene una enorme cultura teatral y me conoce bien. Ten en cuenta que yo soy un actor que necesita libertad para crear. No soy bueno ejecutando órdenes solo; primero, porque me aburro y, segundo, porque creo que no lo hago bien”.

Producida por el Centro Dramático Nacional y Teatre Lliure, el reparto de esta obra lo completan siete actores que están, sin demasiados esfuerzos, a la altura del texto –que ya es decir–: Andreu Benito, Jordi Boixaderas, Jordi Bosch, Míriam Iscla, Lluís Marco, Marta Marco y Boris Ruiz.

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