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Las calles de Lorca reciben la segunda noche tras el terremoto sin gente en las viviendas

  •  El 54% de los edificios de Lorca que ya han sido revisados están dañados

  • Los lorquinos buscan el modo de no pasar esta segunda noche a la intemperie

SANTIAGO SÁNCHEZ MARTÍN
4 min.

Verde, negro, negro, verde, amarillo. Sucesión cromática de la calle Curtidores números 18, 16, 14, 12 y 10 que identifica el grado de afectación de los edificios por los dos terremotos vividos este miércoles en Lorca, que han dejado nueve víctimas mortales. El verde es habitable; el negro, para derribar y el amarillo, precaución: no se recomienda entrar. Cincuenta técnicos llevan todo el día valorando los edificios de la ciudad y poniéndoles estos colores.También el rojo, que identifica a las inhabitables.

La calle está en el Barrio de la Viña,  uno de los más devastados por los temblores. Tres personas perdieron la vida aquí, entre ellas el más joven -de 14 años- frente al número 8, que completa la manzana de la calle Curtidores y que se corresponde con el restaurante de su padre.

En esta calle y en la que desemboca, la carretera de Granada, ningún comercio ha abierto este jueves, ni para valorar los daños o empezar a recoger. Solo un supermercado de la cadena Mercadona trabaja todavía cuando cae la noche para paliar los evidentes daños de su fachada.

En la calle, para muchos vecinos se entremezcla la euforia de estar vivos con el daño que indica el color de sus edificios. Nati y Antonio no dormirán aquí, como casi nadie en el barrio. Ni siquiera los que viven en los edificios con el círculo verde. A esta hora, ninguna casa está iluminada. La única luz, proviene de las farolas y los coches. 

Lorca se vacía de los que tienen otra residencia

Casi todos tienen casas en las que alojarse, bien de familiares, bien de amigos o segundas residencias en el campo o en la playa. Se nota en la vía paralela, el Camino Viejo del Puerto, donde se viven momentos de colapso para salir de la ciudad. Muchos de los coches van cargados de enseres, como si fueran a pasar una temporada de playa en la vecina localidad de Águilas.

Según el Gobierno de Murcia, hasta el momento se han podido evaluar 542 edificaciones, lo que supone el 40% de las construcciones de la ciudad. El consejero de Obras Públicas y Ordenación del Territorio, José Ballesta, ha informado de el 54% de los edificios de Lorca que ya han sido revisados están dañados. De esos edificios, el 17% tienen daños estructurales (nivel rojo) y el 37% tienen algún tipo de peligrosidad, están comprometidos (nivel amarillo).

En el número 45 del Camino Viejo del Puerto, tres de sus vecinos se suceden con prisa por las escaleras, que están en estado ruinoso.

No han recibido la visita de los técnicos que evalúan el estado de los inmuebles. A última hora les han avisado de que pasarán mañana. Ninguno de los tres vecinos pasará la noche aquí.

Gustavo, que vive con su hijo de tres años, se irá a casa de una amiga en Águilas. Cuenta que se aferró con fuerza al niño en el primer temblor que vivieron en casa. "Él no se dio mucha cuenta, pero yo estaba aterrorizado. Me fui de casa inmediatamente, me daba la impresión de que la habitación estaba inclinada", recuerda.

Roque Padilla no tiene tanta suerte con su alojamiento de emergencia. Dice que él, su mujer y sus tres hijos dormirán en el coche, igual que hicieron ayer. Él vivió el seísmo en su trabajo, en el puerto, y cuenta que su jefe les mandó inmediatamente para casa. "Hoy nos ha dicho que cuando vuelva la normalidad nos llamará", asegura.

Entre 4.000 y 5.000 personas pasarán la noche fuera de sus casas

Y a juzgar por el aspecto de las calles, la normalidad tardará en llegar. Los que no están en el Recinto ferial Santa Quiteria, o los que no han abandonado Lorca, están en las calles comentando su suerte. La lluvia que ha caído tímidamente a intervalos en este jueves parece que no empeorará más aún las cosas.

El delegado del Gobierno en Murcia, Rafael González Tovar, ha explicado a La noche en 24 horas que entre 4.000 y 5.000 personas tendrán que utilizar las instalaciones provisionales de los campamentos porque no pueden o no se atreven a volver a sus casas.

Aun así los bomberos no cejan en su labor. Acaban de tirar el peto que corona un edificio de tres plantas. La ciudad se prepara para su segunda noche en vela.  

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