La conferencia de Dublín, a la que asisten delegaciones de más de un centenar de países junto a varias ONG, ha aprobado el texto del tratado internacional contra las bombas de racimo, sin que haya habido alegaciones contra el texto acordado hace dos días.
El tratado deberá ser ratificado por los 111 países que han participado en su discusión el próximo 2 de diciembre, en una conferencia que se celebrará en Oslo. "En términos prácticos, la implantación [del acuerdo] empieza hoy", ha señalado Steffen Kongstad, que encabeza la delegación noruega. Así, el ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Micheal Martin, ha entregado a los representantes del Gobierno noruego una copia del nuevo tratado,
Entre los firmantes no estarán los principales productores y consumidores de este armamento, ya que países como Estados Unidos, Israel, China, Rusia, India y Pakistán han declinado participar.
Más de 13.000 víctimas
Sin embargo, países como Reino Unido, Francia o España, pertenecientes a la OTAN, se han adherido al acuerdo, que "prohíbe, bajo cualquier circunstancia, el uso, desarrollo, fabricación, adquisición y almacenamiento" de las bombas de racimo, al tiempo que refuerza la asistencia a las víctimas, la mayoría civiles.
El tratado entrará en vigor seis meses después de que lo hayan ratificado al menos 30 países y también recoge medidas y plazos para la destrucción de arsenales, asuntos que deberán resolverse lo antes posible y nunca después de ocho años a partir de su ratificación.
Las bombas de racimo explotan esparciendo cientos de otras pequeñas bombas, algunas de las cuales no estallan en el acto y permanecen activas, actuando como minas antipersona. Según la ONU, más de 13.000 personas han muerto o han resultado heridas por este tipo de armas en todo el mundo, con especial incidencia en Laos, Vietnam y Afganistán.