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Netanyahu está dispuesto a negociar con los palestinos después de entrevistarse con Obama

  • Obama deja claro que Israel tiene la obligación de frenar los asentamientos en Cisjordania

  • Insiste en la fórmula "dos estados" como solución al problema

  • Netanyahu afirma que está dispuesto a negociar la paz inmediatamente

  • Elude hablar de un estado palestino pero dice que no quiere gobernarles

  • Considera que la mayor amenaza es un Irán nuclear

  • Obama espera progresos diplomáticos a finales de año antes de aplicar sanciones

GABRIEL HERRERO
3 min.

La reunión de dos horas entre Obama y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no se ha saldado con avances espectaculares pero sí ha habido matices importantes. Obama ha insistido en la fórmula de "dos estados" como solución al conflicto y ha dejado claro que "Israel debe paralizar los asentamientos" en Cisjordania. Tal como establece la hoja de ruta de Annapolis. Una cuestión espinosa que ya había adelantado el vicepresidente Joe Biden ante el lobby judio en Washington.

Por su parte, Netanyahu ha eludido hablar de un estado palestino, y mucho menos de poner freno a los asentamientos, pero se ha mostrado dispuesto a entablar negociaciones inmediatamente. Con Palestina y con otros países árabes. "No queremos gobernar a los palestinos, deben gobernarse ellos mismos". No obstante, Netanyahu insiste en que deben reconocer al estado de Israel y acabar con los ataques terroristas como condiciones previas.

Irán de fondo

Si la prioridad de Obama en este encuentro era la fórmula de los dos estados, la de Netanyahu era convencer al Presidente de Estados Unidos de la amenaza inmediata que supone Irán. "El peor peligro es que Irán desarrolle el arma nuclear. Es inaceptable"Netanyahu desconfía de la aproximación diplomática de Obama a Irán. Y considera que hay que pararle los pies antes de avanzar en la cuestión palestina.

Obama ha perfilado cuánto tiempo está dispuesto a conceder a Irán antes de optar por la vía de las sanciones, que en todo caso, no descarta. Le gustaría ver "progresos a finales de año". Más aún, no ve razones para establecer una "fecha tope artificial" para la diplomacia. Y más con las elecciones iraníes en junio. Es un plazo más largo que el que había admitido tácitamente su administración: aprovechar la asamblea general de Naciones Unidas en septiembre para anunciar sanciones más duras si no se producían avances.

Sin acuerdos concretos

Era difícil esperar avances sustanciales en el primer encuentro entre Obama y Netanyahu desde que ambos tomaran posesión de sus respectivos gobiernos. Los puntos de partida son demasiado distantes. Netanyahu hizo su campaña electoral a base de negar la devolución del los Altos del Golán a Siria, proseguir los asentamientos en territorio palestino y no reconocer la fórmula de los dos estados.

Hoy no ha dicho nada de los asentamientos, que continúan en Cisjordania. Ha eludido reconocer a un estado palestino, como quería Obama. Ni una palabra de levantar el bloqueo a Gaza, donde no ha llegado nada de los 4.500 millones de dólares de ayuda internacional para la reconstrucción. Ni un gesto concreto. Nada que permita a Hamas dar un paso adelante en el reconocimiento del estado judio. De hecho, un portavoz de la Autoridad Palestina ha celebrado las palabras de Obama pero no las de Netanyahu.

A pesar de todo y a diferencia de la reunión con el presidente israelí, Simon Peres, la Casa Blanca ha escenificado el encuentro con Netanyahu delante de la chimenea del despacho Oval. Al mismo nivel que dio a Gordon Brown o Lula da Silva.

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