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El osito 'Aragón' empieza a ser un oso de verdad

  • El balance de su estancia, según los veterinarios de Cabárceno, es muy positivo

  • Ha triplicado su peso durante el mes y medio que lleva viviendo en el Parque 

  • Aunque su aspecto físico ha mejorado sigue pensando que es un ser humano

DAVID SIERRA
3 min.

Tras un mes y medio en el Parque de Cabárceno, el osito 'Aragón' empieza a comportarse casi como un oso. Físicamente ha mejorado muchísimo; al llegar pesaba cinco kilos, estaba raquítico, y sólo seis semanas después ha triplicado su peso. Ahora está en casi 14 kilos, sin heridas, pero su vinculación con los humanos sigue siendo muy fuerte.

El pequeño osezno llegó a Cabárceno de la mano de la Guardia Civil. Lo rescataron del interior de un vehículo en el que viajaban dos ciudadanos rumanos que no pudieron acreditar el origen y la tenencia del animal.

Tras unos días en un centro de recuperación fue trasladado al Parque, sus cuidadores y veterinarios pusieron nombre, 'Aragón', y se volcaron en su cuidado.

Mes y medio después es tiempo de hacer balance. "El cambio ha sido enorme, está engordando casi kilo y medio por semana, está contento, alegre, tiene mejor pelo, se le ve gorduco, pero todavía tiene mucho que mejorar", explica a RTVE.es su veterinario Santiago Borragán.

Aunque cada día es más feliz, su principal problema es que debería estar con su madre. Los oseznos suelen estar con ellas hasta que tienen un año y medio, pero 'Aragón' se quedó sin la suya a los pocos días de nacer.

Sigue pensando que es un ser humano

Desde entonces su único contacto ha sido con humanos y su vínculo es demasiado fuerte como para olvidarlo en sólo mes y medio. "Está improntado", explica Borragán, "sigue pensando que es un humano".

No obstante también ha mejorado en este sentido. "Ya no se pega a la valla cada vez que ve gente y ha dejado de chuparse constantemente la mano como los bebés. Y ahora come sin estar pendiente de si estamos o no", señala su cuidador. Sobre todo si le dan su comida favorita: cerezas, uvas y ciruelas. Un osito con 'pico fino'.

Aún así, "pretende ser como nosotros, porque cuando le dejamos comida se pega, nos mira, nos pide caricias, mimos, cariño, pero no podemos dárselo, tenemos que 'cortarnos', porque no queremos que nos vea como su padre o su madre, ya que sería muy perjudicial para él", señala Borragán.

No queremos que nos vea como su padre o su madre, sería perjudicial

A pesar del tiempo transcurrido, y de las mejoras, 'Aragón' todavía no puede tener contacto con otros osos. Sigue en una instalación especial, separada del resto, porque los demás osos de su edad "se lo comerían", asegura Borragán. "Sus hermanos pesan unos 20 kilos y hasta dentro de un tiempo, cuando haya aprendido a correr y a defenderse, no podrá estar con ellos", apunta.

Hasta entonces, la mejor terapia es el juego.  "Le dimos un oso pequeño de peluche y nada más cogerlo le arrancó la cabeza. Ahora tiene un cojín con forma de elefante, pelotas y tubos de plástico para entretenerse", comenta su cuidador. Y de momento parece que funciona, porque 'Aragón', cada día que pasa, se parece más a un oso de verdad.

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