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¿Tiene Bélgica futuro como un estado dual?

  • Bélgica está a a punto de arrebatar a a Iraq el récord de carecer de Gobierno

  • Las diferencias entre flamencos y valones están cada vez más enquistadas

  • La actual situación sólo favorece a los independentistas flamencos

Antonio Delgado (Corresponsal RNE en Bruselas)
4 min.

Más  de siete meses después de las elecciones, los políticos belgas siguen siendo incapaces de arreglar sus diferencias  y formar gobierno. Algunos analistas sospechan que el llamado “modelo belga”,  basado en la negociación y el compromiso permanente entre flamencos y francófonos, está agotado.

Desde su fundación, en 1831,  la historia de Bélgica ha estado determinada por su doble identidad cultural.  Pero ese dualismo no se vio reflejado en la estructura del Estado hasta los años 70 del siglo XX, cuando se crean las dos comunidades políticas y arranca un proceso paulatino de descentralización del poder.

Al principio, la cosa iba como la seda. Pero, en los años 90, se rompe el equilibrio. En Flandes, la región más próspera, se impone la visión de que la otra mitad del país es un lastre económico y los políticos reclaman cada vez más autonomía. Juego de espejos. En Valonia, se extiende la idea de un Flandes insolidario y los políticos empiezan a recelar de la descentralización.

La brecha se va ensanchando elección tras elección, hasta que en las últimas legislativas, el 13 de junio de 2010,  un partido independentista emerge como la primera fuerza en Flandes: la Nueva Alianza Flamenca (NVA). El contraste es brutal. En Valonia, gana el Partido Socialista, adalid del Estado central.

Los nacionalistas flamencos ganaron en el norte y los socialistas valones, en el sur. Los resultados electorales pueden agravar la crisis política del estado que dentro de tres semanas asumirá la presidencia rotatoria de la Unión Europea.

Para formar gobierno, hacen falta las dos partes –en realidad, en la actual negociación participan siete partidos, cuatro flamencos y tres francófonos-. Además, no basta con negociar al detalle el programa de la legislatura. Esta vez, el bloque flamenco exige también acordar una nueva reforma del estado que aumente el poder regional.

Los francófonos aceptan el principio. Pero,  siete meses después, ni siquiera se ha esbozado un borrador de acuerdo.  El mediador nombrado por el rey Alberto II, Johan Vande Lanotte, renunció este 26 de enero, agotado, sin lograr que los partidos se sentasen al menos a negociar sus propuestas.

El bloqueo del gobierno solo favorece a los independentistas

¿Quién tiene la culpa? Como es natural, cada bando señala al contrario. Pero en algo coinciden casi todos los analistas. El bloqueo favorece a la Nueva Alianza Flamenca, cuyo líder, el carismático Bart de Wever, sostiene que Bélgica es un estado inviable condenado a “evaporarse”. 

“Cada día que pasa permite a este partido llevar a cabo su programa”,  ha escrito en el diario francófono Le Soir el profesor de derecho constitucional Marc Uyttendale,   “No se debate sólo cómo reformar el Estado, se debate si el Estado tiene todavía sentido”, estima Uyttendale.

¿Cómo salir de esta? A tenor de los sondeos, convocar elecciones sólo serviría para repetir los resultados, además de para perder tiempo y poner más nerviosos a los mercados financieros, que empiezan a tener a Bélgica en su punto de mira.

Hay alternativas. Pero ninguna fácil. El líder de los socialistas francófonos, Elio di Rupo, ha propuesto crear un gobierno de unidad nacional y abrir, en paralelo,  un proceso de reforma institucional. Pero la fórmula ya se empleó en 2007 sin éxito y es improbable que los partidos flamencos vuelvan a tragar.

Aritméticamente,  es posible formar un gobierno sin la Nueva Alianza Flamenca.   pero la idea aterra al resto de partidos flamencos, que temen aparecer como traidores a los intereses de su comunidad y regalar a De Wever la hegemonía política de Flandes para más años.

Así las cosas, los partidarios del “modelo belga” se aferran a las encuestas de opinión, según las cuales,  el independentismo sigue siendo una opción minoritaria en todo el país.  También, a una incipiente reacción popular. El 23 de enero, unas 30.000 personas se manifestaron en Bruselas, para pedir un acuerdo.

Pero los sondeos electorales son igual de tozudos y, si el nacionalismo flamenco domina el juego, es porque así lo han votado los ciudadanos flamencos.

“Nadie sabe hacia dónde va Belgica”, ha admitido Pascal Delwit, politólogo de cabecera para la prensa francófona.  “La única certeza es que vamos a batir el récord mundial de días sin gobierno”, le ha contestado Yves Desmet, editorialista del diario flamenco De Morgen.

Ese récord lo ostenta un país tan poco ejemplar como Irak, que en 2009 sumó 289 días sin ejecutivo. Bélgica superará esa cifra el 30 de marzo.

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