Demócratas de Suecia ha obtenido este domingo el 5,7% de los votos en las elecciones legislativas suecas, un resultado que le permite entrar por primera vez en el Parlamento y devolver el protagonismo a la ultraderecha tras dos décadas, además de ejercer el papel de árbitro.
La pérdida de la mayoría por parte del bloque gubernamental de centro-derecha coloca a Demócratas de Suecia en la situación deseada que apuntaban desde hace semanas los sondeos y supone un triunfo frente al vacío que le han hecho el resto de partidos y buena parte de los medios durante la campaña electoral.
Su capacidad de influencia a priori será limitada, porque tanto la Alianza que encabeza el primer ministro conservador, Frederik Reinfeldt, que previsiblemente gobernará en minoría; como el bloque de izquierda han cerrado las puertas a cualquier colaboración.
Según informa Reuters, el bloque gubernamental de centro-derecha ha vuelto ha ratificar su decisión de "no cooperar" con Demócratas de Suecia
Segunda fuerza política
Su líder, Jimmie Åkesson, se ha mostrado conciliador y dispuesto a escuchar a todas las partes, pero durante la campaña había repetido que la Alianza "vendrá arrastrándose, antes o después".
Tras el efímero paso de Nueva Democracia, que estuvo sólo tres años en el Parlamento (1991-1994), Suecia se había mantenido hasta ahora al margen del ascenso de la derecha xenófoba y nacionalista registrado en Europa, incluidos las vecinas Noruega y Dinamarca.
El opositor Partido del Progreso es la segunda fuerza en Noruega, con el casi el 23% , aunque el triunfo del centro-izquierda ha reducido su influencia, todo lo contrario que en Dinamarca.
El Partido Popular Danés con un 14% tiene menos apoyo, pero su peso desde 2001 ha sido enorme, haciendo girar la discusión electoral en torno a la inmigración y asegurando con sus votos la permanencia en el poder de liberales y conservadores.
La influencia danesa en el éxito de Demócratas de Suecia no ha sido despreciable: la decisión del canal TV4 de no emitir por racista un anuncio electoral suyo provocó una oleada de críticas de la derecha del país vecino a la supuesta falta de libertad y bizantinas peticiones como la de enviar observadores electorales.
La "guerra" desatada a los dos lados del estrecho del Sund, con acusaciones cruzadas, ha permitido a Demócratas de Suecia ejercer el papel de víctima y multiplicar la atención sobre sí mismo, que de otra forma no hubiera logrado, ya que la inmigración no ha sido como es usual un tema importante en la campaña sueca.
Raíces neonazis
Las protestas de grupos de izquierda que han acompañado sus mítines, rodeados de policía; y el boicot de varios medios han reforzado el papel de víctima de un partido que defiende reducir la inmigración un 90% y sacar a Suecia de la Unión Europea.
Los orígenes del partido se remontan a 1988 y están vinculados a Bevara Sverige Svenskt (Manten a Suecia sueca), un movimiento con raíces neonazis, aunque a partir de la década siguiente se fueron eliminando a los elementos más radicales, en busca de una imagen más respetable, tomando como referencia al Partido Popular Danés.
Esa tendencia se agudizó con la ascensión al liderazgo en 2005 de Jimmie Åkesson, de 31 años, con quien el partido ha ido ganando protagonismo: un año después, en las elecciones generales, se quedó rozando el 3 por ciento, pero obtuvo un resultado notable en las municipales, sobre todo en el sur del país, de donde es originario.
Concejal hasta ahora en el municipio de Sölvesborg, una pequeña localidad de esa zona, Åkesson sale de las elecciones de hoy como uno de los grandes triunfadores: su reto será ahora que Demócratas de Suecia no sea una flor de un día como Nueva Democracia.