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Otros dos obispos irlandeses renuncian por ocultar abusos sexuales a niños

  • En noviembre el gobierno denunció la existencia de clérigos pederastas

  • Entonces otros dos clérigos presentaron su renuncia por encubridores

  • Están implicados más de 170 clérigos de esta nación

RTVE.es/AGENCIAS
2 min.

Otros dos obispos católicos irlandeses han dimitido en medio de una investigación contra la arquidiócesis de Dublín por encubrimiento de abuso infantil consumado por sacerdotes de ese país durante décadas, bajo silencio cómplice del clero.

Los prelados Eamonn Walsh y Raymond Field anunciaron su renuncia al ofrecer disculpas a los niños víctimas de la violencia sexual, delito que implica a más de 170 clérigos de esta nación, con cuatro millones de católicos.

Una investigación ordenada por el gobierno salió a la luz el pasado 26 de noviembre cuando se denunció la existencia de clérigos pederastas protegidos de la justicia por el silencio de la jerarquía religiosa. Para acallar el escándalo, dos nuncios presentaron entonces su renuncia.

Entre 1995 y 2004 la policía irlandesa recibió denuncias de maltratos y abuso contra menores, pero los archivos se mantuvieron en secreto.

Lo ha puesto de manifiesto un informe que documenta los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y que sufrieron centenares de niños.

Según el informe, el cardenal Desmond Conell es uno de los criticados por ocultar información y propiciar la transferencia de los sacerdotes abusadores a parroquias nuevas.

Décadas de abusos

Figuran en la diana de las acusaciones por encubrimiento la propia policía, la fiscalía y otras instituciones del Estado irlandés, además de la jerarquía eclesiástica.

No hay palabras suficiente para la disculpa por el daño causado y la forma en que el daño fue dejado a un lado, dijo el arzobispo Diarmuid Martin, en su homilía de Navidad ante los fieles, al referirse a las víctimas de abuso clerical.

La archidiócesis católica de Dublín ha encubierto los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes hasta mediados de la década de 1990.

El obispo Jim Moriarty, uno de los cuatro dimitentes, admitió que debió haber desafiado la cultura imperante que permitió los delitos contra los niños, indicó.

La declaración acusatoria contra la arquidiócesis de Dublín señala que la Iglesia había estado más preocupada por proteger sus intereses y reputación en lugar de salvaguardar a los menores, cuando ocultó "de forma obsesiva" los abusos ocurridos entre 1974 y 2004.

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