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Doce personas mueren cada día en Europa esperando el trasplante de un órgano

  • Este miércoles se celebra el Día Nacional del Donante de Órganos

  • La ONT cree que con más información pública se reduciría ese número

  • Muchos desconocen la voluntad de donar de sus familiares

Ver también: Necesidad de donación en vivo/ Tráfico de órganos/ Hazte donante

EFE
4 min.

Cerca de una docena de enfermos fallecen cada día en Europa a la espera de un órgano que podría salvar su vida, una cifra que se podría reducir con más información pública, según las principales organizaciones de pacientes y trasplantados.

Según datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), España, el país con mayor tasa de donantes del mundo, es además el único lugar en el que, año a año, aumenta el número de personas que ceden sus órganos a un enfermo.

Durante el año pasado 1.605 donantes hicieron posibles 4.028 trasplantes en España, casi la mitad de ellos de riñón.

El modelo español de trasplantes es, de hecho, tan exitoso que hace escasos días la Unión Europea aprobó una directiva basada en el sistema español y que, según la ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, salvará 20.000 vidas al año en Europa.

Muchos desconocen la voluntad de donar de sus familiares

Con motivo del Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos que se celebra este miércoles, la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos (FNETH) colocará mesas informativas en toda España para sensibilizar al mayor número de personas posible e informarles de las necesidades de los enfermos que viven a la espera de un órgano.

La Alianza General de Pacientes (AGP) también dedicará el día a animar a la población a hacerse donante y sobre todo a subrayar la importancia de informar a los familiares, ya que en muchos casos la familia no sabe cuál es la voluntad del ser querido.

De hecho, según datos de la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha contra las Enfermedades Renales (ALCER), el 17% de las familias acaba negándose a que los órganos del fallecido sean donados porque desconocían su voluntad.

Por ello, esta federación pide a las familias que mantengan "una comunicación fluida" porque "en demasiadas ocasiones los familiares de un fallecido desconocían su voluntad sobre si quería o no donar sus órganos", algo que puede ralentizar la burocracia necesaria en un trasplante y que, por tanto, "puede traducirse en una pérdida de vidas".

Necesidad de más donaciones en vivo

Para evitar confusiones, la tarjeta de donante es el documento más claro que certifica que el fallecido deseaba ser donante y que permite a los profesionales sanitarios extraer los órganos.

Todas estas asociaciones explicarán a los ciudadanos que también se puede ser donante en vida, algo que hasta ahora se ha utilizado poco pero que ha ido en aumento en los últimos años.

El envejecimiento de los donantes fallecidos, como consecuencia del descenso de los accidentes de tráfico, hace que sea necesario y urgente incrementar las donaciones en vivo.

Según datos de ALCER, en 1991 se hicieron 16 trasplantes de este tipo y en 2009 el número de intervenciones llegó a las 235, el 10% del total de trasplantes, frente al 36,3% de los que se hacen en Gran Bretaña.

La mayor parte de este tipo de trasplantes proceden de mujeres (66,7%) y el 57,1% de los receptores son hombres, principalmente hijos del donante (45%), cónyuges (31%), hermanos (16%) y padres del donante (4%).

La figura del buen samaritano

Además, desde el pasado marzo, está autorizada en España la figura del "buen samaritano", como se denomina a aquellas personas que se ofrecen a donar un órgano en vida, habitualmente un riñón, sin importarles a quién va destinado.

Esta práctica, que hasta este año ha estado prohibida en nuestro país, recibió el visto bueno de la Comisión de Trasplantes del Consejo Interterritorial de Salud en noviembre de 2009.

El nombre del "buen samaritano" se refiere a un pasaje de la Biblia en el que hombre atiende a otro que ha sido robado y apaleado, sin conocerle y sin pedirle nada a cambio.

Antes de aceptar a un candidato se hace una evaluación psicológica profunda para constatar que no sufre ningún desequilibrio emocional y un examen físico para determinar si su estado de salud es idóneo.

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