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Guillermo y Catalina unen a los británicos con su realeza en la boda real del siglo XXI

  • El príncipe y su ya esposa han hecho sus votos ante 2.000 personas

  • Un millón han seguido su recorrido nupcial por las calles de Londres

  • La lluvia finalmente no ha hecho acto de presencia

E. DE ANTONIO (Enviada especial a Londres)
2 min.

El 29 de julio de 1981 el príncipe Carlos y Diana de Gales embriagaron la atención de los británicos con un beso en el Palacio de Buckingham que daba la vuelta al mundo. Casi 30 años después este 29 de abril de 2011 su hijo Guillermo y su ahora esposa, Catalina Middleton, los han emulado con un beso tímido, propio de una pareja de recién casados ruborizada al exponer su amor no solo ante ellos; también ante 2.000 millones de personas. 

MEDIA[1086803,V, "El ramo de Catalina, un cariñoso guiño a su marido"]

"Estás preciosa"

Con los invitados puestos en pie y mientras sonaba el himno "I was glad", Kate, a quien ahora se llama Catalina, ha caminado sonriente hasta el altar, donde la esperaban el príncipe Guillermo y su hermano Enrique, su padrino de boda.

Según se pudo apreciar, al verla a su lado, Guillermo le ha susurrado: "Estás preciosa".

Ambos se han unido después a la congregación para cantar otro himno, tras lo cual empezó el servicio religioso.

Guillermo, segundo en la línea de sucesión a la corona británica, había llegado unos 45 minutos antes a la abadía acompañado por su hermano, el príncipe Enrique, que ha sido su padrino, en una limusina.

La presencia de Diana

Ambos visiblemente nerviosos volvían al escenario en el que vivieron uno de los momentos más tristes de su vida: el entierro de su madre, Diana Spencer, en 1997 en un accidente de tráfico.

La presencia en la boda de personalidades como el cantante Elton John, que cantó la inolvidable Candle in the wind en aquella ceremonia, y el anillo de compromiso de Catalina, el mismo que su padre le dió a su madre, han sido las pequeñas señas de la presencia invisible de la princesa de Gales, que ha sido muy recordada en la calle.

“Se lo debemos a Diana, Lady Di.  Estamos aquí porque él es su hijo y  queremos que sea nuestro futuro rey”, declaraba un grupo de mujeres de  Portsmouth.

Aunque ese es el deseo de muchos otros británicos, Guillermo y su esposa aún quieren vivir sus últimos momentos de anonimato en los dos próximos años.

Por el momento, y ya sin el foco de las cámaras, aún les queda una jornada de celebraciones en el Palacio de Buckingham y una luna de miel en la que las islas del Caribe, Jordania y las Seychelles figuran como objetivos preferidos por las casas de apuestas.

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