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La boda entre Kate y Guillermo, ¿una oportunidad para Reino Unido?

  • El día 29 será festivo y algunas empresas denuncian que tendrán pérdidas

  • Con todo, no se escuchan las mismas críticas que hubo con la visita del Papa

  • David Cameron defiende que la boda sea un día para la "unidad"

ÍÑIGO PICABEA (Corresponsal de RNE en Londres)
4 min.

“Estos chupatintas y metomentodo se equivocan completamente. No tienen derecho a impedir que celebréis una fiesta”. ¿Quién ha dicho esto, dedicado a quién y por qué? Quizá ayude esta otra declaración: “Soy el primer ministro y os digo que, si queréis celebrar una fiesta en la calle, ¡adelante, celebradla!”. En efecto, son palabras de David Cameron, dedicadas a los funcionarios de algunos municipios británicos, que han puesto obstáculos burocráticos a quienes desean ver la boda real en comunidad, con sus vecinos, al aire libre.

Los consejos locales, o ayuntamientos, del Reino Unido han recibido unas 4.000 solicitudes para poder organizar fiestas que implican, en muchos casos, el cierre (y decoración) de caminos vecinales. La burocracia ha denegado algunas peticiones, alegando motivos de seguridad y sanidad. “Es ridículo”, ha intervenido Cameron, que ha enviado este mensaje a los consejos locales que ponen trabas: “Que no interfieran, que no generen problemas donde no los hay. Dejad a la gente que se divierta”.

¿Beneficios o pérdidas?

El 29 de abril es día festivo en el Reino Unido porque se casan el príncipe Guillermo y Catherine Midleton. La inmensa mayoría de los británicos agradecen la decisión del Gobierno de decretar una jornada sin trabajo, porque permite marcar en el calendario laboral dos fines de semana consecutivos de cuatro días, si se tienen en cuenta la Semana Santa y el Primero de Mayo, trasladado del domingo al lunes. No es tan buena noticia para los empresarios.

En este país en el que se calcula el coste de casi todo, se estima que un día festivo genera pérdidas en la productividad por valor de seis mil millones de libras. Y la economía británica, aunque ya fuera de la recesión, no está para grandes alegrías. La recuperación aún es lenta y, con el inicio del nuevo año financiero, entran en vigor los mayores recortes en el gasto público desde la II Guerra Mundial.

Sin embargo, no se oyen críticas a esta boda real en tiempos de austeridad. Existe una gran diferencia, por ejemplo, con respecto a la visita de Estado de Benedicto XVI, el pasado mes de septiembre. Entonces, la lectura de la prensa se convirtió en un encuentro diario con los comentarios sobre el coste del viaje papal. Ahora, ganan las cifras sobre los ingresos que va a generar el enlace entre William y Kate, a los que la literatura oficial presenta como una pareja joven que se quiere, unos novios normales.

Tres acontecimientos sucesivos

La oficina de turismo de Londres, Visit London, espera que la boda atraiga a unas 600.000 personas a la ciudad, sumados visitantes nacionales e internacionales. Calcula unos beneficios para la capital británica de entre 30 y 50 millones de libras en un solo día, entre el gasto en alimentación, alojamiento y transporte. Sin olvidar los recuerdos sobre la boda, que esperan a ser comprados desde hace semanas en tiendas de souvenirs y librerías.

Más a medio y largo plazo, la oficina nacional Visit Britain, observa el 29 de abril de 2011 como el primer día de una gran campaña turística, que se extiende hasta los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y pasa por el Queen’s Golden Jubilee. Es decir, el 60º aniversario de la coronación de Isabel II, que se celebrará por todo lo grande el 3 de junio del año que viene.

La boda de unos novios normales, retransmitida en directo para una audiencia potencial de 4 mil millones de telespectadores. El enlace entre una commoner, sí, una mujer sin sangre azul, con el segundo en la línea sucesoria de la familia real, seguramente, más popular del mundo. En palabras del primer ministro David Cameron: “Una oportunidad para unirnos y celebrar todo lo bueno que tiene nuestro país”.

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