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Empleados locales denuncian abusos y rituales alcohólicos en la embajada de EE.UU. en Kabul

  • Denuncian que los supervisores les hacen participar en ritos humillantes

  • Un organismo de EE.UU. ha hecho públicas fotos y vídeos de sus fiestas

El Departamento de Estado ha anunciado que abre una investigación

RTVE.ES
4 min.

Peleas de borrachos, fiestas nudistas alrededor del fuego, juegos consistentes en orinar a los demás, beber chupitos en las nalgas de otros...Estos son algunos de los rituales humillantes a los que los supervisores de la empresa encargada de la seguridad de la embajada de EE.UU. en Afganistán somete a sus empleados locales.

Así lo han denunciado quince de ellos a un organismo independiente (POGO) encargado de vigilar los proyectos del Gobierno, que ha descrito la situación como similar a la de 'El señor de las moscas', la obra del autor británico William Golding en la que un grupo de niños en una isla desierta imponían sus rituales a otros bajo amenazas y humillaciones.

Ritos humillantes

Así se refleja, por ejemplo en uno de los correos electrónicos recibidos por el organismo, que describe en qué condiciones vivían los empleados en Camp Sullivan, los barracones en los que viven a unas kilómetros de la embajada.

En él, se detallan escenas de abusos con supervisores orinando a la gente y humillando a aquellos que no querían participar en sus fiestas.

"Esto no es Abu Ghraib", ha aclarado Danielle Brain, directora ejecutiva del organismo que ha dado a conocer la situación de estos guardas tras hacer públicos los correos, las fotografías y los vídeos remitidos por los denunciantes.

"Hablamos de humillación" de los supervisores a los guardas provocando toda una ruptura de la cadena de mando.

En uno de los vídeos se aprecia a un hombre con la espalda desnuda mientras otro bebe el líquido que ha sido vertido por otro hombre. También aparece un hombre desnudo y visiblemente borracho que se dirige con insultos a un empleado afgano.

"Los supervisores facilitaban ese tipo de ritos pervertidos y humillantes, pidiendo a los empleados que hiciesen cosas con las que se sentían realmente mal", ha recalcado Brain en declaraciones a la CNN.

"Son acusaciones muy graves (...) que el Gobierno se toma extremadamente en serio", ha contestado el portavoz del Departamento de Estado Ian Kelly, que ha anunciado que una delegación viajará a Kabul abrir una investigación.

Un 'punto caliente'

Y no es para menos. El pasado 4 de agosto misiles talibanes cayeron cerca de la legáción diplomática. El 15, un terrorista suicida hizo de las suyas en una zona cercana matando e hiriendo a varias decenas de personas. Y, mientras tanto, el personal de seguridad de la embajada, subcontratado por la empresa privada ArmorGroup América vivían una situación continua de humillaciones y amenazas.

"Nada es más importante para nosotros que la seguridad de todo el personal de la embajada -americanos y afganos- y respetar los valores religiosos de los afganos", ha subrayado la embajada, que se ha comprometido a tomar los pasos necesarios para revisar todas las políticas y procedimientos que se aplican a los guardias locales por parte de la empresa su contratada.

Polémicas ontratas

No es la primera vez que el Departamento de Estado afronta un problema con una empresa de seguridad privada subcontratada. El escándalo más sonado es el de la matanza ocurrida en el 2007 en Irak, cuando un grupo de agentes de Blackwater --ahora llamada Xe-- disparó contra los civiles que se encontraban en la plaza bagdadí de Al Nasur, lo que dejó un saldo de 17 muertos y 27 heridos.

De hecho, el Departamento de Estado advirtió en varias ocasiones a ArmorGroup de deficiencias en el cumplimiento de su contrato por ausencias de guardias de sus puestos, horarios demasiado prolongados, la falta de personal y por el desconocimiento de algunos agentes del idioma inglés, entre otras quejas.

No obstante, este año el Departamento de Estado renovó el contrato hasta el 2010. El contrato es de cinco años de duración por un importe de 189 millones de dólares, pero tiene que ser renovado cada año. "Hubo algunas cosas en Kabul que desconocíamos, pero que, francamente, tendríamos que haber sabido", ha admitido Kelly.

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