El último vuelo de la Atlantis es la materialización de la muerte anunciada de los transbordadores de la NASA.
Tras la pérdida del Columbia en 2003 la administración Bush decidió que había llegado el momento de retirar del servicio los transbordadores espaciales.
Las razones aducidas para ello fueron sus costes operativos, mucho más altos de lo estimado inicialmente, y su falta de seguridad. El ambicioso plan del presidente Bush permitía a los transbordadores seguir volando hasta terminar la construcción de la Estación Espacial Internacional, pero más allá llamaba al desarrollo de una nueva nave capaz de llevar a los astronautas de vuelta a la Luna y más allá.
El problema es que este ambicioso plan no estaba acompañado de una financiación a la altura, con lo que el programa Constelación comenzó a acumular retrasos y sobrecostes, hasta el punto de que una de las primeras cosas que decidió el presidente Obama fue acabar con él.
Aunque lo anunció ya hace algún tiempo, esto ocurría de forma oficial a principios de junio, cuando un responsable de la NASA firmaba la orden a tal efecto.
Ahora, la NASA queda a expensas de alquilar plazas Soyuz para enviar y traer a sus astronautas de la Estación Espacial Internacional, y espacio de carga en cápsulas en los vehículos de otras agencias como el ATV europeo, el H-II japonés, o las Progress rusas.
El futuro de los viajes espaciales
A más largo plazo, la iniciativa privada podría también ofrecer opciones con el desarrollo de algún lanzador certificado no sólo para carga sino para llevar también astronautas.
En esto es SpaceX quien parece llevar la delantera con su cápsula Dragon, que aunque por ahora sólo está certificada para llevar carga, ya ha llevado a cabo un lanzamiento con éxito.
Más en el futuro queda la posibilidad de que la Agencia Espacial Europea pudiera desarrollar una variante tripulada de su ATV.
En cuanto a la NASA, la versión actual de sus planes parece ser el bautizado como Space Launch System, que será un híbrido de tecnologías desarrolladas para el programa de los transbordadores como sus motores principales y sus propulsores de combustible sólido, y el motor cohete J-2 usado en el programa Apolo.
Será el encargado de lanzar el Multi-Purpose Crew Vehicle (vehículo de tripulación multipropósito), que basado en la cápsula Orion del programa Constelación será la que vuelva a poner astronautas de la NASA en órbita.
Al usar elementos ya conocidos la NASA espera que pueda estar en servicio en 2016, pero visto lo visto en el pasado, y visto sobre todo la falta de una clara voluntad política de impulsar el programa espacial, yo no apostaría nada a que se vayan a cumplir estas fechas.