Carlos Molina, jugador de balonmano del Motor Zaporozhye ucraniano, consiguió regresar a Barcelona tras una larga odisea. El jugador cordobés volvía a Ucrania tras disputar un partido ante el Kielce, equipo polaco, cuando empezó la invasión rusa.
Molina junto al lituano, Aidenas Malasisnkas, y el bielorruso, Viachaslav Bohkan, decidieron emprender el trayecto hacia suelo polaco. Tras más de 50 horas de viaje para llegar a Polonia desde la ciudad de Zaporozhye donde pasó mucho frío al llegar a temperaturas bajo cero y se sintió abandonado y con el corazón completamente roto. Finalmente, se situó a 5 kilometros de la frontera gracias a una llamada de la embajada lituana y al regalar su coche a las personas de los controles para que les permitieran avanzar.
Una vez en Polonia, Carlos Molina cogió un vuelo destino Barcelona donde fue recibido por un gran amigo suyo. En esta entrevista nos ha confesado como se sentía y lo mucho que necesitaba el cariño que muchas veces no pueden tener por su profesión. Ahora, más tranquilo, asegura que va a hacer todo lo posible para ayudar a toda la población ucraniana que está viendo como su vida se derrumba por la ocupación rusa.
Tras vivir una auténtica pesadilla, no tiene dudas que lo más importante es rodearse de gente que le quiere y que las cosas materiales pasan a un segundo plano. Pero, hasta que no te ves en una situación de este calibre, no eres consciente de lo que sgnifica.